
La espada birla cinco orejas
Enrique Ponce y Joselito Adame pinchan sendos triunfos
E. NARANJO,
Sevilla
El globo de oxígeno que David Mora
en la tarde de ayer comenzó a llenar en La Maestranza pareció haberse
ido completando esta tarde en el ambiente de los tendidos. Sobre todo
por la gran actuación de Enrique Ponce frente al cuarto, al que pinchó, y la enorme demostración de virtudes del mexicano Joselito Adame frente a su lote.
No era el segundo toro de Enrique Ponce la mejor presentación exterior de la casa de Victoriano,
pues la estrechez de sienes cantaba en el mismo, pero su condición y
sobre todo el torero que tenía delante fueron catalogando de faena
completa la que le suministró el valenciano a base de un toreo profundo,
estético y enrazado. Desde el primer momento enseñó Ponce
que por el pitón izquierdo era muy áspero, se quedaba corto, arrollaba y
protestaba cuando la tomaba, por lo que no lo intentó. Sin embargo por
el derecho fue un compendio noble que propició una faena in crescendo,
que levantó Sevilla y su Feria. Estuvo rubricada por sus ya clásicas
poncinas, pero la espada sepultó el triunfo asegurado del torero. Su
primer toro fue un toro que el público protestó, se cuidó mucho en
varas, pero no podía con sus seiscientos kilos y desistió en su tarea
brava.
El mexicano Joselito Adame
cortó una oreja del sexto, haciendo un enrome esfuerzo por entregarse a
lo largo de toda la tarde: se fue a chiqueros en dos ocasiones, quitó
por chicuelinas, lopecinas e incluso gaoneras. Cumplió, por tanto, con
creces el hidrocálido con tas sólo un borrón en su actuación: la espada.
En su primero no pudo cortar una oreja por culpa del descabello y tras
la gran faena al sexto bien merecía, si no fuera por el fracaso del
acero, la Puerta del Príncipe. Fue en ese toro donde recibió una
espeluznante voltereta al intentar un molinete por la izquierda que
volcó nuevamente a Sevilla con su actitud. Sin duda que significó una
actuación muy a tener en cuenta.
Como faena más consistente por estética
ha sido la del sexto por la continuidad de la misma: dobló mucho con un
toro que cantaba no querer embestir y a apretar por manso hacia adentro.
Sin embargo Adame lo rompió por abajo y lejos de
desistir ante el animal lo fijó y lo enceló en la muleta. Se lo sacó
hacia a fuera en una primera tanda inicial y a partir de ahí le engarzó
tandas largas y de ligazón genial por el pitón derecho. Por el
izquierdo le hizo hilo e incluso le llegó a sorprenderlo en una
ocasión, en la que la Banda del Maestro Tejera no dejó de tocar a pesar
del suceso, costumbre ya perdida en Sevilla y que es de mérito para la
corporación musical.
Por su parte, Sebastián Castella
sigue teniendo la relación amor odio con Sevilla y la ciudad con él.
Con más claridad con su primer cinqueño, que tuvo tenido embestidas con
transmisión pero no llegó a romper. Le hizo el francés un planteamiento
de faena rancio a su lote, cortando las distancias de los mismos y
deshilachando las pocas posibilidades que ofrecía el mismo.
Plaza de toros de La Maestranza. Más de tres cuartos de entrada en tarde soleada y calurosa.
Toros de Victoriano del Río, desiguales de presentación y juego. Destacó el cuarto, noble , y el sexto, aplaudido en el arrastre.
Enrique Ponce, silencio y vuelta al ruedo tras aviso.
Sebastián Castella, silencio en ambos.
Joselito Adame, vuelta al ruedo y oreja.

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