martes, 10 de junio de 2014

Joselito: «Me da miedo llegar a la plaza y sentir ese agobio que parece que no puedes respirar»

El diestro regresa a los ruedos el 15 de junio en la plaza de Istres con Morante y Cayetano Ortiz. Sólo un día. Habla de las emociones tan claro que asusta



«Me da miedo llegar a la plaza y sentir ese agobio que parece que no puedes respirar»
«Me da miedo llegar a la plaza y sentir ese agobio que parece que no puedes respirar» Jesús G. Feria


Patricia NAVARRO.  Trujillo.
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Vuelve por un día. Lo tiene claro, por mucho que la rumorología quiera hacer que tengamos Joselito por más tiempo. Pero dice y asegura que toreará en Istres y se irá. Lleva más de una década en el retiro, refugiado en la ganadería y en la retaguardia del toreo. Joselito es aire fresco, un canto al clasicismo y una bocanada de sinceridad que desarma. Figura del toreo, recién cumplidos los 45 y un torero que tiene «mucho que decir, aunque eso no significa que vaya a hacerlo». El dinero no ha sido anzuelo suficiente para hacerle cruzar la raya, quien quiera verle tendrá que peregrinar camino a Francia. Joselito ha encaminado ya la cuenta atrás. Un tramo intenso de felicidad y sufrimiento le aguarda hasta el día 15: ahí se alimenta el artista y sus tiempos.
–¿Por qué sólo una?
–No me apetece torear más, con una es suficiente. Ni tengo gasolina ni ganas. Con ésa colmo mis ilusiones.
–¿Qué ha cambiado?
–Me he ilusionado y me gusta volver a vivir cosas nuevas que ya no sentía desde hace mucho tiempo. Cuando estás en activo vives muchas cosas de continuo y se acaba haciendo duro. Ahora vivo sensaciones que hacía tiempo que tenía apartadas.
–¿Cómo se fragua la idea?
–Cuando lidié la corrida en Istres el año pasado, cené con Morante y fue él quien me lo propuso. Decía que le hacía ilusión, por aquel entonces a mí no... Pero lo empecé a pensar y me dije por qué no, siendo consciente de que sólo iba a ser un día y la responsabilidad no es la misma.
–¿Por qué eligió Istres?
–Porque todo se fraguó allí, pero a mí me hubiera gustado más otra plaza.
–¿Cuál?
–Me hubiera gustado mucho Ronda, pero como no surgía y fue Istres donde se fraguó todo, pues pensé que el mejor sitio era allí.
–¿Soñaba con Ronda?
–He estado durante seis o siete años, desde 2003 que dejé de torear hasta 2009, pensando en que iba a torear la Goyesca de Ronda. Mi ilusión era esa corrida.
–¿Y por qué no toreaba en Ronda?
–Pues no sé, por unas cosas o por otras no cuajaba.
–¿Y este año no le vamos a ver allí?
–No, este año no voy a torear en Ronda.
–Asegura que sólo va a torear una tarde.
–Nunca se puede decir al cien por cien nada, porque hasta ahora aseguraba que no iba a torear ninguna y voy a ir a Istres, pero en mi cabeza no está... Si sale bien, voy a torear sólo la de Istres y si estoy muy mal, voy a torear sólo la de Istres.
–A pesar de que ha tenido ofertas...
–A pesar de que he tenido ofertas astronómicas, pero no se trata de economía.
–¿De qué se trata entonces?
–Se trata de la ilusión y de la responsabilidad. Una cosa es torear una corrida esporádica y otra, meterte en temporada.
–Pero, ¿la preparación es parecida?
–No, en temporada es todos los días y todas las horas. Nada es igual. Si tuviera que torear más corridas no lo vería igual.
–¿Qué Joselito nos vamos a encontrar?
–El de siempre, más mayor, pero el de siempre, casi once años después.
–¿Se ven las cosas distintas ahora?
–Me ha servido mucho estar parado. He asumido conocimientos que eran fáciles de asimilar, pero no era capaz. Ahora no tengo el ímpetu ni la fuerza física, pero veo las cosas más sencillas.
