lunes, 28 de octubre de 2013

PRIMERA CORRIDA – TEMPORADA GRANDE PLAZA MÉXICO

El Rey Arturo impone su imperio

Arturo Saldívar, cortando la primera oreja de la Temporada Grande 2013-2014 en la Plaza México. Foto: EFE

JOSÉ MATA
@periodistaurino

Era inútil haber hecho uso del inadmisible torito de regalo, y era inútil como absurdo haberlo concretado, porque Arturo Saldívar, el auténtico Rey Arturo, quien anda en caballo de hacienda, había impuesto su imperio con base en los sólidos argumentos que le sustentan a su portentosa tauromaquia.

Don Pato, que fue el astado que le correspondió en tercer sitio, le recibió con dos largas perfectamente trazadas, para una vez incorporado, dibujar verónicas que han puesto de manifiesto, la solidez del arte de Arturo.

Tras salir al redondel los jamelgos cargando a los piqueros, el burel fue llevado con esas que llaman chicuelinas andantes, para recibir apenas y un suspiro de castigo.

La tarde era fundamental, y Arturo así lo sabía, no sólo era significativa para su tauromaquia, sino para continuar con la renovación que oxigena a la Fiesta en México, así que, inmerso en la decisión que le caracteriza, se fue a los medios para pasarse al toro en impactantes cambiados por la espalda, rematados con pases de pecho tan largos, como templados; hubo momentos en los que ha pasado tan cerca el toro de la geografía corpórea del artista, que hizo cimbrar el monumental coso de estruendosa emoción.

Una vez pasado el prólogo, la mano derecha comenzó a guiar al astado, con un elocuente suspiro para evitar que cayera debido a la notoria debilidad que tenía, pero dejando cada pase tan armónico, que conjuntaron una primera serie que resultó el halago para el diletante taurino. Con base en el aguante, exponiendo los muslos, dijeran los cronistas de antaño, el valentísimo Saldívar, consumó series por naturales, que parecían impensables para su realización, pero que ahí estuvieron, no sólo por su objetivo perfectamente comprendido, sino también, por la sensibilidad explícita, así como por una técnica que en cada momento afina más.

Así, exigió la mano diestra retomar la creación, y apareció una serie tan cristalina como el palacio mismo que salvaguarda a la diáfana inspiración. Había para entonces una indiscutible comunión entre el artista, el toro, la consecuente creación, y el sentimiento incontenible de los ahí reunidos.

Por ello, cuando han aparecido más naturales, han conducido a los ahí reunidos, a la sublime locura. Para entonces la Monumental México, era un jubiloso festín de los reales fuegos de artificio, en honor del Rey Arturo.

Concluyó con dosantinas, mágicas dosantinas… la obra estaba consumada. Arturo se perfiló para rubricar, y ha dejado una estocada ligeramente trasera y desprendida, que hizo sucumbir al astado, y entonces…

… entonces la gente exigió las dos orejas, pero el buenazo en turno, la viva imagen del pichicato… no la autorizó. No obstante, lo que no pudo quitar con esa negativa, fue el cariño, el respeto y la admiración, que el público profesa para un artista, que da todo y mucho más, cada vez que con su arte ilumina el redondel.

Como segundo astado para el artista Saldívar, apareció… Laurito, otro manso, descastado que ha sido pitado en su arrastre, pero que tampoco impidió que el indómito espíritu de Arturo le hiciera sucumbir, y pasar en series con la derecha merced al aguante que posee. Estocada en buen sitio, y ha saludado en el tercio.

Abrió plaza Rompe Muros, y fue para un extraviado José Mauricio, quien después de unas verónicas cumplidoras, hizo meritorio quite por gaoneras, una de ellas, muy ajustada, caleserina y revolera, que el público supo agradecer. Tras pases rodilla en tierra, para ir llevando por abajo al morito, del tercio a los medios, apareció una serie con la derecha a media altura, que si bien es cierto que fue templada, ha sido tan lejana por la separación que había entre el toro y el torero. La faena tuvo tintes cursilones, con posturas fuera de cacho, que se podrían definir, de acuerdo a lo que hizo el torero en… un lirio desmayado y el palpitar de un ave en agonía.

El astado comenzó a desarrollar sentido, intentó hacer por el torero, por fortuna, todo quedó en eso, en la mera intención… como la misma faena del José Mauricio. Un espadazo casi bajo, un descabello, y el nada elocuente silencio.

