En el primer toro, Padilla da una larga, a portagayola, y la enlaza con dos más. En las verónicas posteriores, recibe un porrazo tremendo,
en la cadera. Felizmente, no parece estar herido y vuelve a la cara del
toro, después de enfundarse unos pantalones vaqueros: una estampa añeja, que nos hace recordar, por ejemplo, a Diego Puerta. Banderillea Juan José con conocimiento de los terrenos, domina al toro por bajo, logra buenas series por la derecha, templando y ligando. Se vuelca en una estocada a toma y daca que resulta tendida y falla con el descabello. Era faena de oreja.
En el cuarto, ha cambiado los vaqueros por un blanco
remiendo. Brinda a una chiquilla. (Me informa Joaquín Moeckel: es la
hija del buen poeta Joaquín Caro Romero,
que ha tenido problemas de salud. Por eso le dice: «Tu sí que eres un
ejemplo de superación»). El toro flaquea, el diestro anima las sosas
embestidas tirando de recursos. Le cantan flamenco, en el tendido. Gran estocada: una oreja, que no premia a esta faena, creo, sino al conjunto de su labor.
Seria actitud
Abellán vuelve a
mostrar la seria actitud que ha tenido en esta segunda época y le ha
dado buenos éxitos. El segundo toro queda algo corto, se apaga y acaba
flaqueando. El diestro muestra su poderío por bajo,
corre bien la mano, liga los muletazos, aguanta parones. Faena seria,
estimable. Mata con decisión. El quinto, alto, largo, hace buena pelea
en varas: se aplaude mucho a «El Jabato». Brinda a José María Manzanares
(la gente sigue hablando de sus faenas del día anterior). Muy
tranquilo, le va metiendo en la muleta pero el toro es suelto y soso. Ha
estado más digno que lucido.
El Fandi es
siempre garantía de entrega y espectáculo. En el tercero, de Fuente
Ymbro, gallea y quita por zapopinas. El tercio de banderillas resulta muy vistoso.
El toro protesta pero repite, no para. El diestro le va cogiendo el
ritmo cuando modera la velocidad de sus embestidas. Mata de media en lo
alto, de rápido efecto.
Recibe al último, en tablas, directamente por zapopinas (nunca lo había visto ni me parece lo más adecuado). Aplauden en varas a Juan de Dios Quinta,
que mide el castigo. Las banderillas son espectacularísimas, por la
velocidad con que el diestro corre hacia atrás, hasta que lo para.
Comenta un vecino: «¡Es de medalla olímpica,
más que de oreja!» ¡Lástima que este deporte no esté reconocido! A la
muleta llega el toro corto, quizá agotado. La faena no pasa de
voluntariosa.
Toros con casta y tres buenos profesionales: ¡que la peor fuera como ésta!
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