domingo, 31 de mayo de 2015

El Juli, pletórico, regala toreo y vida en su encerrona solidaria en Cáceres

Un torero en plenitud. Una figura en mayúsculas. Julián López «El Juli» cortó siete orejas y un rabo en su encerrona con seis toros en Cáceres. Y todo por una buena causa. Por la mejor: a beneficio de los niños con cáncer.La cara solidaria del toreo y la cara más triunfal de la Fiesta, con indulto incluido. Todo ello televisado por La 1, en el regreso de las corridas al ruedo de Televisión Española, la cadena de todos.

El Juli, de estreno con un precioso terno azul y plata, se mostró pletórico desde primera hora. Ambición, compromiso, actitud, capacidad, variedad, temple y ciencia. La gran lección de magisterio, la apoteosis absoluta, llegó en el quinto. Y ya dice el refrán que no hay quinto malo: muy bueno fue este «Fantasma», excelente en las manos sabias de El Juli, que todo lo hizo a favor del toro. Derribó al piquero y lo cuidaron en el caballo. Arrebatada, la figura de Madrid pidió banderillas. Tres pares que enloquecieron a la plaza.

Hundido y profundo

Prometía el ejemplar de Domingo Hernández y Julián lo entendió perfecto por ambos pitones, midiendo tiempos y distancias, con una tanda al natural extraordinaria. A derechas, el compás abierto, hundido, profundo. Sentido e inteligente, con la muleta puesta y la mano baja, sin dejar huecos a un toro bravo con nobleza, fijeza y mucha clase. El público comenzó a pedir el indulto. El Juli siguió toreando. Y «Fantasma» que seguía embistiendo. Asomó el pañuelo naranja, el del perdón de la vida. Éxtasis colectivo y dos orejas y rabo simbólicos para el matador. La obra se la había brindado a José María Garzón, empresario de Lances de Futuro, que había conseguido, como en Mérida con la encerrona de Talavante, que la corrida se televisara. La afición se lo agradeció.

El festejo había comenzado con un homenaje de los niños con cáncer a El Juli, que le dedicaban un «suerte, maestro» ante la sonrisa del torero. Y el espada les correspondió con su tauromaquia, con una tarde triunfal en la que hubo desde el principio diversidad con el capote –caleserinas, faroles, lopecinas, verónicas...–. Y toreo de máxima lentitud, de mucho ritmo y despaciosidad con la colaboración de una muy buena corrida de Domingo Hernández. El último brindis fue para ellos, para los pequeños luchadores, héroes que pasearon por el ruedo la pancarta «Torea al cáncer», antes de la multitudinaria salida a hombros de un torero que había regalado vida.

Ficha de la corrida

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