Eugenio Moreno Villarrubia (Mora, 1975), Eugenio de Mora en los carteles, está en un momento dulce. El año pasado le dieron una tarde en la feria de San Isidro, la más importante del mundo, y dio una vuelta al ruedo. Repitió en Madrid en pleno agosto y cortó una oreja a un toro del Conde de la Maza. El domingo volvió a Las Ventas y otra vez arrancó un apéndice a un burel de Martín Lorca. Que no extrañe que haga saltar la banca en próximas fechas.
—¿Qué es lo primero que pensó cuando se quedó solo en el hotel después de la corrida?
—No fue una sola cosa en concreto. Cuando llegas de una
tarde como la de ayer (por el domingo), que las cosas salieron muy bien,
es una satisfacción muy grande porque se ha cumplido lo que buscas
después de tanto tiempo de preparación. Me sentí muy reconfortado
conmigo mismo.
—Dice la crónica de ABC: «Eugenio de Mora saca billete para las ferias». ¿Ha sonado el teléfono?
—Ha sonado mucho. Me han llamado muchos amigos,
aficionados, compañeros suyos de prensa… pero, en cuestión de contratos,
todavía no tengo noticias de que se empiecen a acordar de mí (risas).
Espero que así lo hagan. Hasta ahora tengo corrida el 25 en un pueblo de
Francia (Saint Martin de Crau); el 26 en el mío, Mora; y el 10 de mayo
en Madrid, en San Isidro. Espero que la temporada rompa porque todavía
no han empezado las ferias a salir…
—¿Cuánto vale o debería valer una oreja en Madrid?
—No lo sé. Ahora mismo el toreo está en un momento muy
raro. Con la oreja del año pasado (el 10 de agosto) me costó hacer
corridas porque los carteles de las ferias ya estaban cerrados. Esta
oreja de ahora ha caído en una fecha estupenda. Ya veremos. Tampoco pido
nada del otro mundo. Ni cobrar disparates, ni exigencias bárbaras. Tan
solo estar en las ferias, no solo de Madrid, y que se acuerden de mí,
que creo que estoy haciendo méritos.
—¿Cómo fue la faena al de Martín Lorca?
—Fue una faena con puntos muy altos, muy emotiva. Con un
inicio muy característico mío, de rodillas, que me identifica mucho y
que suele llegar mucho a los tendidos. Luego tuve que darle un
tiempecito al toro porque tenía nobleza, pero no era conveniente
atacarlo demasiado. Y el punto culminante fueron tres tandas muy buenas
con la mano izquierda, con las que acerté al entenderme con él. Por
último, de remate, apreté al toro con un par de tandas con la derecha
que pusieron la faena muy arriba. Hacía tiempo que no se escuchaban los
«olés» tan fuertes en Madrid.
—¿Está en su mejor momento?
—No lo sé. Llevo muchos años y he tenido momentos muy
buenos, otros más difíciles de estar muy aparcado… Creo que ahora estoy
en uno muy bueno, me siento delante del toro en un gran nivel. Es un
tópico decir «estoy en el mejor momento», pero es cierto y sobre todo me
lo está valorando el público y la prensa, y eso para mí es muy
importante.
—¿Le gustaría medirse a las figuras?
—Sí que me gustaría. Creo que figuras tiene que haber, su
obligación es marcar el ritmo de los demás toreros y normalmente el
público tiene más ganas de verlos, pero también es importantes que abran
los carteles. Cerrar siempre los tres puestos con tres figuras no es
bueno, y deja pocas oportunidades a los demás.
—A sus 40 recién cumplidos, ¿qué sueños le faltan por cumplir?
—Gracias a Dios he conseguido muchas de las cosas con las
que soñaba. Quizás de chaval soñaba más que ahora. Sí que me quedan
ilusiones. Más que conseguir cosas concretas, me queda seguir creciendo
como torero. Eso sí que me motiva mucho, y eso va ligado a que pueda
haber más triunfos fuertes como el último en Madrid.
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