Ocurrió el 13 de julio de 1965, nada más y nada menos que en la plaza de toros de Pamplona, en una tarde de bochorno en la que no se movía ni una hoja. Era la séptima corrida de San Fermín,
con seis toros de Atanasio Fernández parar Fermín Murillo, Curro Romero
y el propio Cordobés. Los pesos de los morlacos: 485 kilos, 467, 482,
517, 511 y 486.
Partidarios y detractores esperaban con pasión a Manuel Benítez. Contaba en su crónica Antonio Díaz Cañabate que
desde por la mañana se hablaba del mucho dinero que cobraba y del pelo
tan largo que estilaba, tipo Beatles. «¡Córtate el pelo, córtate el
pelo!», canturreaban los mozos...
Manuel Benítez levantaba pasiones: a favor y en contra
El crítico abecedario tituló con ironía «Los toros a vista de pájaro»:
imaginaba que veía la corrida desde la torre de las Escuelas Pías y se
refería a los astados como «puntitos negros». No le agradó mucho la
chica corrida. Solo Fermín Murillo cortó una oreja (con dos vueltas al ruedo) al cuarto.
Curro Romero pechó con un primero sin fuerza y con un quinto -al que dejó verónicas finas y suaves- apagado. «Un borrego», escribe El Caña.
«¡Córtate el pelo!»
Manuel Benítez, que anduvo frío con
un tercero que embestía bien, no lo vio claro con el sexto. Así lo
cuenta ABC: «¿Qué le pasó a El Cordobés en el sexto, que era un puntito negro insignificante?
ni le quiso torear con el capote ni con la muleta, y el torito no
merecía tal desprecio, porque iba donde le llamaban. El Cordobés no le
llamó. No lo quiso ver.
¿Por qué? Por el público no fue. El público le había tratado con
pasión, pero correctamente. Nadie le mentó los mechones. Un torero de
sus exigencias lo primero que tiene que hacer es exigirse a sí mismo. El
Cordobés estuvo sin moral. Abandonado a la desgana. Y empezaron a
pedirle que se cortara el pelo y a tirar pan y almohadillas al
ruedo, y El Cordobés entró a matar dos veces y señaló dos medias
estocadas y, ya descompuesto, hasta el doce intento de descabello no
acertó».
El Cordobés cobraba dinerales y la gente hablaba de ello
Y concluye la crónica de Cañabate: «Al retirarse del ruedo la lluvia de almohadillas era intensísima. A una de ellas El Cordobés, muy tranquilo, le dio un pase con la montera.
Fue el único pase que le vimos en toda la tarde. Pero, ¡claro!, a una
almohadilla no vale, por lo menos no vale los dinerales que percibe».
El derechazo con la montera
fue captado en una histórica foto que ilustra esta noticia. Hasta para
torear con la montera a una almohadilla hay que tener carisma y
personalidad. Cosas de genios. Aunque a veces peguen un petardo...
Curiosidad: Aquel 13 de julio, por la noche, los entonces Príncipes Don Juan Carlos y Doña Sofía asitieron a la Oportunidad de Vista Alegre. Los maletillas les brindaron sus respetivos novillos.
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