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jueves, 5 de marzo de 2015

Pagés declara el final de la crisis



La empresa Pagés declara de forma unilateral y oficial el final de la crisis. Y, de paso, que a Sevilla y a su pueblo le ha tocado una lluvia de millones de euros en el cupón de la once. Según cálculos de Ignacio Sánchez Mejías, abonado a la Maestranza, economista y auditor de cuentas, profesor asociado en la Universidad de Sevilla, el precio del abono de la feria 2015 sube, por zonas, el que más (sombra alta) un 19,34% y el que menos (sol y sombra) un 16,26%.  Aclara este estudio y otros similares que son subidas ponderadas, es decir, asumiendo la novillada de más que se ofrece este año respecto a 2014.

En una provincia con una tasa de paro casi diez puntos porcentuales por encima de la media nacional (31,41%), ésta subida hace crujir los huesos de la coherencia. En una feria que no ha de pagar los honorarios de El Juli, Morante, José Tomás, Talavante y Perera; en una feria que contará con el ingreso extra de la televisión, subir el precio del abono hasta esas cifras escandalosas, es bombardear al toreo, poner un foso de acceso a la afición y hacer sentir que Sevilla se puede gestionar como un cortijo, sin que exista elemento corrector alguno al exceso de ánimo de recaudación.

Un Patrimonio Cultural de los españoles no pude ser tan mal tratado. El público y el pueblo de Sevilla no merecen ese trato, esa montañosa barrera económica que le impida el acceso a su cultura, a sus raíces, a su tradición, a su afición. Pero, ¿a nadie se le cae la cara de vergüenza? ¿Hemos borrado esa palabra del diccionario? Y ¿aún queremos que vaya gente a los toros? La entrada más barata de sol en una corrida es de 27 euros y en sombra, de 73 euros. Precios sin duda ad hoc a los tiempos que viven los sevillanos. 

Por 28 euros se saca un tendido de sombra en Madrid. Por 73 una entrada de lujo. El mismo precio que se paga en Sevilla por la última fila de la grada, donde se maldice a la columna, al arco que no te deja ver, a la incomodidad de una localidad irracional. Ésa es la diferencia. Sevilla va a su aire, al aire de una gestión que vela por el interés de quien se queja de que pierde abonados año tras años. Pero ¿cómo no se van a perder? Llanto hipócrita que se llora con lágrimas prestadas de los cocodrilos.

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