lunes, 7 de septiembre de 2015

ARANJUEZ Simón sienta sus bases en figura; Galán su magisterio

Hasta seis y un rabo paseó Alberto López Simón de cuatro toros desiguales de Jandilla; dos se llevó a caballo Galán

Simón sienta sus bases en figura; Galán su magisterio
MARCO A. HIERRO

Llegaba la gran cita de Aranjuez en este domingo de Motín: el rejoneador Sergio Galán y López Simón, que se encerraba con cuatro toros de Jandilla, hacían el paseíllo en el Real Sitio entre la ilusión de la afición madrileña. Era una cita inconfundible por la carga emocional de ésta y así se hizo ver desde que los alguaciles rompieron plaza.

A lomos del potro Descarado brindó Galán al público la muerte del primero, al que tuvo que aguantarle los arreones para  templar la doble velocidad. Y fue complicado el animal, muy parado, a pesar de las cercanías que le buscó con Trópico, muy seguro en el toreo fundamental, muy reunido con el toro. Sacó a Titán en conquense para buscar el espectáculo tras los embroques ante la frialdad del tendido con una buena faena, más técnica que espectacular. Le ganó mucho la cara Galán al animal a lomos de Fado para colocar las cortas entre arreones y protestas y para dejar un rejonazo que le puso en la mano la primera oreja.

Con el viaje muy corto en el capote de Simón salió de castaño de Jandilla que hizo segundo, que vino mejor que se fue en los delantales, cogido con alfileres en la fuerza. Brillante fue el quite por chicuelinas que ejecutó después de banderillas el de Barajas. Templado el inicio a dos manos, con un trincheras barriguero y una firma de formidable plasticidad, siempre con el toro frotando el goyesco. Todo brotó con naturalidad, sin un enganchón, sin un destemple, sin un maldito tirón. Volaron terso y sutiles los naturales, siempre ceñidos, comprometidos, enormes. Por detrás se sacó la embestida para dejar un circular completo con el envés de la franela y un aviso sonó antes de entrar a matar. Recibió Alberto sin mover más q la mano para reventar al animal y cortarle el rabo. Inmenso.
 
Al tercero, de Jandilla, le meció Alberto la humillación en media docena de verónicas en las que tuvo empleo el negro toro y quietud segura el de Barajas. Muy medido en varas, no terminó de entregarse en el inicio, después de que saludaran en banderillas Antonio Molina y Fernando Sánchez. Poco le importó al torero la renuencia de media altura que tendía a reponer. Continuó quedándose en el sitio de los billetes, enterrándose e imponiendo que le pasase cerca el exigente Jandilla. Por terrenos físicamente inverosímiles lo llevó muy cosido en circulares que murieron entre los pitones, con toques precisos que pusieron en escena la madurez de un veterano en un joven. Funcionó la espada de López Simón, que se tiró muy derecho para cortarle una oreja tras aviso. 

Amuleto fue el caballo encargado de parar al cuarto, toro con presencia y pies al que redujo en a penas un metro, con círculos que arrancaron la ovación. Un esfuerzo le costó a Galán que se moviese el toro, pero le llegó Ojeda con mucho valor para emplearse con pureza. Despacio se lo hizo todo con Apolo, con el que se descaró, clavó perfecto y dejó teléfonos a las salidas con mucha exposición. El tendido en pie con el par a dos manos. Muy elegante siempre, dejó dos rosas con Fado y pinchó en primera instancia para reventarlo al segundo intento y pasear una nueva oreja. 

El quinto, serio por delante y bien hecho en general, se mostró remiso y se pensó cada arrancada al percal de López Simón. Bueno fue e puyazo de Ángel Rivas, y bueno fue también el segundo par de Vicente Osuna. Para Miguel Abellán fue el brindis y a hincarse de rodillas en los medios para aguantar los parones del animal y templarle pasadas, con un tranco más en el doble de pecho para que rompiese el tendido. Y vaya si lo hizo. Buscó el de Jandilla una excusa para pararse y no se la dio el de Barajas, que dejó siempre el trapo en el sitio, conquistó el terreno al animal y se erigió en amo y señor del ruedo. Enfrontilado y puro en los cites, se atornilló a la arena para meterse entre pitones con extraordinaria verdad. Lo mató de un estoconazo y paseó las dos orejas.
 
A saludar al tercio sacó Aranjuez a Alberto antes de que saliese el sexto, que le repitió con buen son en media docena de verónicas de buen trazo y una media muy sabrosa. Campaneó el de Jandilla al penco y lo derribó con poder. Brillante fue también el quite a la verónica del sobresaliente, Salvador Ruano. Con enorme temple y suficiencia empujó Simón al animal en un inicio de paso ganado hasta los medios, pero no tuvo fuelle el animal para presentar pelea. En lugar de ello, mostró actitud defensiva, cara suelta y una embestida desclasada con la que lidió un Simón inmenso, enterrado en la arena, sin ventaja alguna para citar y firme para soportar pasadas. Con una nueva estocada y otra oreja culminó el de Barajas una tarde maciza de verdad. 

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