sábado, 11 de julio de 2015

Paco Ureña y un gran toro de Escolar en San Fermín

El murciano se gana la puerta grande con el mejor lote de una complicada corrida

andrés amorós
En el encierro, con la ciudad abarrotada, el fin de semana, y el debut de los toros de Escolar, se han vivido escenas terribles: un toro que hiere a la vez a dos mozos, uno con cada cuerno... Y algo insólito (pero no único, en la historia). A poco de salir, al comienzo de la cuesta de Santo Domingo, un toro, llamado «Curioso», se ha separado de sus hermanos y, pausadamente, ha regresado al corral. ¿Qué hacer, en esa situación? Creo que se ha tomado la mejor decisión: un «encierrillo al revés» para que, acompañado sólo por los pastores, vuelva a los corrales del Gas, de donde había salido, la noche antes; desde allí, un camión lo ha trasladado a la Plaza. (Otro encierro, para él solo, hubiera sido temerario).

El cartel lo componen tres diestros que no torean mucho: esta temporada, Paco Ureña, cinco corridas; Paulita, dos; el navarro Francisco Marco, creo que ninguna: lleva 15 años seguidos, en San Fermín. Poco bagaje para lidiar estos toros. [Así lo hemos contado]
 
Comienza la tarde con mala suerte: el primero, serio y bien armado, se lastima, al rematar en el burladero. Recibe Francisco Marco con una larga de rodillas al sobrero. Brinda a Sergio Sánchez, que, este año, cumple los veinticinco como matador y comparte, con él, el oficio de doblador. El toro tiene cierta nobleza por la derecha, es muy complicado por el otro lado. Lo lidia con dignidad y acierta con la espada, pero no con el descabello. (No tiene sentido que piten a un paisano en una suerte tan secundaria como es el descabello. Me temo que eso responde a la actual moda sensiblera de exigir que el toro caiga enseguida, sea como sea).

En el cuarto, la gran incógnita: ¿qué comportamiento va a tener ese toro que no quiso correr el encierro, con sus hermanos? ¿Será manso, evitará la pelea, o venderá cara su vida, en una lucha franca? Es abierto de pitones, asaltillado; cumple en varas. Parecía que iba a tener cierta nobleza pero se orienta enseguida, por los dos lados, y la faena, muy corta, no puede remontar. Vuelve a matar Marco con habilidad. El «Curioso» no ha sido «impertinente» (como el de Cervantes): se ha quedado en sorprendente.

El más peligroso

El segundo, astifino, ha sido el más peligroso, en el encierro [Sin corrida no hay encierro]. En la Plaza, también saca muchas complicaciones, busca por los dos lados: una auténtica prenda. Lleva a Paulita por la calle de la amargura. Logra matarlo con habilidad, a la segunda. Los mozos no han valorado la dificultad de la res. El quinto, con los pitones hacia arriba, le permite unos lances con estética pero luego le desarma, en un arreón. Le pegan mucho, en varas; por eso, en la muleta, se para. Paulita, quizá influido por el recuerdo del anterior, no llega a confiarse. 

Paco Ureña recibe con buenas verónicas al tercero, que desmonta al picador, con peligro, y espera en banderillas, pero sí ofrece posibilidades, en la muleta. El diestro traza muletazos aceptables pero el toro vuelve rápido, cuando él no manda lo suficiente. La faena tiene emoción, el público lo agradece, aunque quede a medias. Consigue una estocada hasta la mano, algo desprendida: oreja. 

Lancea con gusto al último, otro cárdeno, muy abierto de pitones. Éste sí que saca nobleza y recorrido: un gran toro. Se dobla bien; logra templados muletazos. Acierta con la espada: otra oreja y salida en hombros. En los toros –y en la vida– es importante la suerte. Paco Ureña la ha tenido, esta tarde, y ha sabido aprovecharla. 

Postdata. La broma es habitual en Pamplona: de la masificación de los Sanfermines tiene la culpa Hemingway; también, por supuesto, de su fama universal. Su busto está muy cerca de la puerta principal de la Plaza. Frecuentó la taberna Casa Marceliano, el restaurante Las Pocholas, los hoteles Quintana y La Perla, los cafés Iruña y Kutz, el bar Txoko... No todos siguen en pie. En las viejas fotos, se le ve con sus amigos: Juanito Quintana, Antonio Ordóñez, Canito, Castillo Puche... En Pamplona, Hemingway fue feliz: aquí le siguen recordando sus lectores, venidos del mundo entero.

Ficha de la corrida

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