–¿Cómo se encuentra?
–Después del susto, y una vez que ha pasado la
incertidumbre de lo que podría haber sido ese momento tan fatídico,
estoy más tranquilo.
–¿Ha visto ya las imágenes?
–Las he visto en la televisión, cuando te das cuenta no de lo ocurrido sino de la técnica. Del porqué ocurrió.
–¿En qué momento del saludo ve que la cosa no va bien?
–El toro no tenía inercia, no llevaba galope, y en esa
suerte el toro tiene que salir con una inercia para que se desplace. El
toro lo que hace es frenarse, y cuando veo que se frena lo que hago es
tocarle con el toque para que él inicie ese galope necesario.
–¿Cuando decidió recibir al toro a portagayola?
–Hay tardes que son muy claves para triunfar y hay momentos
en los que intentas dignificar tu profesión y de darlo todo. Lo decidí
sobre la arena, en el mismo momento.
–¿Cómo fue la embestida? Teniendo en cuenta que es cuando más fuerte está el animal.
–Recuerdo cuando estaba haciendo la suerte, el impacto;
luego me vi en el suelo y recuerdo cuando me cogieron mis compañeros.
Ahí vi que el borbotón de sangre me estaba matando. Fui para la
enfermería y, cuando estaba de camino, sentí el fallecer... Tuve una
especie de muerte dulce de la que al final, gracias a Dios, como me
controlaron la hemorragia, no hubo ese momento trágico.
–El doctor García-Padrós dijo que perdió unos dos litros de sangre.
–Cuando llegué a la enfermería me encontraba casi sin
fuerzas. Pero algo me dijo que no me dejara llevar, que no me quedara
dormido.
–Entró en la enfermería con la tensión bajísima, ¿llegó a pensar que igual se quedaba?
–Lo llegué a pensar varias veces. Lo pensé porque hubo un
momento en el que perdí la orientación, aunque luego la recuperé en la
enfermería. Tuve momentos de lagunas, momentos de incertidumbre.
–Hay quien opina que si esto le pasa en otra plaza... Igual estábamos hablando de otra cosa.
–A veces no sabes por qué la vida te depara ciertas cosas.
Doy gracias al doctor don Máximo García-Padrós, porque si llega a haber
sido en otra plaza, sin quitar importancia a otros profesionales, no me
hubiera podido salvar.
–Después de conseguir una oreja en Sevilla, ¿le frustra este parón?
–El toreo es una forma de vida. Es una profesión que te va
marcando en cada momento, en cada trance. Y, sea bueno o malo, lo tienes
que asumir. Son trances que te ayudan a crecer no solo
profesionalmente, sino también en lo personal.
–¿Cuántas ganas tiene de volver?
–Pues muchas. Tengo ganas de hacer disfrutar a los
aficionados y, personalmente, de verme capaz de vencer esas
circunstancias que te hacen ser muy responsable en tu profesión y
hacerlo lo mejor posible.
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