Eduardo Soto, A.T.T.
•Por cierto, nuestro genial César Girón tuvo una tarde en verdad apoteósica cuando el Día de Todos los Santos del año 1954, cortó cuatro orejas, dos rabos y la única pata concedida en toda la historia de la Plaza de Acho, la más antigua de América y la tercera del mundo, máximos trofeos que le hicieron acreedor al Escapulario de Oro de la Feria del Señor de los Milagros. Fue tan desbordante el entusiasmo del público que llevaron al gran César a hombros hasta el distante Hotel Bolívar en la Plaza San Martín, cruzando el centro de Lima. Es de recordar que ocho años antes, en el último toro de la corrida que cerraba la Feria de 1946, su año inaugural, el matador mexicano Luis Procuna le cortó a un toro de La Punta, las orejas, el rabo y, por exceso de alguien en el ruedo, también le entregaron una pata. De inmediato la Autoridad Taurina emitió un Comunicado, mediante el cual señalaba haber tenido conocimiento de que el diestro también había recibido la pata del animal y procedió a desautorizar públicamente dicha entrega por cuanto nunca fue concedida.
•Por mera coincidencia Procuna, torero artista y temperamental, cuyas espantadas las compensaba con su buen hacer al acoplarse con un toro, tuvo una de esas grandes tardes en el Nuevo Circo y se transformó en el único matador que ha cortado pata en el coso caraqueño, a un toro mexicano de La Trasquila, cuyo nombre era precisamente el gentilicio capitalino, en Diciembre de 1944. Tal tarde es histórica además para el devenir de nuestra fiesta, por cuanto entre los asistentes se encontraba un jovencito, quien presenciaba por primera vez una corrida de toros y cuya grandiosidad terminó de despertar su vocación taurina, era nada menos que César Faraco, nuestro apreciado y recordado Cóndor de los Andes.
•El Club Cocherito de Bilbao, es una institución que durante más de cien años ha venido desarrollando actividades benéficas y culturales, cuyo accionar común está cimentado por la afición de sus miembros a la Fiesta Brava. Lleva su nombre en honor del diestro bilbaíno, de nombre no tan fácil de pronunciar para nosotros, Cástor Jauriguibeitia Ibarra, quien desplegó su arte, no solo en España, sino en Francia, Perú, México y Portugal. Tuvo una trayectoria de más de veinte años como torero y en 1919, a los cuarenta y tres años de edad, decidió despedirse de los ruedos en Madrid, en cartel de lujo junto a Joselito y Belmonte, con toros de Salas. Luego haría lo propio en su natal Bilbao, en corrida que contó con la presencia del Rey Alfonso XIII, y alternó con Chiquito de Begoña, Torquito y Fortuna, con ocho toros de Pérez Tabernero. Desde 1962, año de la inauguración del nuevo coso de Vista Alegre, pues la plaza anterior había sido arrasada por un incendio, el Club otorga un trofeo al Toro más Bravo de la Feria de Bilbao, el cual correspondió en 2015 a “Ferretero” de Jandilla. Igualmente, en Diciembre del mismo año, publicó su lista de los diez mejores hierros, la cual quedó conformada por: Alcurrucén, Victorino Martín, La Quinta, Jandilla, Miura, Adolfo Martin, Dolores Aguirre, Puerto de San Lorenzo, Pedraza de Yeltes y Cebada Gago.
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