domingo, 21 de septiembre de 2014

3ª de la Feria de San Mateo en Logroño

A hombros Hermoso con reses burdamente desmochadas y oreja para Manzanares con un hermoso de Juan Pedro sin fuerzas
 
JOSÉ ANTONIO DEL MORAL
Con todos los respetos para Paco Ureña, sustituir a Ponce es como intentar ser Dios desde una posición de beato. Pero bueno, ¿por qué no? Los empresarios esperaron hasta que terminó la corrida del día anterior para anunciar el nombre del afortunado o, quien sabe si el desafortunado ante tamaño compromiso. Desde luego, económicamente hablando, el cambio fue sideral a favor de la empresa. A la vista de la entrada que ayer hubo, la mejor con mucho de esta feria, la falta del valenciano apenas se notó en la taquilla porque quedó claro que la gente eligió esta corrida desde que aparecieron los carteles. 
 
Todos los amigos que estaban antier en Logroño, se fueron a Nimes. Y los que iban a venir para ver a Ponce, fatalmente lesionado en Albacete, se quedaron en sus casas. La mayoría en Madrid, cambiando la tercera corrida de San Mateo por una de Pablo Romero en Las Ventas con Pepe Moral como mayor atractivo.
 
Yo me quedé en la capital de la Rioja más solo que la una. Pero aproveché la soledad para asistir a la Misa Mayor de la Catedral logroñesa y a la Pisa de la Uva y posterior ofrenda a la Virgen de la Balbanera del primer mosto del año en la Pérgola del Espolón. Nunca había asistido tan de cerca. Me colé entre las autoridades en la procesión desde la Catedral hasta la gran plaza central de la ciudad. Me había vestido de traje y corbata para no llamar la atención y pude gozar como un niño en este acto institucional que, les digo sinceramente, me emocionó muchísimo. Los vivas a la Rioja y a España, los himnos regional y nacional, el gran discurso del Presidente de la Comunidad, la ofrenda de racimos de uva recién cortada por representantes de todas las comarcas vinícolas de la zona portados por los que iban a danzar, a tocar, por las reinas y reyes de todas las fiestas colindantes, los de la propia ciudad de Logroño y, finalmente, los maravillosos bailes regionales con que se cerró el acto, me llegaron a lo más hondo del alma. De la mía particularmente, por su puesto.
 
Y es que siempre me sentí y me sigo sintiendo español de cualquier región española por todos los costados: Madrileño en mi Madrid; andaluz en mi Córdoba, en mi Sevilla y en todas sus provincias; vasco en Vitoria, en San Sebastián y en Bilbao; viejo castellano en Burgos, en Valladolid, en León y en Salamanca; nuevo en la Mancha; toledano en la Ciudad Imperial, extremeño en Cáceres y en Badajoz; montañés en Santander; gallego en toda Galicia, con Santiago a la cabeza; valenciano en Valencia, Alicante y Castellón; aragonés en Zaragoza, Huesca y Teruel; murciano en su capital y en sus huertas; y hasta catalán en toda Cataluña aunque por allí no volveré hasta que metan en la cárcel a Mas, a toda la familia Pujol, a sus secuaces e ilegalicen a los de la Izquierda Republicana de mierda… Los nacionalismos se quitan viajando y leyendo.... Para qué seguir, amigos. ¡Viva toda España unida, grande, variada, libre y democrática¡ Y por delante de todo ¡vivan nuestros Reyes Don Juan Carlos I y Don Felipe VI!
 
Veamos ahora qué pasó en la tercera y para mí este año la última en Logroño porque mañana me bajo a mi casa de Córdoba y desde allí a la pequeña feria de San Miguel en Sevilla hasta rematar la temporada 2014 en la de Otoño en Madrid y en los Pilares en Zaragoza donde echaremos el cierre.
 
