miércoles, 27 de noviembre de 2013

¡ORÁCULOS SÍMIL DEL TORO DE LIDIA!



 
Plaza de Toros de México

OPINIÓN TAURINA
Óscar López Gamboa*
En eso se han convertido nuestras plazas de toros más importantes de México, ya no se diga de las de menor categoría y prosapia taurina, con el actual símil del toro de lidia que se torea cotidianamente en los cosos mencionados tanto por los toreros de importación, cómo de los nuestros; producto de que un puñado de ganaderos según ellos de la élite taurina mexicana, y  en contubernio con las empresas que controlan el espectáculo taurino en nuestro país, sirven de  alfombra roja, para los toreros hispanos reconocidos como figuras cuando vienen cada año  a esquilmar campechanamente a los aficionados, con sus burdas y desvergonzadas actuaciones, solapadas por la servil y humillante complacencia de autoridades de plaza y de algunos críticos y periodistas taurinos.



En esta temporada 2013-2014, de engaños, fraudes y una muy buena colecta de dólares en las distintas plazas y placitas de nuestra geografía taurina, los honores le corresponden a Julián López El Juli, quien tomando como pretexto el estar festejando sus quince años de alternativa, está dándose vuelo toreando encierros de remedos de toros en las ciudades dónde se ha presentado, tales como la propia plaza México, Tijuana, Mexicali, Querétaro, Zacatecas, Guadalajara, etcétera; demostrando el menor respeto hacia los aficionados de ésas entidades y como recompensa o desagravio para aquellos aficionados, ha  sumando fracasos en todas ellas y como dice el refrán “al que obra mal, se le pudre la conciencia” ya el año pasado, le sucedió lo mismo al torero Enrique Ponce, quien se regresó a su terruño con la cola entre las patas.

Estos ganaderos han logrado producir un toro de lidia después de tantos años de un irrespetuoso y convenenciero manoseo genético, acorde a sus propios intereses y al gusto dé disque figuras del toreo de importación  y, por supuesto a las nuevas generaciones de aficionados a los que gusta más del toro que aparenta serlo con muchos kilos, dócil, bobo, demasiado suave al embestir  es decir  caminando, con una mansedumbre manifiesta,  con apenas una gota de bravura, cornamentas mínimas para no ser peligrosos, y de ser posible, no picarlos para que puedan soportar faenas largas y vistosas según ellos. Con estos resultados tan nefastos y negativos, han  llegado a crear un deplorable y nefasto clon en pocas palabras, un “frankenstein”, del otrora hermoso y majestuoso toro de lidia que al verlo aparecer en los alberos de las plazas causaba admiración y algarabía de los aficionados en los tendidos a aquel  arrogante bovino con sus verdaderos años bien cumplidos, con aquella bravura primigenia de la que proceden, con sus hermosas y armónicas cornamentas bien desarrolladas propias de sus edad, con el tonelaje idóneo, también propio de la edad  y todo ése conjunto de atributos naturales de su estirpe zootécnica debida y cuidadosamente aún, manejada por verdaderos, escrupulosos y honestos ganaderos del toro bravo mexicano, dan al toro, el trapío mismo que crece en la plaza con la condición del toro, creando con ello, un innegable aspecto de seriedad y respeto en la fiesta.

En un artículo que apareció en el portal de Mundo-toro el 19 de este mes, escrito por  Carlos Ruiz Villasuso, que lo intitula El tamaño del toro, el tamaño del toreo en él entre otras cosas señala: que percibe unos movimientos de salubridad social o de cambio, tanto en España como en México, y en ambos casos, el cambio ha de ser hacia una dirección. ¿Cuál es ésta? Pues de eso se trata. De decidir que fiesta deseamos, hacia quién la vamos a dirigir, que queremos ofrecer.

Asimismo, manifiesta coincidiendo con mis argumentos,  al tamaño del toro, chico o grande, dice no es mal de tamaño sino mal de origen y de bravura. Que México, sufre en apariencia por el tamaño del toro pero que eso es una cortina de humo ya que el problema real, reside en la escasez de bravura de forma continuada en las ganaderías por el mal manejo de muchas ganaderías. También expresa que allá en la península ibérica el enquistado debate que existe en nuestro país sobre el tamaño del toro, los ganaderos españoles, lo resolvieron a principios de los años setenta aumentando la genética hacia lo grande.

Es innegable que la competencia y concurso de toreros españoles en nuestras plazas, es necesaria más no indispensable sobre todo, cuando estos aporten a nuestra fiesta ética, profesionalismo, y respeto lidiando encierros con edad, peso y trapío como lo hacen en España y Francia, pero no es así y con ello, lo único que aportan, es deshonestidad y ventajas. Además para poder sufragar sus altos honorarios los empresarios mexicanos, suben demasiado el costo de las entradas por lo que prácticamente este tan devaluado espectáculo, se ha convertido únicamente para pudientes de ahí, que las plazas luzcan casi vacías y obvio quién pierde, es el empresario, y el poco público que pagó por presenciar una verdadera corrida de toros pero no es así y estos diestros tramposos, felices de la vida recogiendo divisas mal habidas, para llenar sus talegas de billetes.

Con todas estas situaciones negativas que privan en la actual Fiesta de los Toros, se ha venido desterrando sistemáticamente de las plazas, al público prueba de esto, son las paupérrimas entradas que ha habido en esta temporada, en todas las plazas de la república, donde se están celebrando corridas ya no de toros sino de clones. En quienes está la solución para devolverle a nuestra fiesta la seriedad y verdad que urgentemente necesita; está en las manos de los protagonistas de la misma de no ser así, está definitivamente condenada a desaparecer, más pronto de lo que se imaginan sus verdugos.

26 de noviembre de 2013.
*Ex Juez de Plaza Calafia.

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