miércoles, 25 de febrero de 2015

Y entonces, ¿quién será el dios del templo? Hablemos de Sevilla



La polémica sobre la Feria de Abril de Sevilla sigue su curso

 Y entonces, ¿quién será el dios del templo? Hablemos de Sevilla

Patricia Navarro
 A finales de año, antes de que comenzara este endiablado 2015, quisimos pensar que la polémica de Sevilla, que nos dejó con una de las ferias más relevantes del planeta taurino rota por la mitad en 2014, estaba en vías de resolución. Ajustándose a ese patrón marcado en el silencio. Las declaraciones de los toreros en diversas entrevistas (Tendido Cero como eje) ponía el acento en el plan trazado. Ilusorio. También el del “perdón público”, que en realidad fue un protocolario comunicado de prensa por parte de la empresa gestora, Canorea al frente, nada nuevo. Un paso más, un paso adelante parecía. Antes de acabáramos el año, con la premeditación nocturna y navideña, Manzanares se bajó del barco el primero anunciando su contratación para la feria de Sevilla. Y ahí sigue. Al pie del cañón a pesar de la que le ha caído encima. Jugaban a favor esos hilos invisibles que hacen que las piezas se ajusten a los intereses propios, mucho más allá de lo que el aficionado pide, quiere, clama... ¿A alguien de todo este embolado le importa?

Las siguientes llamadas para contratar (lo que debería haber sido algo parecido a una contratación en bloque que disipara en esencia la polémica) tardaron en llegar. Sibilina maniobra para agriar el camino. Cuando llegaron a Perera no quiso negociar. La palabra dada (la temporada anterior) era la palabra cumplida. Y nada más. Si no iban todos, El Juli echó el paso atrás. Suma y sigue Talavante, de manera inesperada durante una corrida en Venezuela, afirmó sentirse maltratado. Tampoco él irá a la Maestranza este 2015. De los cinco. De los cinco menos uno, le cayó a plomo la Feria de Abril a Morante de la Puebla. Cinco tardes le ofrecieron, filtrado por la empresa, y esa manera de abrir el paracaídas sabiendo que se iban a estampar. Todo o nada. El oro por delante. Y Morante dijo no, a pesar de su Sevilla.

Y luego vienen los ecos, la rumorología alimentada durante todo este proceso. La invasión azteca. Las posibles ambiciones mexicanas por tener el trono de Sevilla. Una de las joyas de la corona de nuestra piel de toro. Enquistada la polémica, la propia FIT (en la que ahora entran también Casas y Cutiño con un entramado empresarial cada vez más estrangulador) desmiente sus aires de grandeza por Sevilla. No la quiere. No está entre sus objetivos. A una y otra parte del río fervientes defensores. Camisetas puestas como si fuera la vida propia a uno u otro lado del bando. No tengo la menor idea de cuál es la verdad. Y dudo mucho que se sepa. En muchos casos ni los protagonistas colindantes: la mayoría de las tramas que marcan un antes mueren en silencio hasta que son un hecho. No pondría la mano por unos. Tampoco por otros. Es una realidad que se podrían hacer las cosas mejor. Y se deberían haber hecho. Si la empresa de Sevilla hubiera querido firmar la pipa de la paz de verdad de la buena, la gestión hubiera sido otra. De raíz.

Pero la otra parte, y ese descorazonador entuerto de mensajes filtrados en un canto a lo que no se debe hacer, está a la deriva. Sin proyecto. Un salto sin red. Mientras, escuchamos alto y claro, como quien saca pecho porque se siente capaz, lo que se está trabajando en el “futuro y fortalecimiento de la Fiesta”, en la presentación de FIT sin ir más lejos hace apenas unos días. Poco antes de este despeñe colectivo.

Y se olvida que en ocasiones ocurre, qué cosas, que al morir matas, que al matar uno muere y entre unos y otros están reventando la Fiesta. Sin necesidad de que nadie de fuera venga a darnos el tiro en la nunca. Se pasará, de una manera u otra, nada es imperturbable al paso del tiempo, pero seguro que la huella será irreconciliable. Sevilla anda contaminada con la gestión de Canorea/Valencia. Muchos coinciden, de los de arriba al menos, pero si vas a la guerra hay que tener un plan. Ante tanta flojera que da el tema ya, la temporada, desidia, digo que si borramos del mapa a Canorea, incluso si se le envía al limbo de Senegal con José Tomás, entonces... ¿quién? ¿Quién será el dios del templo?
Debo estar pendiendo la fe porque me echo a temblar.

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