La alcaldesa de la capital hace un repaso por las fiestas madrileñas y elogia el arte de toreros como Morante
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IGNACIO GIL
la montera, en el patio de cuadrillas
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Un año más, parece que ya se siente la fiesta, huele a
arena y se oye el murmullo del tendido. En estos días de mayo, esperamos
el clarín que dé inicio a la tarde. Y es que llega San Isidro, llegan las fiestas de Madrid
y, con ellas, la feria. En Madrid, las fiestas populares siempre han
estado unidas a las corridas de toros. Desde el alanceo de toros y
encierros que se celebraban en la Calle del Toro y la Plaza del Alamillo
en la Edad Media y Edad Moderna, pasando por las primitivas corridas de toros en el siglo XIX y principios del siglo XX en la Plaza Vieja de la Carretera de Aragón -donde está hoy el Palacio de los Deportes- hasta llegar a los festejos que se celebran en Las Ventas desde 1929.
Pero no fue hasta 1947 cuando Livinio Stuyck
creó la Feria de Madrid, hoy Feria de San Isidro. Una fiesta que, para
los aficionados, significa un mes seguido de los mejores festejos
taurinos. Stuyck dio inicio a la feria taurina más importante del mundo,
al aglutinar cuatro corridas de toros y una novillada en honor de la festividad del Santo Patrón de Madrid.
De Curro Romero a José Tomás
De Curro Romero a Antoñete; de Palomo Linares a José
Tomás... Son tantos los toreros que han dado grandeza a la arena de Las
Ventas por San Isidro que sólo podemos pensar en esta feria como una sucesión de faenas para el recuerdo.
Dicen que dos pases de Morante valen la corrida entera
No se puede saber por adelantado cómo será una corrida. Tampoco podemos saber cómo se comportará un toro;
o si un torero tendrá su día de gloria. Pero sí podemos saber que habrá
tardes que emocionarán a los aficionados. Y que disfrutaremos de faenas
que recordaremos para siempre. Y estoy segura de que esta feria nos
dejará días que pasarán, como no puede ser menos en la Catedral del
Toreo, a la historia de la tauromaquia.
Seguro que el arte de Morante,
de quien dicen que dos pases suyos valen la corrida entera, recordará a
muchos la tarde en la que Curro Romero salió a hombros de Las Ventas.
Estarán Manzanares, El Cid, Talavante... Los madrileños podrán disfrutar
de las grandes figuras. Figuras que arrancarán ovaciones del público
taurino más exigente del mundo.
Igual que Antoñete
dejó la faena histórica del toro blanco y José Tomás legó una tarde
memorable con cuatro orejas, viviremos faenas inolvidables. Y durante
estos días de mayo, la pasión de la fiesta contagiará a todo el público.
A los más expertos, a los profesionales, a los aficionados más castizos
y a quienes acuden a la plaza por primera vez. Porque el toreo es un arte capaz de llegar a propios y a extraños.
Sol o sombra, tendido norte o tendido sur, ¿de Morante o de
Tomás? Cada uno tiene sus preferencias cuando se habla de los toros.
Pero no hay duda de que la preferencia será Madrid: porque la Catedral
del toreo es la plaza de Las Ventas y el momento taurino es San Isidro. Estoy convencida de que no defraudará a nadie. Suerte, y al toro.
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