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jueves, 23 de julio de 2015

SANTANDER: Perera se adueña de la feria

Cartel de máxima espactación hoy en Santander, Juli y Perera reeditan el mano a mano de la pasada Beneficencia en Madrid

Perera se adueña de la feria
MARCO A. HIERRO
Con un lleno aparente en los rendidos y un sol radiante recibió Cuatro Caminos el mano a mano entre El Juli y Miguel Ángel Perera, con un encierro con los dos hierros de Garcigrande esperaba en los chiqueros.

Con un ramillete de mecidas verónicas recibió El Juli al primero de Domingo Hernández, toro bien presentado y con remate que humilló con desliz en el percal en brillante saludo. También humilló con ritmo en las chicuelinas del quite de Juli. Y anduvo Juli con facilidad con un animal que duró poco, pero un poco más en sus manos. Dos tandas con la diestra pusieron alto el diapasón de una faena que bajó el nivel con la escasa ligazón zurda. Una estocada corta no bastó para tocar pelo. Silencio tras petición.

Tremenda fue la quietud de Perera en los lances a pies juntos que varió con tafalleras y gaoneras en el saludo al segundo, de Garcigrande, que embistió con gran temple en el percal del extremeño. Muy cuidado en varas el toro, tuvo fijeza en el peto. Una tafallera preludió las chicuelinas que intercaló Perera con cordobesas en el brillante quite abrochado con una revolera. De rodillas en el tercio comenzó Perera una faena de inmenso temple, de gran mando para romper a las primeras de cambio. Distancia le dio al enclasado Garcigrande, que ya cantó que duraría poco en las primeras series. Fue entonces, cuando se acabó el fuelle, cuando llegó el pulso de un torero tocado por la varita que supo trazar a uno por hora y dejar una estocada hasta las cintas que le hizo pasear una oreja.

A los medios se fue Juli a rematar el recibo al tercero, de Garcigrande,  muy molestado por el viento en la zona de tablas. Humilló el animal, pero no con el ritmo de los anteriores. También este evidenció su falta de fuerza, pero lo hizo más acusado que los demás. Le aprovechó Julián al animal el buen fondo para dejarle el trapo en el morro y encelarle su raza justa. Humilló y tuvo el toro voluntad de coger los avísame, pero fueron los toques precisos y los vuelos firmes de Juli los que lo hicieron romper. Pinchó, sin embargo, el madrileño y el premio quedó en silencio por el de la megafonía, que cortó las palmas.

Con muchísima suavidad recibió Perera al cuarto, genuflexo en un principio, en pie después, pero siempre encontrándose con el desentendimienyo del de Domingo Hernández en el percal. Apenas un picotazo recibió el animal en el caballo para medirse mucho la condición. Con tafalleras y cordinas quitó Perera, siempre muy suave. Tanto que fue una exhibición de pulso y de sitio del extremeño, que trazó con mucha largura ofreciendo distancia para que tomase inercia el desclasado animal, que tomaba bien el primero y sacaba los defectos en los siguientes sin que dejase Perera que se notase demasiado. Luego el arrimón en el final, sincero y arrebatado para sacar a la gente del letargo de la suavidad. Tremendo de seguridad, de sitio y de pelotas Perera para certificar las dos orejas con un estocadón.

Salió arreando El Juli en el quinto y le sopló un manojo de verónicas de mucho asiento hasta los medios a un animal de Garcigrande que obedeció por abajo antes de llegar al penco y llevarse un puyazo de dos agujeros. Por lopecinas quitó Julián, asentando mucho las plantas con el compás abierto en los embroques y sin hurtar el cuerpo. Con la muleta fue aquello una pelea con el genio del toro, que solo en una serie con la mano diestra se entregó al toreo. Lo demás fue raza del madrileño y exigencia de oficio y firmeza del toro, que demandaba la imposición que le dio Julián. Faena de pelea hasta el final coronada por una estocada contundente para cortar una oreja.

Al sexto lo recibió Perera con una larga cambiada de rodillas en el tercio antes de soportar con firmeza las venidas por dentro de un animal arisco al que le costó meter en el capote. Lo dejó crudo el extremeño para apostar a las cinco orejas. Y pudo haber sido de no pinchazo, porque supo cogerle el pulso para ligar las tandas a diestras, consintiendo las vencidas por dentro y estirándose con fibra para torear largo. Tres series de mucha importancia precedieron a una pelea cabal con el disparo del toro de Domingo. Fondo tuvo el valor seguro de un Perera en estado de gracia que se la jugó pasándose al enrazado animal por todas partes. El pinchazo dejó el premio en ovación y en tres orejas una tarde maciza del extremeño.

FICHA DEL FESTEJO 
Plaza de toros de Cuatro Caminos, Santander. Feria de Santiago, quinta de abono. Casi lleno en los tendidos.

Toros de Garcigrande y Domingo Hernández. De calidad y corta duración el primero, enclasado y con temple pero con poca duración el segundo, de buen fondo y raza justa el tercero, desclasado pero repetidor con fijeza el cuarto, complicado y con genio el quinto, exigente y con disparo el sexto.

El Juli (verde botella y oro): Silencio, palmas y oreja
Miguel Ángel Perera (ciruela y oro): Oreja, dos orejas y ovación

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