sábado, 4 de abril de 2015

Manzares corta un rabo en Arles a un toro de vuelta al ruedo

El diestro José María Manzanares ha cortado este sábado los máximos trofeos del último toro de la tarde, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre, y ha salido a hombros junto a Juan Bautista en el tercer festejo de la Feria de Pascua de la ciudad francesa de Arles.

Toros de Garcigrande y Domingo Hernández, de poca caja pero rematados por delante, bravos en el caballo en conjunto y de juego desigual. Primero y cuarto de dejaron sin acabar de romper; muy flojo el segundo; con genio el tercero; andarín pero con buen fondo, el quinto; y humillador y noble el sexto, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Finito de Córdoba, silencio tras aviso y silencio tras dos avisos.

Juan Bautista, palmas y dos orejas.

José María Manzanares, ovación tras aviso, y dos orejas y rabo.
La plaza rozó el lleno en los tendidos.

Finito se mostró muy conformista frente al primero de la función, un toro cumplidor en el caballo y que se dejó después en la muleta aunque sin romper de verdad hacia adelantes. Faena precavida y sin apostar de Juan Serrano, que llegó a aburrir al personal.

El cuarto fue un toro con buen son, con el que Finito se eternizó manejando el capote y tiró muchas líneas después sin comprometerse jamás en el último tercio. Otra vez aburrió, tanto que llegó a escuchar dos avisos.

El segundo toro de la tarde tuvo movilidad y buen son en el entonado recibo capotero de Juan Bautista, pero después de dos picotazos casi simbólicos blandeó a la salida del caballo antes de derrumbarse del todo e imposibilitar el quehacer de un Bautista que ni mimándolo mucho pudo armar faena.

El quinto, muy correoso y andarín al principio, trajo de cabeza a la cuadrilla durante los dos primeros tercios. Le costó media faena a Bautista encontrar el equilibrio entre poderle y no poderle, pero a base de sobarlo mucho, encontró el torero francés el punto justo para empezar a remontar una tarde que, en esos momentos, parecía algo imposible.

A base de temple, elegancia y mucha cabeza, Bautista logró momentos de notable interés, sobre todo en el toreo sobre la mano izquierda, por donde surgieron muletazos de buen aire. Mató en la suerte de recibir al segundo intento y cortó dos orejas.

A Manzanares lo sacaron a saludar antes de salir el tercero de la tarde, un bonito toro castaño con picante, un punto de genio pero con la virtud de la obediencia. Faena voluntariosa del alicantino salpicada con algunos momentos lucidos, por lo que fue ovacionado al finalizar su labor.

El último fue el único prototipo de toro conforme a lo que es esta ganadería, un animal de gran nobleza y movilidad. Manzanares llevó a cabo una faena en modo carrusel, es decir, de circulares ligados y componiendo muy bien la figura, lo que provocó el fervor de unos tendidos, que, por momentos, parecían un manicomio.

Citó Manzanares para ejecutar con el estoque la suerte de recibir a diez metros del toro. Le tiró la muleta para fuera en el momento del embroque, dejando dos tercios de espada tendida, suficiente para cortó hasta el rabo de un toro premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

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