miércoles, 5 de junio de 2013

Seis lances de Morante en medio de la decepción


MADRID | Corrida de Beneficencia
Muletazo de Morante. | EfeMuletazo de Morante. | Efe
Un formidable, absurdo y chapucero lío de corrales se vivió en las horas previas de la corrida señera de la temporada de Madrid. Nadie se cree que Valdefresno no tenga seis toros para Las Ventas en mayo. Se vieron muchos y los que quedaron por ver. Nicolás Fraile tiene no para una, sino para dos y tres corridas de Madrid. Pregúntenle a Antonio Barrera, apoderado de Morante de la Puebla... Lo que no consiga José Antonio Morante Camacho. Las rayas rojas pintadas este miércoles también; el ruedo liso como el desierto de sal de Utah.

Sonó el himno nacional para recibir a la Infanta Elena en el palco real. Acompañada del Ministro de Cultura, Ignacio Wert, y el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio Gonzalez. La Beneficencia ya no es lo que era en Madrid. Ni adornos en las barreras, ni banderillas extraordinarias, ni la Comunidad responsable económicamente (ni de nada), ni Taurodelta por lo visto. Dejado el patio de la mano de Dios.


Juan José Padilla saludó una ovación por su regreso a Madrid después de su gravísimo percance de Zaragoza. Volvía a la Monumental directamente a Beneficencia, sin pasar por San Isidro. Sorteó uno de los remiendo de Victoriano del Río, largo, alto de cruz, castaño, armado y de generoso cuello para humillar como humilló. Padilla lo toreó con temple a la verónica, a medio compás y a pies juntos, antes de un torero recorte. Galleó por chicuelinas y pidió medirlo en el caballo. Las fuerzas estaban contadas en el buen toro. Banderilleó con especial relieve en un par de dentro afuera y otro al quiebro por los adentros. En la muleta se entendió poco con él, en la templanza y el sitio. Desde las inapropiadas dobladas hasta que gastó los 25 muletazos que tenía en sus líneas naturales.

El toro de Valdefresno para Morante se andaba en el límite, recortado y sin perfil. Agradable y manso sin humillar. Desde los lances genuflexo con el capote. Se durmió en el peto. Apenas le castigaron. Y el torero de La Puebla abrevió ante cosa tan andarina, deslucida y vacía. Cabreo general.

El toro de Castella contaba con más cara. Pero de atrás estaba listo de papeles, desriñonado y sin remate ni tracción. Ni poder, obviamente. Arreciaron las protestas con razón. El presidente lo mantuvo. El torero galo se justicó. Trató de romperlo hacia delante. No tenía el valdefresno mala condición, mas no le daba de sí ni el físico ni el fondo. Sebastián se entretuvo con él. Cuando sintió el acero en pinchazo hondo casi media huyó. Estuvo el torero rápido de reflejos para volver a pedir la espada ya con el aviso dado. No hubiera podido descabellar así. Estocada muy pasada y por fin el verduguillo.

El cuarto, muy largo, con más cuerpo que cara, volteó a Juan José Padilla muy avanzada la faena, metido el torero en un arrimón con el toro ya rajado. Fea la voltereta y la caída. Quedó el torero inerte a merced en una imagen dura al tratar de levantarse sin poder. El toro en su pacifismo se había dejado torear en la primera mitad de la faena con bondad. Padilla fue todo voluntad el hombre. Otras tardes más lucidas habrá; suyo fue el lote.

Morante se sentó en el estribo con el capote como anunciando el apocalipsis. Pronto con el capote para parar al quinto y dibujarle verónicas maravillosas e inconexas por su reposición. El toro siempre encima. La media verónica fue una fábula. Como otra a toro corrido en el platillo. Como el recorte para ponerlo en el caballo. No lo castigó en el caballo. Un quite a favor de querencia desprendió dos lances de primor. Los mejores. Y lo esperó sobre la mano derecha en la muleta. Bellos los redondos con la embestida pegajosa, siempre encima. Dos series en las que se descaró con la parte agria de la plaza. El valdefresno encima siempre; el pase de pecho sobre las piernas. Y se aburrió el bicho. Por la izquierda ni uno. Ni cambiándole de terrenos. Las dobladas finales a dos manos fueron lo más sabroso antes del mitin con la espada. Anduvo queriendo, resumen de tres tardes en Madrid...


Para colmo del esperpento, Rafael de Paula se levantó en el "7" a saludar. Creo que con la toalla todavía del hotel de Ronda.

Manseó el sexto, de Victoriano del Río, todo y más en una lidia profusa de capotazos. Picó bien Josele y banderilleó mejor Javier Ambel. Sebastián Castella brindó al público y se clavó en los medios para cambiarle el viaje en tres péndulos de valor. Sobre la mano derecha el toro iba, pero soltaba la cara. Por abajo lo quería todo, y cuando no sucedía surgía el enganchón. Una tanda muy encajado y el defecto se fue acrecentando cada vez con menos fondo y más enganchones. Se rajó el de Victoriano del Río pronto entre cabezazos.

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