La apertura de esta otra corrida mixta corrió a cargo del caballero navarro Pablo Hermoso de Mendoza frente a un toro excesivamente despuntado, mejor diría desmochado –se están pasando varios pueblos con el ganado que está matando Pablo este año– con el que anduvo como suele, espectacularmente magistral y hasta prodigiosamente virguero. Pero me niego a entrar en detalles porque, señores, no hay derecho. Los primeros que tendrían que negarse a alternar matando toros en puntas con un rejoneador que los está matando vergonzosamente sin pitones, deberían ser sus compañeros de a pie. La gente bramó con cuanto hizo Hermoso frente al nobilísimo ejemplar de los Capea. Y este siempre favorable comportamiento del público con los rejoneadores en detrimento de las exigencias que suelen tener con los matadores de a pie, hay que acabar de una vez con ello. Mató de pinchazo y medio rejonazo y hubo algunos que pidieron la oreja. De haber matado pronto y bien, seguro que le habrían pedido hasta el rabo. Pero como no acertó a la primera, ni siquiera fue ovacionado tras el arrastre del morlaco.
 
Parecida fue la canción e incluso más brillante y llegando a acercarse al toro de modo inverosímil lo de Hermoso con el cuarto de Capea. Y otra vez la gente encantada, dedicando continuas ovaciones al navarro. No fue el animal tan bravo como el primero. Pero Pablo hizo lo que sabe para que lo pareciera. La verdad es que, aparte lo de los pitones, da gusto ver las diabluras que es capaz de improvisar con la extrema facilidad que tiene de maestro consumado en el arte del toreo a caballo. Las piruetas y los quiebros entusiasmaron al gentío. Y como con este toro acertó con el rejón de muerte, logrando que doblara de inmediato, fueron pedidas las dos orejas que la presidencia concedió.
 
El castaño que hizo de segundo, salió suelto del capote de José María Manzanares que, en el recibo, solo pudo dar una verónica. Y luego tres más con revolera yéndose el animal de todos los lances, al menos noble aunque muy limitado de fuerza. El primer puyazo se lo señalaron simplemente y a pesar de ello, perdió las manos. Tuvo que tomar el aquí obligado segundo y, aunque solamente se lo señalaron, quedó muy mermado. Ureña entró en su quite que fue de frente por detrás. Valiente y quieto los dio, pero el animal perdió las manos. No debió hacerlo. Pero el chico quería destacar. Tras el tercio de banderillas que fue bien cubierto por Rafael Rosa y Luís Blázquez,  Manzanares ejerció de enfermero. No cabía otra solución. Paso a paso, pausa a pausa sin conseguir que el animal resistiera. Cuando el inválido se echó a la arena, se armó la tremolina. Natural. Entró a matar sin cuadrar bien al toro y pinchó. Bien cuadrado después, mató a volapié de estocada entera trasera.
 
Precioso el quinto de Juan Pedro, de pelo melocotón y bien puesto, veleto y astifino con pitones astiblancos. Pero, ay, suelto en su salida y con pocas energías. El primer puyazo lo tomó en regla y en bravo con fijeza. En los lances de brega a cargo del matador, pareció ir muy noble por el lado derecho. Le señalaron simplemente el segundo. Magníficos los peones de la cuadrilla de Manzanares. Extraordinario Curro Javier en la brega. Tanteos diestros por alto del alicantino. Perdió las manos el toro al tomar el primer redondo con entrega. Pero después… después llegó el intento sinfónico. Y si digo intento es porque tanto Manzanares como el público querían que el animal resistiera. No terminó de aguantar totalmente el burel aunque algunos muletazos al natural resultaron bellísimos. Como también algunos redondos. Una pena que el toro apenas pudo resistir. En la alternancia con ambas manos seguida de larga pausa, el arrebato manzanarista tapó los desajustes que impusieron las embestidas desclasadas del animal al derrotar por arriba al final de los pases. Pero el estocadón con que mató y aunque el animal tardó mucho en doblar, fue el colofón que José María necesitaba para salir de su comparecencia logroñesa con bien al cortar una oreja.
 
