Corrida que apuntó y no disparó de Baltasar Ibán con la que sólo Fernando Robleño logró puntuar; desdibujado Marín y Bolívar firme con el sobrero de Torrealta, siempre a media altura
Arrancaba a las siete en punto el paseíllo de Madrid con una corrida de Baltasar Ibán en toriles para una terna de gladiadores: Fernando Robleño, Serafín Marín y Luis Bolívar trenzaban a esa hora el paseo. Un gran ambiente presentaba la plaza de Madrid para ver la corrida del mítico hierro.
Larguilucho era el primero de Baltasar Ibán, al que Fernando Robleño no pudo recibir a gusto a la verónica. No se comportó bien en varas, con un tranco incierto, para que después la cuadrilla pareara de forma rápida. Le faltaba rebozarse en la muleta de Fernando, que lo intentó sin lucimiento por derechazos. Le faltó más recorrido y casta a este primero, pero anduvo Fernando Robleño muy a gusto, sobre todo en una tanda al natural en la que le aguantó todo al astado de Ibán. En los finales, también con toreo a zurdas, el madrileño se gustó por bajo. Con la espada dejó un estoconazo ejemplar del que cayó el toro sin puntilla.
Con poco ritmo embestía el segundo de la tarde, un toro que fue entrando paulatinamente a los trapos de los hombres de Marín. Quitó Luis Bolívar por chicuelinas a un toro que se arrancaba pronto y de largo, en un bello momento. Serafín Marín fue haciéndole frente con despaciosidad a este segundo, pero se vino abajo a partir de la segunda tanda. No humillaba en ningún momento el de Ibán, por lo que, sumado a su tranco cortísimo, Marín debió tirar de lógica e inteligencia para ir sonsacándole muletazos sueltos. Se cruzó en el frente de la cara del astado en numerosos instantes, desplantándose con torería sin llegar a los tendidos.
El tercero, protestado de salida a pesar de ser el de más romana de la corrida, fue recibido por Bolívar con tres verónicas limpias y exigentesal de Ibán. Tenía emoción ,transmisión y mucho recorrido, incansable en sus embestidas y máxima fiereza en la muleta de Luis Bolívar en el inicio muleteril. Parecía que iba a durar ese motor durante toda la faena cuando se lo cambió por la espalda Luis. Era exigente el astado madrileño, pero a partir de ese momento se vino a menos y no recuperó el ímpetu que marcó desde el principio. Fue a menos el astado, por lo que Bolívar no pudo sonsacar más al astado. Con la espada dejó una estocada a la tercera.
El cuarto fue un toro al que Fernando Robleño le imprimió voluntad en el recibo capoteril, para que posteriormente entrara y empujara en el peto de Francisco Javier González saliendo con boyantía de éste. Tenía cierto punto de bravura el toro, por eso le costaba hacer bello y profundo el muletazo en los trastos del madrileño. Con la mano derecha debió exigirle Fernando para conseguir varias tandas de detalles. Lo mejor, fue el estoconazo que tiró al tor
Mucha cara por delante tenía el quinto de la tarde, un toro que también era bonito por detrás: bajo y reunido de carnes. Ante éste Serafín Marín intentó corregirle las embestidas con el capote, al igual que Curro Robles lo hizo durante la lidia. Embestía desigual, sin ritmo, lo que hacía complicado estar firme en su frente. No tenía buen compás en la embestida, pues ésta no era definida debido a los constantes parones que tenía el de Ibán. Marín anduvo sonsacando detalles por ambas manos, pero fue imposible. Fue silenciado tras la estocada.
Muy por encima Diego Ventura de su primero, un toro que apenas le aguanta con cierto celo de salida al recibirlo a portagayola con la garrocha. Estampa campera y suerte muy aplaudida por el público. Con el cambio de tercio se apagó el toro, haciendo de menos a los constantes intentos del jinete por extraerle todo el partido posible con parte de lo mejor de su cuadra, como Sueño, Nazarí y Remate.Clava un rejón tras un pinchazo y un descabello y, aún así, el público le pide con fuerza la oreja.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas. Feria de San Isidro. Corrida de toros.
Cinco toros de Baltasar Ibán y uno, el sexto bis, de Torrealta.
Fernando Robleño, ovación y silencio.
Serafín Marín, silencio y silencio.
Luis Bolívar, silencio y silencio.
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