La temporada que ahora comienza es la número 25, como matador de toros, deEnrique Ponce.
Las miradas de aficionados y empresas se centran en el diestro
valenciano: su pasada campaña fue extraordinaria; además, el reciente
conflicto del llamado «grupo de los cinco» lo refuerza como atractivo básico en las grandes Ferias, en las que vuelve a actuar. Su toreo sigue siendo ejemplo de naturalidad y clasicismo; su estrategia es exclusivamente taurina, sin modernismos ni búsqueda del «glamour». De todo ello habla en exclusiva para ABC.
–Tu remontada comenzó, el año pasado, en Huesca, el día en que tuviste que matar seis toros, por el percance de Morante.
–Fue, toda ella, una temporada muy bonita: en su comienzo,
sonó menos, porque no toreé tan seguido; en agosto, ya lo hice más
continuado y resaltó más. La tarde de Huesca, efectivamente, fue
importante: triste, por el percance de mi compañero, pero buena, para
mí, porque mostré mi capacidad para resolver la papeleta, cuajando cuatro de los seis toros. A partir de ese día, las grandes Ferias de agosto resultaron muy bien.
–Sobre todo, Bilbao, una de tus Plazas más queridas.
–Las dos tardes de Bilbao marcaron mucho mi temporada. La
primera tarde, el presidente me negó la segunda oreja y por lo tanto la
Puerta Grande y la segunda no salí a hombros por la espada, cuajé faenas
variadas a toros de distintos encastes.
–¿Cómo afrontas la temporada?
–Con muchísima ilusión; sobre todo, por ser la número 25,
consecutiva, sin haber descansado nunca, a un nivel tan alto y enlazando
España y América. De verdad, es algo muy difícil.
G-5: «Habría que estar en la piel de cada uno para interpretar bien lo que ha ocurrido»
-Ya has superado la lesión muscular.
-Me dolió pero no pude ir a América (México, Colombia y Venezuela) porque me dijeron que había riesgo grave de recaída. La lesión de abductores es muy fastidiosa:
fíjate el caso de Curro Molina. Pero ya he estado tentando (en casa y
en las de amigos como Victoriano del Río, Zalduendo y Garcigrande) y me
he encontrado perfectamente.
–Tú no te planteas un número cerrado de corridas.
–Respeto a todos mis compañeros pero yo no actúo así: no
sé, ahora mismo, lo que voy a torear. No puedo saber cómo me encontraré
en septiembre, qué compromisos o sustituciones pueden surgir. Yo soy de
los de antes, me gusta más lo que siempre ha sido el toreo.
–Empiezas en Olivenza, el 9 de marzo.
–Creo que sí, si no surge algo antes. Me alegra mucho volver a Olivenza, me dolió no haber ido el pasado año.
–Desde que tomé la alternativa, casi siempre lo he hecho.
Me satisface dar la alternativa a un paisano, Jesús Duque, el día 18: he
dado ya más de 50... Pensaba ir sólo un día pero surgió la idea de los
ocho toros, el día de San José, y el empresario insistió mucho.
–Eso
se llamaba tradicionalmente «la fartá» (el hartazgo); por ejemplo, el
Gallo, Gallito, Belmonte y Saleri, tal como lo canta Rafael Duyos. Pero,
ahora, ¿no temes que pueda cansar al público?
–Espero que no. El cartel, con Morante, El Juli y
Manzanares, ha caído bien, en un día muy especial. Se supone que los
cuatro interesamos al público: a lo mejor, hasta se les hace corta...
«Por supuesto que aceptaría torear con José Tomás. Ya hubo un intento»
–Tienes pendiente cortar un rabo en tu tierra.
–Ése sería un día muy bonito, para conseguirlo.
–Luego, Castellón, el 28 de marzo.
–Me encanta volver a la Magdalena. Ya sabes que, en esa Plaza, debuté con picadores y eso no se olvida.
