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lunes, 7 de julio de 2014

Lección de hombría de Miguel Abellán en San Fermín


Un encierro rápido y emocionante han protagonizado las reses de Torrestrella, de bella estampa: burracos, ensabanaos, capirotes... Por la tarde, el juego de estos toros no ha correspondido a su hermosa lámina: solo los dos últimos han sido manejables. Al quinto le corta una oreja Miguel Abellán, cojeando ostensiblemente: lesión de abductores y lección de hombría. En los demás, el buen oficio de los diestros y su seguridad con la espada (seis estocadas) no logran atraer la atención de los mozos, que dan a esta Plaza su peculiar personalidad.

Aunque Antonio Ferrera vive su mejor momento no logra el triunfo. El primer toro es noble pero soso, embiste a media altura, con escasa codicia. El diestro lo va metiendo en la muleta pero la faena tiene más técnica que brillo. Muestra su mejoría con la espada. El cuarto, el colorado que no ha corrido el encierro (sustituye a uno que se lesionó en el encierrillo), es el más brusco, reservón, vuelve rápido. Arriesga el diestro en el par al quiebro, se muestra como serio lidiador pero los mozos están merendando. Vuelve a matar bien aunque el toro tarda en caer.

Entre los pitones

Miguel Abellán, que se portó como un héroe en San Isidro, muestra hoy la misma actitud. El segundo toro es bondadoso pero flojo: lo recibe con largas de rodillas, gallea por chicuelinas, muletea de hinojos pero el toro se viene abajo y, con él, la faena. Logra una gran estocada. No advertimos cuándo se ha lesionado pero pasa a la enfermería y sale, infiltrado, a matar el quinto, muy veleto pero manejable. A media altura, logra series lucidas, ligando los derechazos, se mete entre los pitones, hace alardes... Ha conseguido que los mozos -y todo el público- «entraran» en su faena, algo mucho más digno de elogio sabiendo que está lesionado: un gesto torero, recompensado con la primera oreja de un matador, en la Feria.

Al herido David Mora lo sustituye Daniel Luque. El tercero, astifino, echa las manos por delante, se queda corto. Le saca muletazos con oficio pero sin estar a gusto porque el toro no se entrega. Logra una buena estocada. El último, abierto de pitones, con casi 600 kilos, es más manejable. La faena es larga, desigual. El diestro luce su facilidad en buenos naturales pero se alarga y falla con el descabello.

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