En
una provincia con una tasa de paro casi diez puntos porcentuales por
encima de la media nacional (31,41%), ésta subida hace crujir los huesos
de la coherencia. En una feria que no ha de pagar los honorarios de El Juli, Morante, José Tomás, Talavante y Perera;
en una feria que contará con el ingreso extra de la televisión, subir
el precio del abono hasta esas cifras escandalosas, es bombardear al
toreo, poner un foso de acceso a la afición y hacer sentir que Sevilla se puede gestionar como un cortijo, sin que exista elemento corrector alguno al exceso de ánimo de recaudación.
Un Patrimonio Cultural de los españoles no pude ser tan mal tratado. El público y el pueblo de Sevilla no
merecen ese trato, esa montañosa barrera económica que le impida el
acceso a su cultura, a sus raíces, a su tradición, a su afición. Pero,
¿a nadie se le cae la cara de vergüenza? ¿Hemos borrado esa palabra del
diccionario? Y ¿aún queremos que vaya gente a los toros? La entrada más
barata de sol en una corrida es de 27 euros y en sombra, de 73 euros.
Precios sin duda ad hoc a los tiempos que viven los sevillanos.
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