El maestro de Chiva celebra este lunes 25 años de alternativa en la Feria de Fallas
óscar del pozo
andrés amorós
El próximo lunes, en la fecha en que se cumplen los 25 años de su alternativa, vuelve a torear en su Plaza de Valencia. En medio de su preparación, comenta a ABC sus recuerdos de aquella tarde: «La viví con mucha pasión y
mucha responsabilidad; sobre todo, porque no tenía, firmada, ninguna
corrida más. Fue algo muy bonito pero complicado, por lo que me estaba
jugando».
–¿Qué queda, hoy, de aquel chaval?
–Lo más importante: la ilusión, que sigue intacta; si cabe, todavía más. No por el dinero, claro: por mejorar mi arte.
–¿En qué has cambiado, desde aquella tarde?
–Mantengo el mismo concepto clásico y puro del toreo, que
siempre ha sido el mío, pero es lógico que haya ganado en madurez, en
poso. Al principio, llamaba más la atención mi cabeza, mi facilidad para
poder a todo tipo de toros; ahora, se atiende más a la calidad de mi
toreo, y al valor que eso implica. Creo sinceramente que mi evolución ha
sido constante, por mi afán de superación.
–Resulta asombroso que, en un cuarto de siglo, no te hayas aburrido...
–Nunca he sentido desidia ni aburrimiento. Hubiera sido
normal, después de matar más de dos mil doscientos toros, pero no ha
sido así: me siento tan fresco como hace 25 años. A mí mismo me asombra.
«A mí mismo me asombra seguir tan fresco como hace 25 años»
–Has
mantenido el cartel frente a sucesivos rivales: Rincón, Joselito, El
Juli y los más jóvenes. Es una pena que no hayamos visto una mayor
rivalidad entre Ponce y José Tomás.
–Toreé bastante con él hasta que se retiró y estuvo fuera
de los ruedos, varios años. Desde su vuelta, sólo hemos toreado juntos
una tarde, en Alicante.
–¿Aceptarías un mano a mano con él?
–Nunca he puesto reparos a eso. Preferiría que fuera
televisado, para que lo pudiera ver mucha más gente. Bastaría con que
llegáramos a un acuerdo.
–No has rehuido compañeros, ni Plazas, ni ganaderías, ni televisión.
–Ésa es la responsabilidad de una figura: a veces, tiene
que asumir compromisos pensando en la Fiesta, más que en sus intereses
particulares.
–Con 43 años, ¿cómo te mantienes en forma?
–Debo de tener buena genética porque me cuido pero no
obsesivamente: la alimentación, el toreo de salón; los tentaderos, que
es lo que más me gusta. Y conservo lo esencial, la ilusión.
–Nadie te puede discutir tu enorme afición.
–Es verdad: siento una afición desmedida, un enorme amor al toreo; sin eso, hubiera sido imposible mantenerse estos 25 años.
«En cualquier momento, puedo cuajar el toro de mi vida»
–Sería maravilloso, el lunes próximo, en Valencia, cortar ese rabo que tanto has buscado.
–¡Qué mejor fecha! Pero lo importante es cómo llego a ese
aniversario: con la moral muy alta, después del éxito de Olivenza. Me
siento muy a gusto. Estoy convencido de que, en cualquier momento, puedo
cuajar el toro de mi vida...
–¿Habrá algo especial, esa tarde?
–Llevo 24 años seguidos toreando en mi tierra el día de San
José. Vuelvo, además, después de la muy grave cornada que sufrí, en
Fallas. Esta vez, por voluntad propia, he querido torear solamente una
tarde, ese día 16: si Dios quiere, luego podré disfrutar de las Fallas
con mis hijas, que participarán, vestidas de falleras, en la ofrenda a
la Virgen.
–¿Estrenarás vestido, esa tarde?
–Supongo que sí. Por primera vez, en toda mi carrera, he
elegido un tipo de bordado nuevo, inspirado en la flor de azahar, como
homenaje a mi tierra.
–El
día de la alternativa, en tu capote de paseo –regalo de la Peña de tu
pueblo– aparecía la Virgen del Castillo, de Chiva. ¿Y ahora?
–Todavía no lo sé. Quizá lleve el de la Virgen de los
Desamparados que me regaló Paloma, el año pasado. Cuando toreo en
Valencia, siempre acudo a rezar a la Virgen, por la mañana.
–Te acordarás de tu abuelo, esa tarde...
–¡Cómo no! Le brindé el toro de mi alternativa, porque se
hacía realidad nuestro sueño, y varios más... Lo siento siempre conmigo,
a mi lado.
«Acabé accediendo a la insistencia de la empresa de torear dos tardes en Sevilla»
–Luego, toreas dos tardes en la Feria de Abril. Tú no has tenido problemas para contratarte en Sevilla.
–¡Ninguno! En principio, pensé en una tarde pero acabé
accediendo a la insistencia de la Empresa. Me hace muchísima ilusión
torear de nuevo allí, cuajar un toro como el de Zalduendo, del año 2006.
–El año pasado, reapareciste allí, después de la grave cornada [secuencia de la dramatica cogida].
–Así fue, aunque iba algo mermado de facultades. Hice ese esfuerzo y creo que la afición sevillana sabe valorar esos gestos.
–¿Y San Isidro?
–Mi planteamiento es torear una tarde. Todavía no está
cerrado pero tengo mucha ilusión por volver a esta Plaza, espero que se
arregle.
–¿Has pensado en algún gesto especial, esta temporada?
–De momento, no, pero no digo que no pueda plantearse. Para
mí, el mejor gesto es hacer esta temporada como se plantea, afrontarla
con responsabilidad.
–Hace
una semana, en Olivenza, has vuelto a asombrar a todos, con una gran
faena, «marca de la casa», a un toro por el que nadie daba un duro.
–Te aseguro que fue sorprendente hasta para mí porque todos
los síntomas eran contrarios pero el toro acabó entregándose. Mi forma
de entender el toreo incluye lidiar al toro complicado, dominarle. Abrir
así la temporada me da mucha moral.
«Siento que tengo una cierta responsabilidad en la imagen pública del toreo»
–Después de 25 años, ¿qué buscas, en el toreo?
–Intento torear mejor, depurar la estética (que no es lo
mismo que ponerse bonito), ralentizar la embestida del toro, componer
una expresión bella y natural, sin crispaciones: así entiendo yo el
toreo.
–Ahora, te llaman para muchos actos, homenajes...
–Así es, siento que tengo una cierta responsabilidad en la
imagen pública del toreo, pero sin perder ningún entrenamiento. Cuando
acabemos esta charla salgo para Albacete, a tentar. Quiero estar
centrado en el toreo, vivir en torero, siempre con el toro en la cabeza.
–Ése debe de ser el secreto...
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