sábado, 21 de febrero de 2015

PINCELADAS AL FINAL

La Feria del Sol 2.015,  fue una buena feria.

 

 Eduardo Soto
Fotos: Germán D' Jesús Cerrada 
El trazo inicial que  me viene al espíritu  corresponde a  la tarde del trece  de Febrero,  cuando  el diestro mexicano Arturo Zaldívar lució un mundo, su  exquisito quite por zapopinas, la última rematada de hinojos, no será fácil que se borre de la memoria de los aficionados. El más veterano de nuestros diestros activos, Leonardo Benítez, estuvo al menos respetuoso,  y el más novel,  César Valencia, continuó confirmando su valía en este primer peldaño, tras su reciente doctorado en San Cristóbal. La inusitada largueza del Palco, le permitió inaugurar esta temporada la  virginal Puerta Grande de la Monumental de Mérida.
También recordamos que el día siguiente,  marcó época  para nuestro coterráneo  el Matador Rafael Orellana y para el paisanaje del Valle del Mocotíes. La verdad es que el de Tovar,  alternando con importantes figuras españolas  como el  de La Puebla del Río y el  extremeño de Badajoz , dio con creces  la talla y, desafiando  la lluvia y el  mal estado del piso, cuajó faena a las reses  de Hugo Domingo Molina, al alcanzar el  indulto de  su primer toro,   contabilizando dos orejas, con  auricular adicional en su segundo ejemplar.  Su buen trasteo, contra la adversidad, sin tantos  desplantes ni  pasitos de baile a los que recurría con excesiva frecuencia, le permitió  alcanzar el Laurel de  Triunfador de la Feria. Enhorabuena torero. La  Corrida, tras el tercero de la tarde,  entró en receso, mientras se  deliberaba sobre las condiciones del ruedo.
 Al final, a pesar de lo riesgoso de la arena, en gesto  de  deferencia hacia los aficionados, los toreros  decidieron  continuar con el festejo. Alejandro Talavante siguió deleitándonos con la  altura de su arte y cortó un segundo apéndice. Morante, tras  ofrecernos en ambos bureles  rutilantes  destellos de  su capote de ensueño, sufrió varetazo  sin mayores  consecuencias.  Quedó evidenciado  que  cuando los  toros del  Sr. Molina  no se salen del tipo, generalmente dan buen juego.
Así llegó la tarde de Don Juan Campolargo, toros  bien presentados, bravos  y pidiendo  pergaminos.  Javier  Conde no pudo resolver la papeleta, más que discreta su actuación en el primero y petardo chabacano  en el segundo.  El azteca de Aguas Calientes  Juan Pablo Sánchez,  realizó dos faenas  que lucieron más de la cuenta por  su  yuxtaposición con los desastrosos trasteos del malagueño. Posiblemente las faenas hayan estado  sobre promedio,  pero fueron también sobre premiadas, en particular la del segundo acto, para sumar cuatro orejas  al inventario del hidrocálido. Las faenas pueden prestarse a controversia, pero lo que está fuera de toda duda es  que Juan Pablo   las refrendó con dos soberbios estoconazos que hicieron rodar sin puntilla a sus adversarios.  El primer espadazo del parroquiano de San Marcos, llevaba el sello indeleble de Mejor de Feria, como lo confirmó  después la premiación oficial.  El diestro mexicano dio su vuelta al ruedo en el sentido de las manecillas del reloj, en atención a la costumbre local.  Nuestra representación  en el Cartel, correspondió al joven diestro tachirense Fabio Castañeda, quien demostró más ganas que oficio.  Tuvo mucha tela que cortar, quizás demasiada para su poca andadura. En aras de su futuro profesional, quiera  Dios que  corrija gestos destemplados  como lanzar desafiante las zapatillas al aire en medio del ruedo o las arengas para promover indultos, por más que a veces den  resultado, como fue el caso en su segundo toro. Felicitaciones al Señor Campolargo  por su encierro, el Mejor de la Feria.