–Cuando estás en activo y arriba, ¿pasa todo muy deprisa?
–A mí era la presión lo que me comía mentalmente y no me dejaba evolucionar a la velocidad que yo quería. Tenía que defender mi parcela. Y defendiéndola pues no prestaba atención a otras cosas.
–Y cuando con ese poso lo pone en práctica, ¿es más fácil o más difícil el toreo?
–Más fácil, pero ahora tengo menos valor. Bueno no sé si es menos valor... Se tienen menos facultades... Tienes el cuerpo menos adaptado. Cuando estás en activo estás dispuesto a que un toro te coja y te parta por la mitad y no pasa nada y ahora no.
–¿Cuesta dar ese paso?
–Claro; no estás en la pelea, mi pelea es conmigo. Cuando estás en activo tienes que estar dispuesto a cruzar en todo momento y ahora igual en un momento dado tiras de amor propio y también, pero no todos los días y a todos los toros.
–Antes de anunciar la reaparición, ¿ya se había enganchado de nuevo al toreo?
–El año pasado antes de tomar la decisión toreé unas cuantas becerras. Vino un amigo mío, que es aficionado práctico, y le encerré tres becerras y andaba más verde de lo que pensaba y al final toreé yo una y me ilusioné y toreé siete u ocho becerras.
–¿Le quedan cosas que contar?
–Muchas. De hecho pienso que mi techo no ha llegado, pero eso no significa que lo vaya a intentar encontrar.
–Vivir sin torear, ¿es vivir?
–Es distinto. Desde que he decidido volver tengo ilusiones distintas que no encuentras en nada. No es lo mismo. En otras cosas, la ganadería, los caballos...
–¿Están hipotecados a las emociones?
–Nunca encuentras algo que te llene tanto para lo bueno y para lo malo. Para mí ha sido primordial estar muy mal para estar muy bien. La satisfacción plena llega cuando te sientes incomprendido, primero te sientes el peor artista del mundo y de pronto al día siguiente eres capaz de hacer lo mejor. Sólo una vez con un caballo sentí algo similar, porque me hizo pasar mucho miedo y lo dominé. Controlé su miedo y mi miedo, pero no hubo creación artística.
–¿No piensa en la locura de volver?
–Ahora están todos los días dando la cara y a mí me costaría mucho trabajo. Y la realidad es que no me lo planteo, tengo muchas cosas en las que pensar y me tendría que replantear mi vida de nuevo.
–¿Y cómo es la vida de Joselito?
–Está bien, no me disgusta. Me acuerdo mucho... qué vida más buena la de torero... El sentirte a gusto contigo mismo y saber que eres tú el que mandas en la situación. Eso no está al alcance de todo el mundo.
–¿Y qué es lo que menos echa en falta?
–El envoltorio, la parafernalia. Me gusta la discreción. Me gusta ser José Miguel Arroyo y sentarme en la mesa como uno más. Vestido de torero me gusta ser pintón, el que más, pero de calle normalito.
–Saber que hay mucha gente que se ha ilusionado con su vuelta...
–Eso ha sido tremendo y a la vez me llena de responsabilidad.
–¿Duerme todavía por la noche?
–De momento, sí... Pero lo que temo es que llego dos días antes a Istres porque lidio allí y siento vértigo, no sé qué voy a hacer, cómo hacer. Hay que esperar... A la vez va a ser maravilloso.
–Hace un par de años publicó un libro para el que había que tener mucho valor.
–Fue una revolución interna tremenda. Hubo días de pasarlo muy mal al recordar. Había ido al psicólogo, pero esto era hacerlo a lo bestia. Quise echarme atrás pero me dijeron que el libro ya estaba en imprenta. Al final fue una liberación. El que quiera, que me acepte como soy y así entenderán por qué soy rarito.
–¿Cómo vive la ganadería?
–No tiene nada que ver con torear. Es bonito también pero es muy complicado, casi imposible.
–Pero ha tenido éxito.
