martes, 1 de julio de 2014

Nadie falló en la fiesta de cumpleaños de El Cordobés

«No te fallaré». El lema de El Cordobés, sonriente con un sombrero cowboy a lo Coyote Dax, inundaba la ciudad del Arlanzón. Y no decepcionó: aun con los puntos de la cornada en Marbella, reapareció para celebrar su 46 cumpleaños, que las peñas le cantaron en el paseíllo. No pudo tener mejor regalo que «Repetidor», un ejemplar de Zalduendo bravo y nobilísimo. Mira que andaba justo de fuerzas y trapío, pero el domecq se cargó tres burladeros mientras las peñas exclamaban «¡este toro es del Gamonal!» Manolo Díaz, con sobrado oficio, se hartó de pegar derechazos de todos los colores, en las rayas y en el mismísimo platillo. Los zurdazos mirando al tendido y los ranazos provocaron el frenesí. Le obsequiaron con una oreja con fuerte petición de otra.

No faltó la tarta a la hora de la merienda entre el jolgorio del personal. Aunque más parado, también sirvió el bizco cuarto, que brindó a su mujer y en el que anduvo más desconfiado. Su personal puesta en escena le entregó otro premio y su décima puerta grande, el récord en el Plantío. Como el Madrid, ¡hala Cordobés!

Triple triunfo en su fiesta, pues también se marcharon a hombros sus compañeros. Miguel Abellán, con el peor lote de la buena corrida, fue todo disposición desde la larga hasta el relajado quite. Ilusionante prólogo, en el que hubo de improvisar una capeína con un animal que cabeceaba y que cantó su mansa gallina. El madrileño toreó tanto por el camino clásico como por el festivo de los molinetes de rodillas, con «Vilipendio» queriéndose pirar constantemente y pegándole un susto en los finales. La estocada recibiendo puso el colofón y el trofeo. Otro más ante el deslucido quinto, en el que prologó vibrante de hinojos en una variada labor, con momentos más populacheros que encandilaron. 

El Fandi, garantía de espectáculo, fue un todoterreno desde la larga, las navarras y los rehiletes. En la muleta combinó pases templados con otros hacia fuera, técnico siempre y con un cambio de mano de gusto. Aunque no acabó de explotar el pitón izquierdo del boyante «Varón», los desplantes, los rodillazos y el estocadón rubricaron una obra en la que no faltó de nada. En el sexto entusiasmó en las lopecinas, rematadas con una bonita tijerilla, y en los explosivos palos. «Historiador» se posicionó como el otro gran toro de la tarde, y sus muletazos, como unos estupendos naturales, se contaron como los más despaciosos de la terna. A hombros la auparon los felices tendidos, que registraron la más abultada entrada de la feria. Nadie falló...

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