El lunes de Carnaval nos trajo de vuelta a Morante de la Puebla. Pero…..  el Maestro  estuvo apático,   sin ganas,    impávido ante la masacre en varas al toro de  remiendo del Sr. Molina,  al otro faena de trámite, con la que  terminó de esfumar esperanzas de verle destapar el  frasco de sus esencias toreras.  Así tristemente, pero ahíto de jolgorio merideño, el de La Puebla acumuló su  cuarto envite en vano en esta temporada de la Román Eduardo Sandia. Nuestro veterano matador Leonardo Benítez estuvo  voluntarioso y su trasteo  le permitió ganarse una oreja. Le  deseamos  suerte en sus andares por los caminos aztecas con  su plaza portátil a hombros.  El Califa de Aragua es todo voluntad sin tanto oficio. Hassan  debe conocer bien  la responsabilidad que acarrea en tauromaquia el apelativo de Califa, lo que  quizás lo lleva a comprometerse en  audacias que hacen evidente sus falencias.  Necesita   más rodaje para poder resolver con brillantez papeletas como la presentada por el cornialto de Los Ramírez, que a la postre resultó en controvertido indulto.
Abro paréntesis.
Con el ánimo siempre  en positivo, me permito formular las ideas que vienen a  continuación.
A veces la largueza en conceder orejas pudiera derivarse de la sobre premiación a inicios de Feria, lo que  dificulta  la sindéresis,  al constituirse en  piedra de toque de ulteriores actuaciones. El Palco podría quedar como   rehén de sus propias decisiones iniciales y su espíritu de equilibrio le aconsejaría no cambiar el listón, pues entonces  juzgaría  usando dos varas y dos medidas.
En cuanto a los indultos, habría que comenzar por señalar que hubo  incluso gente que  creía en  la imposibilidad de  concederlos cuando existía  aviso previo, al olvidar que el pitazo de Usía marca sencillamente el tiempo disponible, no justiprecia la valía de la faena ni califica el juego del burel. La concesión de indulto puede ser  técnicamente acertada cuando el Palco estima  que el toro lo merece, lo pide el público y  están  de acuerdo  torero y  ganadero.  Pero, como muchas cosas en  la Fiesta  y en la vida,  al intervenir   la  valoración cualitativa,  surgen  divergencias  de la más variada índole, muchas veces con basamento puramente emocional.  En este tipo de situaciones,  nadie tiene el monopolio de la verdad ni la exclusiva del error, como rezaba el lema de un periódico de antaño. Seguramente, convendría modificar el  artículo del Reglamento que ordena el acompañamiento automático de dos orejas,  y  desenganchar  el  indulto del  toro de los trofeos a su lidiador. Cuando la buena  faena hace brillar las cualidades del animal que propiciarían su indulto, el premio al diestro pudiera ser plural. En caso contrario, cuando las condiciones excepcionales del toro brillan con luz propia, a pesar del pobre  desempeño del diestro, pues  entonces el no tan diestro se iría de vacío. Además, de esta forma se ayudaría a evitar situaciones tan poco agradables,  como  tener que presenciar  los  reiterados  intentos de manipulación de los tendidos  y los gesto repetitivos al Palco, con los que algunos  toreros tratan de evitar a todo trance el uso del estoque y los riesgos que ello implica.
Perdonen amigos, pero se me fue un poco la mano y  me salió  larga la tanda, sobre todo la de  indultos.
Cierro paréntesis.

Contra ese telón de fondo de  opiniones contrastantes,  se jugó  la última corrida de la temporada. Fue entonces cuando la magia de la Fiesta Brava, llevándose por delante divergencias y dudas,  hizo que resplandeciera  de nuevo el  Sol radiante  de la Feria  merideña.  El  maestro salmantino Javier Castaño, pues allí nació para la Fiesta, nos ofreció un verdadero recital de buen toreo  y  junto al bravo ejemplar de La Cruz de Hierro,  constituyeron    combinación de gloria.  Castaño  inició su faena  en silleta, pero al darse cabal cuenta  de las virtudes  del Santa Coloma, cambió de tono y enrumbó su labor a las alturas, pasando por las dos circunferencias y media de sus inolvidables  circulares de rodillas,  hasta coronar con el premio a la Mejor Faena de la Feria del Sol de 2.015. Para el del Señor Echenagucia inobjetable indulto y premio bien  merecido  como Mejor Toro de la Feria. Las decisiones del Palco, aceptadas por consenso. Enhorabuena para todos.
Hasta el próximo año y  si Dios da licencia,  no los fastidiaré más con pinceladas.

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