Cortan una oreja cada uno la tarde en la que Ginés Marín fue herido en el párpado; sin suerte en su lote pero con voluntad en su actuación anduvo José Garrido
EMILIO TRIGO,
Zaragoza
Abrió la tarde un precioso jabonero, bien hecho, que se dejó bastante durante toda la lidia y fue aprovechado Borja.
Hubo un buen saludo capotero, jugando los brazos a la verónica y
ganando terreno en cada lance. Tras dos varas bien medidas y un bonito
quite en pique entre Borja y Garrido, dando emoción y vistosidad a este
tercio, el de Espartinas brindó el novillo al respetable. Se fue a los
medios a recibirlo de rodillas para que se arrancar de lejos el de
Vegahermosa y Jiménez le enjaretó una tanda larga, bien construida y de
mucha exposición, ofreciendo el pecho. Desarrolló Borja una faena compacta, de muy buen trazo y comprendiendo que a su novillo había que abrirle las distancias.
Le apretó en series muy largas, de incluso ocho muletazos, casi siempre
mejor expresadas por el potable y buen pitón derecho. También iba por
el izquierdo, pero su codicia era menor, desangelando así la estrechura
de los naturales: fueron limpios pero menos emocionantes. El estoconazo
final puso en su mano el merecidísimo premio.
Borja pasaportó un cuarto
de Jandilla bien hecho, algo despegado del suelo que se
movió con un punto de sosería, faltándole transmisión. El sevillano,
con una irreprochable actitud, se entregó durante toda la lidia: con
largas cambiadas de rodillas comenzó la misma, y picándose también con Garrido en
quites. Brindó de nuevo al público y anduvo torerísimo en el inicio a
pies juntos, en el tercio y sacándose al toro hacia fuera con doblones
pintureros. Cambió, en la faena, constantemente de pitón, pero le faltó
la entrega del novillo.
Se sintió en algunos momentos de su pasaje, pero
faltó la chispa y la continuidad para que caldeara su quehacer.
Lo más artístico de José Garrido
llegó con el capote, donde se sintió de forma personal toreando a la
verónica muy templado, manejando así el percal con gran exquisitez. El
Jandilla llegó con poco fondo al último tercio y no contribuyó al
triunfo de José. Al margen de ello, quedó clara la seguridad y la
torería con la que anduvo el novillero, con un Garrido empeñado en sacar
agua de un pozo vacío sin que la lidia tomara vuelo. Derrochó voluntad y
se atascó con la espada. José Garrido fue a portagayola para recibir al segundo oponente de su lote,
quinto de la tarde, un novillo que salió abanto. Posteriormente el
saludo estuvo desangelado por la falta de fuelle del astado. Se disponía
Ginés Marín a rematar un quite por gaoneras cuando el novillo le
propinó una fortísima voltereta sin graves consecuencias aparentes. Se
levantó pronto el extremeño, y siendo atendido por la cuadrilla y con un
visible corte en la ceja derecha, acudió presto a la enfermería. En
faena, el novillo fue un deslucido con un punto de genio, queriéndose
rajar y saliendo desentendido de cada muletazo. Fue un novillo con cuajo
de toro, que acudía pronto al cite pero que no venía metido en la
muleta de Garrido, que lo recibió a pies juntos y en los medios. Iba a
su aire, empujando mucho para los adentros. José Garrido sacó
raza, oficio y además imprimió estética a medida que el toro le dejaba
algún atisbo en el embroque. Hubo mucho más torero que toro.
Ginés Marín recibió de
forma brillante a la verónica de rodillas al tercero, mostrando madurez y
personalidad en el lance. Transcurrió la lidia sin demasiadas
connotaciones, aunque sí quedó para el recuerdo el buen tercio de
banderillas de su cuadrilla, por parte de Manuel Larios y Manuel Izquierdo,
que saludaron tas parear al animal. Brindó el novillo al respetable de
La Misericordia, e inmediatamente se puso a torear a pies juntos en el
tercio. El novillo colocaba la cara como si un problema de visión
tuviera, y tras citarlo se le vino rápido a la taleguilla, rozándolo. Marín elaboró una faena de novillero cuajado ante un animal encastado que protestaba cuando se veía exigido:
un novillero firme con planta de torero que utiliza muy bien las
muñecas, dejando patente en Zaragoza su gran momento. Se gustó ligando
con la derecha, bajando la mano; con la izquierda, a veces con mejor
acierto y otras algo tropezado, se inventó naturales de relevancia. Mató
de una gran estocada que le valió la oreja con fuerte petición de la
segunda. Fue un trasteo de empaque donde mandó sobre la condición del de
Borja Domecq. El sexto fue un novillo con hechuras de
toro y embestida de hombre (entiéndase toro pasado de años, pues sus
embestidas no representaban su edad). Ginés Marín,
desde que se abrió con el capote hasta que finalizó sólo pudo demostrar
sus buenas intenciones, puesto que cada segundo el toro lo utilizaba
para seguir aprendiendo y orientándose. Fue el Jandilla un animal que
claramente tenía malas intenciones: el extremeño estuvo correcto,
solventando con oficio la papeleta antes de ser silenciado.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Zaragoza. Segunda de
la Feria del Pilar. Novillada con picadores. Un cuarto de plaza en tarde
agradable. Seis novillos de Jandilla-Vegahermosa, bien presentados y desiguales de juego.
Borja Jiménez (lila y oro): oreja y ovación con saludos.
José Garrido (azul rey y oro): silencio tras aviso y vuelta.
Ginés Marín (gris plomo y plata): oreja tras aviso con petición de la segunda y silencio.
Cuadrillas: Saludaron Manuel Larios y Manuel Izquierdo en el tercero. El Fini y José Mª Amores en el quinto.
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