En San Cristóbañ Cortó dos orejas. Una Roca Rey
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Enrique Ponce a hombros con el Capote de Paseo de Hugo José Molina "El Morocho" que lleva bordado la Virgen de La Consolación de Tariba |
JUAN
RAMÓN ROMERO > San
Cristóbal
Fotos Germán D' Jesús Cerrada
Enrique
Ponce abrió la
Puerta Grande en la última corrida de la Feria de San Cristóbal tras
haber cortado dos orejas. Salió en hombros como premio a una lección de las que
acostumbra, pues obró el milagro de la multiplicación de las embestidas ante un
toro soso. Esa fue la tónica general de una corrida deslucida de Rancho
Grande y El Prado a la que Roca Rey cortó una oreja mientras que César
Valencia dio una vuelta al ruedo.
Enrique
Ponce corrió
turno tras devolverse al inválido primero, saliendo una res de bonito pelaje
berrendo, capirote y alunarado que parecía buey rociero. Resultó serlo pues
salió, se pegó a tablas y montó allí la barra de topazos. Ni un pase admitió ni
permitió. Ponce lo pasaportó.
El
sobrero colombiano era de hechuras más bastas y apuntó nobleza y cierta
humillación pero no se desplazaba nada y más bien era sosito. Con tan pocos
mimbres la sabiduría de Ponce obró el milagro de la multiplicación de
las embestidas. Y le hizo una faena de elegancia y belleza, de cintura partida
y mano baja que aprovechaba los dos-tres trancos de recorrido para quedarse
colocado perfecto y poner sentimiento en la expresión. La gente disfrutó de la
obra. Mató al encuentro fulminante y cortó dos orejas.
César
Valencia es todo
corazón. Batalló con dos reses que embestían con la cara por el pecho y al
tercer viaje lanzaban puñetazos. No era fácil estar allí tanto tiempo porfiando
para sacar partido de tan desclasado material. Muchos pases valerosos pero sin
posibilidad de disfrutarlos. Nunca se vino abajo. Debieron concederle la oreja
del 5 porque hubo suficiente petición. Hay que verlo con mejores posibilidades.
Lo que si quedó claro es que aguerrido es el venezolano.
Roca Rey no tuvo enfrente enemigos para
asustar al personal con arrojo ante el peligro, como sucedió el día anterior,
pero sí para demostrar que sabe y conoce los terrenos y las querencias de la
mansedumbre. Tiró de inventiva en el sexto, combinando tandas de pases
cambiados por la espalda y derechazos según el toro iba en la dirección de
tablas que le gustaba. Faena larga con la Luquesina incluida, a favor de
querencia siempre como no había otra manera. Recursos de madurez y solvencia.
La gente entró en la faena y pidió enardecida la oreja. Al respecto del tercero,
corramos un tupido velo sobre un animal abecerrado e inválido que fue abroncado
por el público.
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Plaza de toros de San Cristóbal. Última de la Feria de San
Sebastián. Media plaza. Toros de Rancho Grande y El Prado de
poca presencia, desclasados y mansos aunque alguno con movilidad. Un
sobrero (4) de El Capiro, noblón y humillador pero de muy corto
recorrido.
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Enrique Ponce, palmas y dos orejas;
César Valencia, silencio y vuelta tras petición;
Roca Rey, ovación y oreja.
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