El negro montadito aunque bajo tercero admitió noblemente las buenas verónicas de Paco Ureña aunque evidenciando que, como el anterior no le sobraban las fuerzas. Fue bravo y derribó en el primer encuentro apenas señalado el puyazo. Y lo mismo en el segundo aunque sin derribar. Se fue arriba en banderillas. Loado sea Dios. Ureña brindó su faena al respetable entre una atronadora ovación. La empezó con la derecha por alto. Pero al dar el primer redondo y el de pecho, el animal derrotó por arriba y enganchó la muleta. Había que templar mucho. Pero Ureña, muy bien intencionado, no logró llevar el engaño suficientemente lento ni a la debida altura. Cambió de mano y el toro se le quedó corto por lo que no pudo completar los muletazos. Ni en la primera, ni en la segunda, ni en la tercera tanda con el animal cada vez más mermado. Y lo mismo cuando regresó a derechas porque el animal incluso se revolvió queriendo coger al joven diestro que fue aplaudido por su mucha voluntad. Se pasó de metraje en incompletos y atropellados circulares. Perfilado casi de espaldas, agarró una estocada corta trasera, casi un pinchazo hondo, que fue suficiente.
 
Ureña salió a echar el resto con el muy cuajado castaño sexto. Se notó en su valiente aunque rápido recibo por delantales que el animal no acabó de tomarlos por completo. Fue toro bravo a punto de derribar en el primer puyazo. Tras el picotazo en el segundo encuentro –bien Vicente González a caballo– y un tercio banderillero correcto mientras el burel embestía calamocheando,  Ureña brindó a Pablo Hermoso su faena. La inició en los medios con la mano derecha estando el toro en tablas. Se le arrancó con alegría y Ureña, sin pruebas ni tanteo alguno, dio varios pases en redondo que el toro tomó con la cara suelta y queriéndose ir. La gente con el nuevo matador, como era normal. Y el toro, ya rajado y perdiendo las manos. El entusiasmo y las muchas ganas del murciano, que se descalzó para dar naturales, primaron en sus plausibles intenciones que por poco le cuestan un disgusto cuando el animal se le metió por dentro. Tuvo finalmente que recetarlos uno a uno tratando de darlos lo más despacio posible. Terminó con giradillas, uno de pecho zurdo y una estocada caída y traserísima. Lástima, la mayoría quería que el chico se fuera con su oreja y el feo espadazo lo impidió aparte de necesitar despenar al toro con repetidos descabellos.
 
FICHA DEL FESTEJO
Logroño. Plaza de la Ribera. Domingo 21 de septiembre de 2014. Tercera de feria. Tarde calurosa en plaza medio cubierta y entrada difícil de apreciar porque hubo abundante público en todos los tendidos. ¿Pongamos más de tres cuartos e incluso casi lleno si los hubiéramos juntado a todos?...
Dos toros despuntados para rejones de María del Carmen Lorenzo (murubeños de Capea), excesivamente cornicortos y groseramente desmochados. El primero resultó superior por su inagotable nobleza. Menos bravo y brioso pero suficientemente grato el que hizo cuartó. Cuatro de Juan Pedro Domecq, bien presentado, de variado pelaje y vario juego. Muy noble aunque enseguida inválido el que hizo de segundo. Noble aunque mermadísimo de fuerza y muy a menos el tercero. Noble aunque falto de fuerza el quinto. Manejable sin clase ni fuerza el sexto.
Pablo Hermoso de Mendoza (con casaquilla corinto bordado en plata y sombrero calañés): Pinchazo y medio rejonazo, escasa aunque ruidosa petición y ni una palma después. Señal de lo que la mayoría de la gente sabe de esto. Nada. Rejonazo muy eficaz de rápidos efectos, dos orejas.
José María Manzanares (almirante y oro): Pinchazo y estocada, silencio tras muchos pitos al toro en su arrastre. Estoconazo, oreja.
En sustitución de Enrique Ponce, Paco Ureña (marino y oro): Estocada corta trasera, silencio. Estocada caída traserísima y tres descabellos, palmas.

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