–Te han hablado para ir a Málaga, el Sábado de Gloria o Domingo de Resurrección.
–Así es, pero no voy a ir, por las fechas, que no encajan con mis planes.
–Tú no estás peleado con Canorea.
–No. En las contrataciones de los toreros, siempre surgen
discrepancias pero, al final, siempre me he arreglado con la empresa de
Sevilla. No quiero juzgar a nadie: habría que estar dentro de la piel de
cada uno para interpretar bien lo que ha ocurrido. Deseo que se arregle
el conflicto por el bien de todos y de la Fiesta.
–Vuelves a Sevilla.
–Sí, dos tardes: el sábado de preferia, con Castella, y el
miércoles de farolillos, con El Cid y la alternativa de Javier Jiménez.
He estado dos años sin ir: por decisión propia, la empresa siempre me ha
llamado. Esta vez, me pedían cuatro o cinco tardes, incluido el Domingo
de Resurrección y la Feria de San Miguel. Me he quedado en estas dos.
–¿Cómo rechazas una corrida, la de Resurrección, que todos desean?
–Ya te lo he dicho, a propósito de Málaga: es una simple cuestión de fechas, no encaja en mi planteamiento.
–Sevilla no ha sido una Plaza fácil.
–Es verdad. Al comienzo, no tuve suerte, allí, me costó
«entrar». Luego, felizmente, las cosas cambiaron. En 1999 abrí la Puerta
del Príncipe y en el 2006 cuajé una de mis mejores faenas, al toro de
Zalduendo. En cuarenta y tantas tardes, ha habido de todo: también, una
cornada. Pero he sentido el cariño de esa afición. Después de dos años
de ausencia, vuelvo porque me apetece y también para celebrar mis 25
años de matador. Voy con ilusión: siempre merece la pena volver a
Sevilla.
–Y
a Madrid... Pero, finalmente, no a la corrida de Beneficencia. Resulta
sorprendente que renuncies a las dos corridas, quizá, más famosas del
año.
–Se habló en serio de ir a la Beneficencia pero preferí dejarlo. Quería venir una tarde a Madrid, la empresa me pidió que fuera dentro del abono y accedí.
«Las niñas tiran mucho. Y Paloma. Su apoyo es esencial»
–¿No sería mejor venir dos tardes, hasta por tu propio interés, por si salen mal los toros?
–He toreado en Las Ventas más de cuarenta tardes; algunas
temporadas, hasta cinco corridas. He triunfado en ella desde novillero,
he salido a hombros tres veces y, seis o siete más (los toros de
Sepúlveda, de Samuel, del Puerto), he perdido ese premio por la espada.
El aficionado madrileño no ha olvidado la faena a «Lironcito», una de
las más importantes de mi vida. En conjunto, me parece que es un gran
palmarés.
–¿Cómo crees que te recibirá la afición madrileña?
–Me he sentido siempre respetado y querido por ella. Espero
que me reciban bien y también que me exijan, como hacen con todas las
figuras. Si se me permite la metáfora, creo que la aparente piel de lobo
de esa afición esconde mucha sensibilidad, un gran corazón. Y yo pienso
salir a darlo todo.
–A Bilbao no faltarás.
–¡Desde luego! Posiblemente, iré dos tardes, si no surge algo especial...
–Vas a ir a todas las grandes Ferias.
–Sí, salvo Pamplona, de la que ya me despedí.
–¿Cuántas tardes piensas torear?
–No lo sé: lo normal, lo que vaya saliendo. Algo más que el
año pasado, por mis 25 años, pero tampoco muy extensa: unas 40
corridas.
–A mí me salen más, si todo va bien.
–¡Que no te oiga Paloma y se enfade! Ya veremos... Por
ejemplo, al día de hoy no sé si iré o no a la Feria de Julio de mi
tierra.
–Has toreado 49 toros de Victorino. Te toca redondear la cifra.
–Espero poder hacerlo.
