martes, 2 de junio de 2015

EL REJONEO: Origen, Evolución y Normas



Hassan González Sosa
Capítulo III segunda parte
Mencionar a José Rosa Rodríguez, caballero obsesionado por el temple (habilidad de los rejoneadores de regular velocidad de desplazamiento de sus monturas en relación a la embestida de los toros, para mantener un vínculo de unión entre ambos), es explorar el origen del toreo a caballo moderno. Este torero, cuya pasión juvenil era el toreo a pie, practicó mucho esta faceta de la tauromaquia en los tentaderos de los amigos paternos, en los cuales se hablaba mucho del temple, el cual, sin embargo, nunca estuvo presente en la lidia de las vaquillas que se tentaban, porque simplemente ninguno tenía el don de este elemento tan preciado para el ejercicio de la tauromaquia.

No obstante, en una tienta (Prueba que se hace a los toros, generalmente a los dos años de edad, para determinar su calidad y de la cual depende su destino, que puede ser: semental, corrida de toros, novillada o deshecho. Lo mismo se pone en práctica para las vacas, para dedicarlas a la cría o al rastro) en la ganadería de Pino Barreiros, a la que fue invitado Domingo Ortega, y en la que tentaban unas becerras muy duras, a las cuales nadie de los presentes podía colocar al caballo (Llevar al caballo del picador para ser picado) surgió, así como si nada, el toreo de Domingo Ortega quien desplegó su capa y las embarco en ella toreando con languidez, esbozando con el capote lances lentos, increíblemente lentos y de esa manera, dominó sin esfuerzo a las ásperas vaquillas que le echaron a las que imprimió su ritmo, ritmo de su toreo.

Ese día, José Rosa Rodríguez, mirando torear a Ortega comprendió lo que era el temple y quedó maravillado. Y a pesar de su gran afición por el toreo a pie, sus incursiones cinegéticas a caballo y la adquisición que hizo de un magnífico y bien adiestrado corcel llamado “Enimy”, que poseía la virtud del equilibrio, Rosa Rodríguez, que tenía la obsesión por el temple, porque lo llevaba en las entrañas, sintió por primera vez, a caballo, la maravillosa sensación de lo que buscaba a pie. La emoción lo cautivó y decidió implantar el temple en el toreo a caballo. De esta manera emprendió lo que llamó, Cruzada a favor del Temple en el Toreo a Caballo, la cual fue apoyada por caballeros de la época, como Fernando Sommer d´Andrade, Duarte de Almeida, Joao Cabral y algunos otros quienes se sumaron a este movimiento.

José Rosa Rodríguez se retiró en la década de los cincuentas, habiendo obtenido muchos éxitos a lo largo de su carrera, en la que su empeño fue implantar un toreo más rítmico, más acompasado, más cadencioso, lo que en términos taurinos llamamos temple. A pesar de que su cruzada causó escepticismo en algunos sectores del gremio, su intento fructificó en las precedentes generaciones de toreros portugueses y sentó las bases del toreo moderno, que alcanzó su máxima expresión en el lento y armonioso toreo de Joao Moura, quien ha llevado el temple en el toreo a caballo casi a la perfección y ha inmortalizado caballos como “Ferrollo”, “Importante”, “Sandokan”, “Vino”, “Carbón”, “Azúcar”, “Café”, “Bucanero” y “Futbolista”, entre otros, por su maravillosa forma de torear.
                     
 José Rosa Rodríguez, caballero portugués que obsesionado por el temple en el toreo a caballo, emprendió una cruzada para establecer la lentitud del toreo ecuestre, que años más tarde dio frutos en las nuevas generaciones, encabezadas por Joao Moura.                      

También son dignos de mención, los caballeros, Francisco Mascarenhas, hombre de gran prosapia caballeresca y heredero de una gran tradición taurina, José Maldonado Cortes, quien fue varios años líder del escalafón en Portugal y que vivió entre nosotros, en la ciudad de San Luis Potosí donde fue muy estimado, se presentó en la plaza México el 17 de Febrero de 1980 toreando al toro “Mago” de la ganadería de Soltepec, José Mestre Batista, que con su espectacular toreo de frente llenó los cosos de entusiastas seguidores.                                                                                                      

José Cortes
José Samuel Lupi, quien rejoneó 108 corridas en España el año de 1971 y formó parte de la famosa cuarteta de los “Jinetes de la Apoteósis”, electrizó con sus quiebros y su espectacularidad a la afición peninsular. Nació el 5 de Mayo de 1931, en Lisboa.
Miembro de una familia dueña de una importante yeguada así como de una vacada de reses bravas, su destino como rejoneador fue manifiesto. Desde muy temprana edad adquirió, en la heredad paterna los conocimientos que lo llevaron poco tiempo después a dedicarse a la profesión taurina.
Fueron sus maestros dos grandes del toreo portugués, Joao Branco Nuncio y Francisco de Mascarenhas. A los 16 años ya con un considerable bagaje de conocimientos se presentó en público en Villa Franca deXira, sin embargo, antes de dedicarse de lleno al toreo profesional, decidió terminar sus estudios de ingeniería.
Habiéndose graduado tomó la alternativa en el coso de Campo Pequeño, el 16 de Junio de 1963 de manos de su maestro Joao Branco Nuncio. Se presentó en Madrid el 12 de Abril de 1964. Su carrera fue por demás exitosa y solo fue interrumpida por algunos percances.

El año de 1971 debutó como ganadero en la plaza de Barcelona, en la que vio en los carteles el nombre de la Sociedad Agrícola de Río Frío, tal es el nombre de su ganadería. Estuvo en activo hasta el año 1977, no obstante su última actuación data del año de 1983

José Samuel Lupi, propietario de la Heredad de Río Frío, ejecutando una suerte de caras, como los grandes.

Manuel Jorge de Oliveira, quien así como Lupi fue un espectacular ejecutor de los quiebros,  Joao José Zoio, que no se quedaba atrás, por la espectacularidad de su toreo y Joao Salgueiro, que tiene la responsabilidad de pertenecer a la tercera generación de toreros ecuestres que ha dado su familia y que fue quien esbozó la forma de cargar la suerte lo que dio paso a otra etapa del toreo de caras y de quien los mejores rejoneadores  hispanos toman ejemplo; Inventó la espectacular suerte llamada “La Paradinha” (La Paradita) que más tarde se adjudicaron los rejoneadores españoles, rebautizándola con el nombre de “Vuelo del Águila” o algo así, su toreo se caracteriza por el temple y la suavidad.
Entre otros lauros, cuenta con haber sido el triunfador de la temporada 2003 de Portugal. Todos ellos han enriquecido con aportaciones distintas al toreo a caballo, gracias a su inventiva, a su talento, a su arrojo y a su monta académica puramente lusitana.
               
                     
Joao Salgueiro, ejecutando una suerte de caras, como solo los grandes caballeros tauromáquicos lo saben hacer.

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