Eugenio de Mora y Morenito de Aranda pasean una oreja de una corrida de medio toro en la que a un buen Saldívar no le hicieron ni caso
MARCO A. HIERROA la puerta de chiqueros, en Madrid, se van los tíos con dos pelés a cambiar la moneda para volver muchas tardes. Al altar de los sustos suelen ir los que buscan la gloria de verse un día sin la necesidad de esos tragos. A hincarse de hinojos, que no a postrarse, vino hoy a Madrid un tío que descerrajó el portón más grande hace ahora una semana. Por si quedaban dudas entre los que soltaban estos días la coletilla de "a ver qué pasa el domingo".
Llegó el domingo y a Las Ventas llegó a confirmar sin ceremonia el hombre que más despacio ha latido el toreo en lo que va de año venteño. Metido, dispuesto a fenecer hoy mismo si lo exigiese el guión o a volverse en las volandas que tan bien se digirieron hace apenas ocho días. Vino a manejar el percal que entonces resultó exiguo por falta de material en los vuelos. Porque hubo tres verónicas del Moreno hoy que hicieron rugir a Madrid como si hubiese toro. Confirmó sin ceremonia que ya es dueño de esta plaza y que quiere comprar otras a nada que le dejen meter un alamar donde salen las que embisten.
De eso no hubo hoy más que medias arrancadas que parecieron mejores por la pericia de tres tipos que corrieron suerte dispar. Al propio Jesús le embistió por abajo el sobrero de El Risco lo justo para que lo viese Madrid en una serie y media. Cuando llegó la exigencia sólo se quedó el torero, amarrando el corazón al alma y echando el trapo con la misma fe que si el castaño humillara. Porque no quiso hacerlo el bicho más que en la llegada mentirosa que buscaba la arena y levantaba la gaita cuando le dolía el embroque. Aún así le dejó la sarga el Moreno para que terminase a media altura lo que quiso iniciar con buen son. Todo con regusto, con paciencia, con la mente puesta en torear, así saliese el buey Apis cuando se abriera el portón. Fue la de Morenito la tarde de confirmar fes, de coser bocas y de evitar las excusas a la hora de acartelar. Una oreja le arrancó al de El Risco; con el otro quedó en ovación. Dos actuaciones meritorias, una con premio incluido, la tarde que comenzaba saludando una ovación. Porque también le confirmó Las Ventas al Moreno que es bien recibido en su casa.
Como lo es Eugenio de Mora tras firmar una tarde de torero maduro, sólido y capaz que tiene regusto para trazar y valor para hacérselo al malo. Más que al malo, al medio, el que no termina nunca lo que empieza porque siempre le falta un matiz. Le faltó raza y duración al cuarto para mantener la calidad del inicio de rodillas, rematado con uno de pecho que todavía le está pegando. Monumental. Lo habían sido las verónicas del saludo, de mano baja bajísima y corazón disparado. Lo fueron los naturales de lenta parsimonia para rebozar al bicho y exprimirle la voluntad.
Esos mismos quedaron del primero, toro de anodina impronta que pareció destinado a olvidarse y se enmarcó su estampa en las fotos con el vuelo del natural. Confirmó también Eugenio que llegará su gran golpe, y ya no hay más ceremonia para saludar su llegada, pero sí una nueva oreja para desear su regreso.
Pero no parece tan claro que tenga ganas Madrid de disfrutar de Saldívar, porque muy poco caso le hicieron en una buena actuación. Sorteó el mexicano sin suerte en su regreso a Madrid ni ninguno de los dos toros le regaló un desliz, ni le tiró un arreón, ni le quiso quitar la vida ni se le rebozó en la sarga. Se fue Arturo de Madrid sin recibir argumento para torear -y aún así quedaron derechazos de raza con el sexto-, ni raza o aspereza para jugarse el cuero. Pero intervino en quites, se le vio metido, le arrojó a la cara valor al sexto y hasta ejecutó zapopinas del repertorio de otros para decirle al tendido que estaba allí. Pareció el hombre invisible para una plaza que no le prestó atención.
Ya la había puesto antes en dos de los consentidos de esta temporada nueva, que se ganaron su premio confirmando sin ceremonia que hay que abrir el escalafón. Y fue para eso que dejaron ganas de volver a verlos.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro, tercera de abono. Tres cuartos de plaza largos en los tendidos.
Seis toros de Valdefresno desiguales de tipo y hechuras. Enclasado y obediente el mansito primero; de noble docilidad sin clase el rajado segundo; devuelto por flojo el tercero; con calidad y fijeza de motor a menos el castaño cuarto; devuelto el quinto por partirse una mano; almibarado y sin emoción el feble sexto. Un sobrero de Hermanos Revesado, tercero bis, noble, feble y sin raza. Y un sobrero de El Risco, quinto bis, informal y exigente.
Eugenio de Mora (grana y oro): ovación y oreja tras aviso.
Morenito de Aranda (nazareno y oro): ovación tras aviso y oreja tras aviso.
Arturo Saldívar (tabaco y oro): silencio y silencio tras aviso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario