Tauromaquia Pésimo encierro de Salento malogra segunda corrida. Fandiño oreja de valor. Sin toros de lidia no hay fiesta.
A pesar del fiasco, Iván Fandiño obtuvo una merecida oreja. Se la arrancó al quinto.
Foto: OSCAR MEDRANO
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La bravura del toro es el cimiento de la fiesta y se define como la capacidad de embestir hasta la muerte, aceptar la lucha y entregarse sin vacilación. Para ello la casta es mantenida y fortalecida por el ganadero, que a través de la selección combina y descarta los matices positivos y negativos de la bravura.
Lo del pasado domingo en Acho fue la antípoda de este ideal. Tarde de decepción por causa de los toros de Salento, que envió una corrida desigual, chica y justa de presentación dentro del encaste Santa Coloma, remendada con el sexto de Achury Viejo, feo de hechuras. Su juego fue desastroso: mansos, descastados, probones, orientados, sin clase y con peligro. No pelearon en el caballo ni se entregaron en la muleta.
Novillero José Garrido tuvo lote complicado de Santa Rosa. Susto sin consecuencias.
Foto: OSCAR MEDRANO
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Esto no es óbice para saludar la propuesta de romper la monotonía del encaste Domecq y ofrecer santacolomas en Acho, que cuando salen con raza y picante exigen mucho oficio, valor y poderío. Eso se esperaba y no ocurrió.
A pesar del fiasco, Iván Fandiño obtuvo una merecida oreja. Se la arrancó al quinto de Salento que fue manso, huidizo y peligroso. Un regalito que el diestro bien pudo sacarse de encima sin reproche, pero con el que prefirió arriesgar para salvar la tarde. Fandiño se ha hecho a fuerza de entrega y pundonor, por eso ya tiene un lugar importante en el escalafón. Sabiendo que se le iba la tarde tras el imposible y peligroso segundo, persiguió al quinto por todo el ruedo hasta sacarle pases con mucho aguante, dando el pecho y tapándole la cara para retenerlo. En ese empeño unió derechazos y naturales a costa de una fuerte voltereta.
Se repuso para cerrar su trateo con sus habituales manoletinas. Entró a matar con verdad, como suele hacer, y dejó una estocada arriba que le aseguró la valiosa oreja. Quizá su mejor actuación en Lima.
El Fandi también actuó con solvencia y honradez ante un lote imposible. Hizo todo lo que estaba a su alcance ante dos mansos irremediables, aún así logró algunos buenos muletazos con el cuarto.
Fernando Roca Rey cumplió sobradamente la papeleta ante dos mansos sin solución. Alternó con dos de los que más torean en España y no desentonó, pues actuó en todo momento con seriedad y profesionalismo. A invitación del Fandi, compartió un buen tercio de banderillas que fue de lo mejor de la tarde.
NOVILLADA
La novillada del sábado también supo a poco. La expectativa la estropeó el encierro de Santa Rosa de Lima, disparejo, justo de raza, complicado y sin fuerzas. Borja Jiménez supo sacar partido al cuarto, aprovechando su tendencia a las tablas. Con habilidad instrumentó buenos muletazos templados por el derecho, siempre a favor de querencia sin cambiarlo de terrenos. Una estocada eficaz aseguró la única oreja del festejo. El primero de la tarde tuvo poca presencia y se apagó pronto, desmereciendo el buen muleteo del español.Francisco José Espada armó faena con el quinto, el más serio y de mayor clase. A pesar de las volteretas, se apreció la calidad del novillero. Mató de una estocada arriba, pero el burel demoró en doblar perdiendo la oreja. El que salió en segundo lugar era blando y complicado. Lo lidió con series cortas, sin poder acoplarse con el novillo que no tuvo clase ni trasmisión.
José Garrido tuvo un complicado lote. El tercero tenía movilidad pero se revolvía sin completar el muletazo y así vino la fuerte voltereta. Con el que cerró plaza tampoco pudo acoplarse porque el novillo calamocheaba impidiendo la lidia.
La muerte de José Mari Manzanares ha sido muy sentida en Lima. Sábado y domingo se guardó un minuto de silencio con banderas a media asta –deben mantenerse toda la feria–, y muchos aficionados llevaron un crespón negro a iniciativa de la Peña Ángel Teruel. Como muestra del cariño recíproco, su viuda repartirá a sus cuatro hijos los escapularios que en igual número ganó en Acho. El homenaje al Torero de Lima no debe esperar. (Escribe: Jaime de Rivero)
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