El torero de Orduña se lleva y pincha el mejor lote de una inválida y vacía corrida de La Quinta, que tuvo en el sobrero su mejor exponente; frustración de El Juli con dos santacolomas por los suelos; y brillos de Ferrera con el cuarto.
ZABALA DE LA SERNA
Bilbao
A Iván Fandiño le sonrió la suerte dentro del túnel en derrumbe de la corrida de La Quinta. En la cara se quedó, de la suerte y la muerte. Y no cruzó ni pasó el fielato. Quien no hace la cruz con la espada se lo lleva el diablo. Moría la tarde en la grisalla cuando Matías se acordó de que hay un pañuelo verde, y devolvió el último. Apareció entonces el sobrero, un tío, cinqueño pasado, en la línea ofensiva del sexteto de santacolomas que Álvaro Martínez Conradi echó sobre la oscura arena bilbaína en 2013: ayer no asomó ni el recuerdo... Buen toro por fuera y por dentro. Fandiño encontró el temple, se vio obligado a buscarlo y abandonar el toreo de toques violentos del palillo como arma arrojadiza que a este encaste descompone aún más que al común de los toros. Y tapó mucho ese punto de no excesiva humillación sobre la derecha huérfana de brusquedad, entre muchas voces de autojaleo. 'Loquito', que así se llamaba el toro, se lo agradeció con largura bondadosa. Por una y otra mano. Y había un eco de cierto triunfo en la plaza que ya ha pisado en 15 paseíllos, incluido el de los seis toros. Pero no pasa Iván de Orduña en el volapié. Ni la suerte ni la muerte. Y se queda en la cara. Así hoy por ayer y así anteayer con un excelente jandilla burraquito.
Antes de que saltase el devuelto sexto al ruedo quien saltó fue un veterano y curtido espontáneo que no alcanzó -como siempre, como sucedió en Valdemorillo o Madrid- su objetivo, reducido por el peonaje y la policía vasca. Andamos jodidos hasta de espontáneos, sin relevo. El hombre nunca llega...
Fandiño había contado con un tercero carifosco y cárdeno que se contagió del pobre poder de sus hermanos, pero que recuperó en sus manos en su contado empuje y franca nobleza. La derecha de Iván lo cuidó siempre en línea y cosido en los exteriores del pico de la muleta, después de aprender que al más mínimo tirón se le iría al suelo. Creció la cosa cogida con alfileres hasta que otra vez no cruzó el fielato de la muerte y desperdició la suerte.
La plata exitosa de las pieles brillantes y cárdenas de los toros de La Quinta desapareció como la plata de los banderilleros: nueve de nueve en azabache. Pleno al negro. La plata, nueva o vieja, tendrá mil veces más categoría que el azabache, a pesar de las modas. Un toro calcetero, girón y guapo le valió a Antonio Ferrera para volar en banderillas en una pirueta muy Esplá y para majar un par en tablas y al quiebro de chapó. Gran tercio. El toro pinturero de La Quinta quiso más que pudo en los vuelos de un Ferrera ralentizado, enroscado y muy sentido en su expresión. Hubo una serie soberbia como un pase de pecho, pero el santacoloma acusó a medida que transcurrió la faena ese defecto de abandonar el muletazo con la cara alta hasta que dijo no, ni uno más. Al menos ofreció opciones, porque el toro que abrió plaza, además de nulas fuerzas, traía la guasa puesta de casa. Como a casi todos, AF hubo de cambiarle de terrenos con el capote para bregarlo hacia los medios y que no se le quedara por debajo. No hubo chance de nada, más que de banderillear con más espectacularidad que pureza.
Para El Juli fueron los dos de nones absolutos. Uno inválido que debió ser devuelto y que se echó en mitad de la faena más de una vez antes de que lo asaetara. Y otro que, a pesar de contar con los cinco años, se hacía como una vaca vieja en su flaco y huesudo esqueleto. Como con la espada acumuló ya toda la frustración, la bronca de despedida se oyó en su finca de Feligrés. Que ya es mala follá que se apunte a la de Miura en Nimes y a la de La Quinta en Bilbao y las dos se derrumben como las Torres Gemelas.
Ficha del festejo
- Plaza de Vista Alegre. Sábado, 23 de agosto de 2014. Novena de feria. Media entrada larga. Toros de La Quinta dos cinqueños (un 1º de escaso poder, andarín y con guasa y un 5º flacón y huesudo lastrado de los cuartos traseros y vacío); presentados en el tipo terciado de la casa con diferentes caras y remates y seriedades; sin fuerza ninguna ni fondo; bueno el carifosco 3º sostenido con alfileres; noble y muy templado por el pitón derecho el 4º sin terminar de humillar y sin duración; y el sobrero del mismo hierro (6º bis), un tío, cinqueño, tremendamente bondadoso y templado sin acabar de descolgar.
- Antonio Ferrera, de tabaco y oro. Dos pinchazos, media estocada tendida y varios descabellos (silencio). En el cuarto, pinchazo y estocada tendida (saludos).
- El Juli, de tabaco y oro. Metisaca en los bajos (silencio). En el quinto, estocada tendida y atravesada que escupe y estocada (silencio).
- Iván Fandiño, de caldero y oro. Pinchazo, pinchazo hondo y algo tendido y dos descabellos. Aviso (saludos). En el sexto, cuatro pinchazos y media estocada tendida. Aviso (ovación de despedida).
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