El sevillano erige un monumento a la verónica en la Feria de Abril
Sin cortar trofeos ni dar una vuelta al ruedo, Morante de la Puebla firma una tarde memorable, con detalles para el recuerdo.
Los toros de Cuvillo han
salido nobles pero han durado muy poco, se han apagado. Aplauden de
salida al bonito jabonero que abre plaza. Lo recibe Morante con cuatro
verónicas de mano baja y dibuja la media. Comienza la faena con
preciosos ayudados por alto, cargando la suerte. Al natural, borda el
toreo. Pero el toro dura muy poco. Mata de media y la petición es
insuficiente. Pero la faena ha sido preciosa: por mí, como si le dan todos los trofeos...
Sujeta de salida al cuarto y le endilga seis verónicas auténticamente monumentales. ¿Se
puede torear mejor con el capote? No es fácil. Al llevarlo al caballo,
se le queda debajo, en el remate, y casi lo voltea; repite, valiente.
Quita por salerosas chicuelinas, el toro se raja, huye. Lo persigue,
dibuja cuatro verónicas y, sobre todo, una media de veras inenarrable.
Después de unos ayudados, traza derechazos magníficos;
en los naturales, el toro se para, se acaba. Mata a la segunda y se
empeña en no dar la vuelta al ruedo. No importa. ¡Ahí queda eso, para
quien lo quiera igualar! Y para deleite emocionado de los que hemos
tenido la fortuna de contemplarlo.
A portagayola
Después de esto, no es fácil salir a torear... El segundo sale muy vivo pero suelto. Castella lo recibe a portagayola, seguida de delantales a pies juntos y, naturalmente, el toro se va. Lidia muy bien Chacón. En
la muleta, la res va bien, permite estar al diestro tranquilo pero no
transmite emoción alguna. Mata sin estrecharse y el público le premia
igual que a Morante con una salida a saludar (¿). También recibe a
portagayola al quinto, justo de presentación, huido. En la muleta,
repite mucho: Castella enlaza los habituales cambiados y liga muletazos
impávidos, en una faena larga, de brillo justo.
El tercero flojea, lo protestan pero lo mantiene el presidente. A la muleta acude con docilidad. Talavante
lo llama desde el centro, consigue algún buen natural, sufre un
palotazo al entrar a matar. Se esfuerza más en el último, va a
portagayola, encadena derechazos, muy quieto. El toro resulta ser el mejor. La faena tiene quietud y ligazón pero se alarga, en un arrimón final.
Después de haber toreado así Morante, lo demás ha sido, inevitablemente, en tono menor...
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