Pese a sufrir «un cornadón de caballo», el sevillano dice que está «deseando volver a torear» pero en agosto será imposible y las ferias quedan descabaladas
Cuando al filo de la medianoche del sábado, Morante de la Puebla ingresaba
en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital San Jorge de Huesca,
la centralita del centro médico comenzó a recibir llamadas de todos los rincones de España interesándose
por el estado del torero herido de gravedad la tarde anterior. Incluso
de México y otros países taurinos llegaron mensajes de apoyo. A esas
horas, el San Jorge vivía una noche típica de las fiestas de San Lorenzo
con algunos ingresos de jóvenes por excesos con el alcohol.
A las puertas de la UCI se turbó la paz nocturna. Allí se arremolinaron los hombres de la cuadrilla
de Morante con su apoderado, Antonio Barrera, a la cabeza. Caras de
preocupación. Su mozo de espadas, su inseparable primo Juan Carlos
Morante, apenas pasó unos minutos por el hotel para recoger el traje
negro y plata desgarrado y manchado de sangre y poner en orden las
pertenencias del torero. Sus picadores, Cristóbal y Aurelio Cruz, y sus peones de a pie,
Rafael Cuesta, Lili y Sánchez Araujo, no apartaban la mirada de la
puerta cerrada que les separaba de su matador. Todos habían aguantado vestidos de luces ante la enfermería de la plaza durante las casi cuatro horas que permaneció allí tras la cornada.
La primera pregunta
Todos esperaban que los médicos del hospital les dejaran ver al maestro para poder tranquilizar a la familia.
Cuando lo vieron, sedado para evitar los tremendos dolores derivados de
los grandes destrozos musculares pero consciente, se encontraron con la
firmeza de un hombre que lo primero que hizo fue preguntar por el resultado de la corrida,
por cómo habían salido los toros de su amigo Gerardo Ortega. Además,
les hizo hincapié en que transmitieran su agradecimiento a todos los que
se habían interesado por su estado.
La noche en la UCI la pasó tranquila, con algunos picos febriles
y los dolores lógicos. La evolución de las heridas hizo posible que
ayer el entorno del torero decidiera el traslado a la clínica Quirón de
Zaragoza. Desde el propio hospital oscense se confirmaba que el herido
estaba «estable y con pronóstico reservado». «Los médicos de Huesca hicieron una labor encomiable», ensalzó Antonio Barrera, aunque se optó por el traslado a Zaragoza para que las heridas «sean controladas por el doctor Val-Carreres, ángel de la guarda en el que los toreros tenemos mucha fe».
Labor de orfebrería
De cualquier forma, la intervención durante más de tres horas en la enfermería de la plaza oscense, a cargo del equipo de Daniel Vacas,
fue calificada ayer por fuentes médicas como un «trabajo de
orfebrería». Esas mismas fuentes señalaron a ABC que el matador
sevillano se enfrenta ahora a un duro proceso de recuperación. Primero
sobre la evolución de las heridas, ya que evitar cualquier complicación infecciosa
es clave en las próximas horas; y después sobre la propia recuperación
de esos músculos maltrechos. Sin dar fechas sobre el restablecimiento,
afirman que «no será un periodo corto», si bien reconocieron que los
toreros «están hechos de una pasta especial y que no son pocos los ejemplos de reapariciones casi milagrosas».
Solo un repaso al parte emitido, esas tres trayectorias de 30, 20 y 15 centímetros,
ese más de medio metro de carne desgarrada, puede dar una idea del
trabajo que supuso su recomposición en la enfermería.
«Fueron momentos
de mucha tensión y angustia», confesó a ABC Barrera. El apoderado, con
la voz tenue tras un duermevela de llamadas y preocupación, recordaba la
cogida como un instante «espantoso: al tenerle tanto tiempo colgado del
pitón temimos lo peor, por fortuna no afectó a ningún vaso importante
y hay que dar gracias a Dios». El gesto de dolor de Morante denotaba la
gravedad de la herida, que no le ha hecho mella en su estado de ánimo:
«Cuando se torea con tanta pureza y verdad, los toros cogen. Y él está en un momento inconmensurable».
Tanta es su fortaleza de espíritu y tanta moral le dan las
innúmeras muestras de apoyo recibidas que Morante aseguraba ayer que
está «deseando volver a torear cuanto antes». Eso sí, cuando esté listo «al cien por cien» para el arte y la guerra.
La recuperación se prevé «larga y muy costosa por los fuertes destrozos
musculares de un cornadón de caballo», según su entorno.
Adiós a las ferias de agosto
Respecto a los tiempos de convalecencia, Antonio Barrera
dijo que «es pronto para hablar de plazos y de reaparición, estas
primeras horas son esenciales». Lo que sí parece seguro es que las
ferias de agosto (Bilbao, Almería, Málaga, Cuenca o El Puerto) se quedán
descabaladas sin Morante, pieza esencial de la temporada y autor de las
faenas más toreras. Las empresas tienen una importante papeleta para
«reconstruir» carteles con un torero de difícil sustitución. Al fondo
aparece la Goyesca de Ronda y los seis toros. «Aún es pronto para
aventurar nada...»
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