«La aparente piel de lobo de la afición de Madrid esconde mucha sensibilidad»
- En tu carrera, has lidiado todos los encastes.
- Así es: Atanasio, Núñez, Domecq, Victorino, hasta de
Miura. Estoy abierto a la diversidad de encastes: según la Plaza, elijo
el encaste que puede gustar más, teniendo en cuenta los que están
funcionando bien. Ahora mismo, creo que Domecq está dejando menos
espacio a los otros. Pero hay que tener en cuenta su variedad: poco
tiene que ver la embestida de un toro de Victoriano del Río con la de un
Zalduendo o Juan Pedro y las tres me gustan.
–Pregunta recurrente: ¿aceptarías torear con José Tomás?
–¡Por supuesto! De hecho, ya hubo un intento, el de Simón
Casas, en la pasada Feria de Julio, y yo dije que sí; pero, al final, no
se hizo. Por mi parte, no existe ningún inconveniente; igual que con
cualquier otro compañero. Toda mi vida lo he hecho así. No me lo he
inventado yo, es lo propio de una figura: torear con todos, en todas las
Ferias.
–El problema de ese cartel sería económico, me temo.
–Creo que ése no sería el problema fundamental. Estoy abierto a que cualquier empresario me llame, para proponérmelo.
-Tampoco le pones pegas a que televisen tus corridas.
- Nunca he puesto a eso ninguna pega y no voy a cambiar.
Además, creo que deberían darse más corridas en la televisión pública,
en abierto.
-¿Harás algún gesto especial, con motivo de los 25 años?
- Creo que ya es un gesto arrancar la temporada con esta
fuerza, volver a Sevilla y Madrid. Ya es algo especial mantenerse como
figura durante 25 años, ininterrumpidamente.
- Siempre has dicho que anunciarías cuál iba a ser tu última temporada; por lo tanto, ésta del 2014 no va a ser...
-He dicho que me gustaría anunciarlo pero puedo cambiar de
idea... Lo previsible es que no sea así: arranco la temporada sin pensar
que ésta sea la última. Va a ser, sin duda, una temporada bonita,
importante, pero dura. Sí es posible que sea la última con este
planteamiento; que, el próximo año, baje el número de actuaciones.
–A los profesionales les asombra que no te canses ni te aburras.
-El único secreto es que mantengo plenamente la ilusión por
mejorar, día a día. Pruebo cosas nuevas en el campo, en los
entrenamientos. Siempre he procurado no estancarme.
- Con el capote, por ejemplo, has mejorado.
-Creo que sí, claramente, en estos últimos años. Intento
siempre ahondar en mi toreo. La búsqueda de la imposible perfección es
lo que te hace soñar.
–Pero las niñas tiran...
–¡Mucho! Y Paloma. La vida de la mujer de un torero es durísima.
Ella ha vivido toda mi trayectoria, a mi lado, desde 1993: sufriendo,
en casa. La paciencia tiene un límite, es comprensible. A la vez, sin su
apoyo, que es esencial para mí, yo no podría seguir: le pido que no me
pida que me vaya de los ruedos, aún.
-No te has planteado nunca parar un poco para descansar y, luego, volver.
-Eso no lo veo. El día que diga adiós, me gustaría que
fuera para siempre. Pero seguiría toreando en el campo, claro está,
siempre.
-Irse estando en plena forma parece un crimen.
-Gracias a Dios, me encuentro físicamente perfecto. Siempre me he mantenido con el mismo peso. Y con las mismas ganas de torear.
–Las niñas saben cuál es tu profesión.
–Lo saben. Hace poco, Bianca dijo: «Papá se va a trabajar».
Y Palomita la corrigió: «No se va a trabajar, es torero: va a torear».
–¿Qué es lo más bonito de este momento?
–Que, 25 años después, los aficionados me sigan esperando con ilusión. Es un verdadero milagro: se lo agradezco infinitamente.
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