domingo, 24 de agosto de 2014

Foto: Joaquín Bueno.

Con ambiente excepcional y la plaza en estado de esperanza ante una nueva aparición en público de José Tomás, el primer detalle que hay que anotar es que el caballero rejoneador hizo el paseíllo por delante, como siempre ha ocurrido, mientras detrás marchaba el matador de toros. Las formas hay que guardarlas siempre. 

La corrida eran los tres toros de a pie con los intervalos de rejones, colocados como un sorbete de las comidas de varios platos. La plaza estaba solo esperando a José Tomás. El rejoneo fue como una parada para tomar impulso. Y que conste que el rejoneador era Hermoso de Mendoza, en un nuevo y extraño cartel mano a mano con un matador de toros.

La corrida la llenó Tomás. La lidia del primero provocó una ligera frustración. Es como si tuviera la inexorable obligación de brillar ante cualquier tipo de toro. Y el primero de los tres que mató, de Parladé, fue malo sin remisión, parado y de viaje muy corto. La realidad nos vino a recordar que el toro es fundamental para esta Fiesta. Lo mejor del torero fue que lo probó por los dos pitones y lo aliñó. Cuatro minutos le duró el toro.

Todo cambió en el de Victoriano del Río, un precioso ejemplar engatillado cinqueño que embistió con nobleza. Ya en los lances del saludo jugó los brazos a la verónica. En un alarde de inteligencia, ante la forma de irse el toro de la suerte, completó con chicuelinas majestuosas. El quite ya llevó el susto al tendido. En una caleserina fue derribado. No pasó nada. Impávido, se levantó para iniciar de nuevo el farol y las caleserinas. La emoción subió de tono. Cinco estatuarios de entrada citando en las afueras. Se ajustó de forma inverosímil. En el centro, la faena tomó aire en tandas con la derecha con la mano muy baja, todo muy ligado y ceñido. Al final, remates de pecho muy lentos. Solemnidad y pesonalidad en el torero. Bien colocado siempre, su labor bajó por la izquierda, por donde el Victoriano ya frenó su recorrido. Volvió a la derecha, de nuevo despacio y arrastrando la franela, para dibujar algunos de pecho de una largura y una lentitud sobrenatural. La banda tocó una ranchera, la mandó callar y citó de frente mientras en el tendido le cantaban un fandango. Ahora lo mejor fueron los remates con tricherillas señoriales y una vez más los de pecho. Se pasó de faena y quizás por ello pinchó antes de la estocada.

El sexto, de Parladé, fue un buen toro, noble y con un punto de raza que necesitaba ser toreado. Y Tomás lo toreó. Buenas verónicas a pies juntos. Sin quites, sin permitir al sobresaliente su intervención, Tomás se puso a torear con la derecha. Dos primeras tandas suaves, templadas y sometiendo mucho al animal. Lo mejor llegó al natural con el diestro firme, perfecto su juego de muñecas, en una faena en la que cada tanda mejoró en ajuste a la anterior. Es posible que al conjunto le faltara más rotundidad, nada importó cuando mató de un espadazo malo aunque eficaz. Dos orejas, la segunda de una benevolencia extrema porque la media estocada fue muy defectuosa, pero con la evidencia de que mantiene una personalidad única, que pisa un sitio muy comprometido y la constatación de que ahora despide a las reses con más violencia al final de los muletazos. La conclusión es que su ausencia de las plazas de toros es un despilfarro absurdo para el toreo. JT estuvo bien en dos toros; en el escalafón hay matadores que ante los mismos toros hubieran estado a semejante nivel. Es decir, que tiene que alternar con otros compañeros en plazas de responsabilidad, como siempre han hecho las figuras.

Entre los toros de José Tomás rejoneó tres astados despuntados Hermoso de Mendoza. Pagó la frialdad habitual de las plazas en el primero, brillando más que con ningún otro caballo con 'Disparate'. Con el segundo de su lote casi repitió su actuación. Fue un rejoneo con buenas cabalgaduras, brillante a dos pistas y un final con 'Pirata' desplantado delante del astado en la hora de la muerte. Ese detalle le dio la oreja. Y repitió una labor correcta, sin grandes alardes, en el quinto. Sacó otra vez a 'Disparate', que dejó clara su jerarquía en las llamadas hermosinas, pero falló con los rejones finales y se marchó a pie al fin del festejo.

El respetable salió contento. Tomás brilló en general. Su pesonalidad arrebata y conmueve. Y ya no hay visos de tragedia en su forma de andar delante de los toros. Hasta su terno rosa pálido acabó casi sin sangre. Hasta el año que viene, si Dios quiere, torero.

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