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domingo, 8 de marzo de 2015

OLIVENZA En hombros. Dos orejas cada uno

Dos tenores



Olivenza (España) Enrique Ponce y Rivera Ordóñez formaron parte de esa terna que, junto a Joselito, se dieron en llamar 'los tres tenores'. Otros tiempos. Hoy reparecía Paquirri, que se libró de una fuerte cornada de milagro, a la salida de un par. Fuerte cogida y raza fuerte al sobreponerse y cortar las orejas. Ponce hizo ese milagro de faenar con inteligencia a un toro rajado. Y cortale las orejas. ¿Morante? Sublime con el capote, sobre todo el el tercero y pasajes de muelta de toreo embraguetado y muy puro, pero con un lote sin fondo y a menos. Porque, de la corirda, se salva uno noble, el segundo, y el bravo y enrazado quinto. 

 
El quinto fue el toro de mejor comportamiento de la tarde, un astado bravo, bien hecho, con plaza y trapío que cogió de fea manera y dio una tremenda paliza a Rivera Ordóñez en el segundo par de banderillas terminando con la taleguilla rota y saliendo vivo de milagro. Una vez recompuesto el diestro, siguió con el tercio de banderillas para dejar arriba un par al violín,  y,  ya en la muleta se entonó con el toro y le corrió muy bien la mano con la izquierda y también obtuvo algunas series de buena factura con la derecha. Además, le dio un espadazo y cortó dos merecidas orejas. Todo ello con las facultades mermadas.

Solvente, resuelto, y fácil se mostró Rivera Ordóñez en el toro de su reaparición, un astado que fue manejable. Con la muleta el torero pudo esbozar tandas estimables por el pitón derecho, lado por el que se desplazó largo. Sin embargo emborronó su actuación con la espada, que se le atascó. El público le habñia oblihado a saludar tras romper el paseillo. 

Importante fue la actuación de Ponce al cuarto, un toro que se metió por dentro en el capote y que fue también complicado en banderillas y de difícil embroque. No tuvo mal inicio en la faena de muleta, pero en la cuarta tanda se fue a las tablas después de no haber empujado nunca los vuelos hacia adelante.  Muy inteligente el valenciano, en ese terrero, le planteó otra faena, von el toro paraleo a las tablas (hacia afuerra no embestía)  aprovechando y leyendo perfectamente  la querencia y llevándolo muy tapado, levantó tarde y faena. Fue  una labor de raza del maestro de Chiva. Mató de espadazo y cortó dos orejas de ley.

Poca historia tuvo el primero, que se había dañado en una mano. Ponce brindó a Rivera Ordóñez una faena que no pudo terminar de cobrar vuelo debido a la poca fuerza manifiesta de su oponente, que estaba lesionado. Lo mejor el estoconazo con que lo despachó.
Soberbio estuvo Morante con el capote en el tercero, al que firmó cuatro lances extraordinarios a la verónica. Exquisito temple del sevillano, que toreó a compás y ganando terreno a su oponente. Después otro gran quite a pies juntos abrochado con una templada y ajustada media a un toro que ya en la faena de muleta transmitió poco. 

Dos tandas extraordinarias le dio Morante con la derecha, con gran temple y torerísimas. Pero a partir de ahí al toro le costó romper hacia delante a pesar de que el sevillano le cambió el terreno y se reunió con él con expresión. Mató de estocada casi entera y descabello y saludó una ovación.  

El sexto fue un toro áspero, complicado y deslucido que ya en el capote se mostró muy pegajoso apretando por dentro, punteando los engaños y sin romper hacia adelante. A pesar de estos defectos, Morante lo recibió en un vistoso saludo a la verónica, menos lucido que en su primer turno por la condición del sexto. Y después inició el trasteo de muleta con un brazo apoyado en tablas. Solo el primer y segundo muletazo fueron limpios por la aspereza del toro de Victoriano del Río. Morante mató de estocada y quiso apuntillarlo, aunque falló varias veces y tuvo que emplear el descabello. Saludó una ovación tras aviso.
Plaza de toros de Olivenza. Última de la Feria del Toro. No Hay Billetes. Toros de Domingo Hernández (1º) y Victoriano del Río, de gran juego el bravo quinto. Enrique Ponce, silencio y dos orejas; Rivera Ordóñez Paquirri, que reaparecía tras dos temporadas de ausencia, silencio y dos orejas; y Morante de la Puebla, ovación y ovación tras aviso.

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