–Sí, pero tú como torero sabes dónde puedes llegar, dónde puedes apretar, pero como ganadero intentas poner lo mejor en todos los sentidos, el mejor pienso, el mejor manejo, la mejor vaca, el mejor semental y luego el margen de error es enorme.
–¿Entre que le embista una corrida de toros y cuajar un animal toreando?
–Ni punto de comparación. Esto es una barbaridad, pero yo prefiero pegarle cuatro muletazos a una becerra, me satisface más... Quizá porque he vivido esto y lo siento de otra manera.
–¿Qué toro busca?
–Que tenga fijeza en los engaños, que humille, recorrido, clase y movilidad, ese es el ideal.
–¿Es el toro que quería como torero?
–Sí, siempre me gustó un toro que con 15 o 20 arrancadas me dejara solucionar la papeleta. Ese toro medio que necesita 50 muletazos para cortar una oreja me consumía.
–¿Cuál fue su mejor temporada?
–La de la alternativa. Era un crío, tenía 16 años, buen torero pero sin romper moldes. Tomé la alternativa y me anuncié con las figuras y no desentoné. Ojeda, Capea, Manzanares, Dámaso, Antoñete, Romero... No hacer el ridículo y mantener el puesto fue todo un reto. Artísticamente no era el mejor, pero fue el punto de partida y el anclaje de mi carrera.
–¿Alguna vez quiso quitarse en mitad de una temporada?
–Sí, y lo hice. En el 90, el año que triunfé en Madrid por primera vez. Me atonté. Llegué a Nimes y fui incapaz. Le pegué tres mil pases al toro pero no fui capaz de sentir de verdad. Estuve tres o cuatro corridas sin torear. Reaparecí en Úbeda con una de Cebada y con toros más complicados que los de Nimes fui otro. Me reinventé.
–Una tarde mala, ¿lo sufría mucho?
–Para mí era nefasto. Me sentía roto por dentro, destrozado, no quería ver a nadie. Me metía en mi mundo, en mi mierda, me iba a casa, a entrenar e intentar olvidarme.
–¿Cuáles han sido sus plazas?
–Muchas. Valladolid, Salamanca, Málaga, Almería, Granada, Córdoba...
–¿Y Madrid?
–Madrid es mi tierra y los triunfos más gordos los he tenido allí. Pero es tal el sufrimiento que tienes... En el 90 triunfé y me creí Dios y luego lo pagué. Quizá por eso aprendí a no dejarme llevar por la vorágine y actuaba de una forma más fría. No quería ser tan torpe de volver a caer en lo mismo.
–Le queda un mes y medio para esa tarde, sólo una. ¿En qué piensa?
–Uff. Me da un poco de miedo llegar al patio de cuadrillas, no sé qué voy a sentir, ilusión o quizá ese agobio que parece que no puedes respirar. No sé si me lo tomaré con relajo o estaré atacado. Ese mogollón de gente, ese momento de parabienes, y yo pienso qué me estás contando si en ese momento estaré medio muerto de miedo...
–Y a los sueños, ¿les teme?
–No, todo lo que me ilusiona y me gusta lo sueño. Esto me gusta y lo sueño. Para bien y para mal. Puede que sea un exitazo o una puta mierda.
–Y si es un exitazo, ¿está seguro de que sabrá parar?
–Espero ser lo suficientemente inteligente para dejarlo justo ahí.

El toro difícil... las dudas

«Ya empiezo a pensar quién me manda a mí meterme en este lío. Qué necesidad tenía. Primero pasas la euforia de sentir qué bien, va a ser maravilloso y ahora ya estoy en la fase de las dudas. Siempre he tenido estas dudas a lo largo de mi carrera. De hecho, cuento con que de aquí al quince de junio querré no torear y algún toro me lo hará ver difícil y no querré saber nada de nada. Pero en mi vida de artista siempre ha sido así. He pasado por la euforia mayor y la decepción mayor, pero para ser artista tienes que sufrir. Los planos pueden ser buenos, pero no dejan huella», dice José Miguel Arroyo en su finca de San Juan de Piedras Albas (en Trujillo), a algo más de un mes y medio de que llegue la fecha señalada en el calendario.

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