Con Santo Mario, que fue el mejor de un mal encierro, nada haría con la capa, y series que ahora mismo nadie se acordará de ellas. Quizá a su torero le faltó ajustarse para convencer, y darle mayor dimensión, ya que retrasaba el engaño y por ello daba cuartos de pases en cada una de las series. Cayó en lo anodino, y la gente aburrida se lo hizo notar estentóreamente. Un pinchazo, media estocada muy trasera. Pitos tras aviso.

El señor Talavante, pareciera que quiere inventarse una personalidad melodramática, con tintes místicos, pero eso no se inventa. NO se pueden inventar los artistas sólo por decreto de algún despistado. El señor Talavante, conoce su oficio, ni quien lo niegue, pero todo hace llegar a la conclusión, que no puede oficiar como artista, porque le hace falta mucho, muchísimo más, como por ejemplo… ser natural.

El arte presupone NATURALIDAD... VERDAD, y si no se tiene, pues qué le va hacer.

Patillas, fue su primero, un ejemplar de cómoda de presencia, al que dejó una que otra buena verónica, porque la mayoría, el astado alcanzó su capote. Su presentación en la México, hizo percibir… el inútil esfuerzo de insistir sin que haya fundamento. Así aparecieron pases con la derecha e izquierda a un toro al que según decían los entendidos, se tenía que lidiar. Aburrió el melodramático señor Talavante, y después de un horrendo espadazo, casi bajo que provocó vómito sanguíneo, se retiró en medio del abrumador silencio.

Con Tipete, un manso que salió huyendo dos veces del caballo, poco le ha hecho con el capote, bueno… nada. Y se ha vuelto a pasar toreando a muy prudente distancia, dejando una faena en momentos correcta, en otros más, sumando pases sin calidad, como muchas que se hacen en las ganaderías. Dejaría media espada tendida y muy trasera. Saludó en el tercio. Por lo que optó por el reprobable animalito del perdón, y así decidió regalar otro ejemplar, Pocos Pelos, que tras pases por abajo, dejó una serie plausible con la zurda; no obstante, el astado se acabó imponiendo, y visitó en compañía de Talavante, todo el redondel en una cruzada de series vertiginosas y vulgares. Mal… muy mal con el acero, y escuchó silbatina.

Ante este contexto, lo que ha quedado muy en claro, es que en, Arturo Saldívar, el Rey Arturo, se tiene al primer triunfador del serial, y por gracia de Dios... un torero con un futuro portentoso.

FICHA DEL FESTEJO

Con una entrada que se aproxima al medio aforo en la corrida inaugural de la Temporada Grande 2013-2014, de la Monumental Plaza de Toros México, se han lidiado ocho astados de Barralva, salvo el cuarto, los demás han sido pitados en el arrastre, por la mansedumbre y falta de casta mostrada, lo que sorprende en esta ganadería; disparejos en presentación, los mejor presentados, el tercero y sexto; los más cómodos de presencia, segundo y quinto; el octavo de regalo, lució anovillado.

José Mauricio: Silencio y pitos tras aviso.
Alejandro Talavante: Silencio y saludó en el tercio; pitos en el de regalo.
Arturo Saldívar: Oreja y saludó en el tercio; y palmas en el de regalo.

Detalles: Tras el despeje de cuadrillas se le hizo entrega de un reconocimiento al inmenso Paco Camino, quien no quiso dar vuelta al redondel, y sólo saludó en los medios. *** El buenazo en turno, Jorge Ramos, en el palco de la supuesta autoridad, siempre andan de oficiosos dando orejas a doquier, y ahora que merecía la segunda Saldívar, con estentórea petición, la negó. *** En banderillas, Juan José Trujillo, de la cuadrilla de Talavante, sufrió una cornada por el quinto de la tarde, en el parte interna del muslo derecho de dos trayectorias, aproximadamente de 15 centímetros. *** Alejandro Talavante, ni tardo ni perezoso al no haberse empleado, sobre todo en su primero, decidió hacer uso del animalito del perdón... el ventajosísimo toro de regalo, lo que sólo muestra falta de seriedad. *** Y por el ímpetu que luego pareciera sin control del talentoso, Arturo Saldívar, salió de inmediato a replicar el regalo, obsequiando otro inadmisible ejemplar, que no tenía razón de ser, ya que había dejado en claro su portentosa tauromaquia.

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