Para cerrar la Feria, vuelven a Las Ventas, después de nueve años, los toros de Miura, siempre esperados por la afición. Son serios y encastados;
segundo, tercero y cuarto dan un gran espectáculo, son aplaudidos en el
arrastre. La gente se pone de su parte y no valora lo que logran los
diestros. Destaca especialmente el segundo toro, «Zahonero», para el que se pide la vuelta al ruedo.
El primero es recibido con aplausos por su bella estampa, como varios de sus compañeros. Comienza Rafaelillo
con una larga de rodillas en tablas. Le pegan fuerte en varas, sangra
mucho. En la muleta, se queda corto, se apaga. Rafael se muestra aseado, con oficio pero
no logra lucimiento y falla al matar. El cuarto, levantado, con
pitones, sale alegre y nervioso. Lo recibe con aceptables verónicas, pica bien Esquivel. Galopa espectacularmente en banderillas y a la muleta del diestro murciano, cuando lo llama de lejos. Hay momentos de emoción, en una pelea ardorosa, metido entre los pitones, pero encorvado. No acaba de redondear faena pero mata con decisión.
Encastado y noble
Todos vemos con simpatía al diestro catalán Serafín Marín, que ha defendido la Fiesta en su tierra. (Una pancarta, en el tendido, reprocha la tardanza en el fallo del Tribunal Constitucional).
Pero ha toreado poco, últimamente; para lidiar Miuras, hace falta estar
muy en forma... El tercero, además de encastado, es noble y embiste en
ocasiones con dulzura.
(Se ha lucido en banderillas Curro Robles). Logra Serafín algunos
muletazos sueltos estimables pero, al querer ligar, pierde la
colocación. El público se ha puesto de parte del toro,
al que ovacionan. El último saca astillas de un burladero pero flojea,
es incierto y rebrincado. El diestro se muestra decidido, pasa algún
apuro, no mata bien. Otra vez será...
Me salto el orden de lidia para decir que el quinto de Miura, «Datario», es el más espectacular de estampa, abiertísimo de pitones. Por desgracia, flaquea demasiado y es devuelto. El sobrero, de Fidel San Román, embiste algo brusco, a media altura, sin gracia. Castaño se defiende con oficio pero la gente se desentiende.
El momento culminante de la tarde –y uno de los mejores de toda la Feria– lo vivimos con el segundo toro de Miura, «Zahonero»,
muy en la línea de la ganadería. Lo coloca bien Castaño y acude al
caballo de largo, tres veces, levantando una gran ovación. La misma
reciben los magníficos componentes de la cuadrilla: en la lidia, Marco Galán; con los palos, David Adalid y Fernando Sánchez protagonizan un tercio memorable. A pesar del castigo recibido, el toro sigue embistiendo de largo, galopando. Algunos naturales son buenos pero, pronto, el público se pone totalmente de parte del toro. ¿Por qué no concede el presidente la vuelta al ruedo? No lo sé.
No hay comentarios:
Publicar un comentario