Los toros deslucen aún más una tarde lluviosa en la que saludaron Esaú y Fortes
Esaú Fernández, en un pase de pecho al astifino primer toro de la corrida de Tornay - Efe
ANDRÉS AMORÓSSevilla
Se equivoca el profesor Higgins (el de «Pigmalión» y «My fair lady»), en su lección de fonética: la lluvia, en Sevilla, no es ninguna maravilla; sobre todo, si hay corrida de toros. Toda la mañana, llueve sin parar. En la capilla de la Maestranza se celebra un hermoso funeral, en recuerdo del compañero Fernando Carrasco. Sigue lloviendo por la tarde pero la lona ha funcionado, el suelo está en condiciones y los tres diestros quieren torear: ¡adelante! El público agradece su buena disposición. Los toros de Tornay –de encaste Domecq, para no variar-, que debutan en Feria, impiden la brillantez: los dos primeros son manejables; los otros cuatro, flojos y deslucidos, se paran muy pronto. Sólo se salva la voluntad de los toreros, en una tarde plomiza, que deja muy poco para el recuerdo.
El camero Esaú Fernández rozó el triunfo grande en la pasada Feria de San Miguel. El primer toro derriba al picador, que cae en la cara de la res; es manejable pero flojo. Se luce Curro Robles con los palos. Casi toda la faena la realiza el diestro con la izquierda; sobresalen tres naturales buenos, en medio de otros, sólo discretos. No es Esaú un artista de la línea que suele considerarse predilecta de los sevillanos pero tiene oficio, intenta conducir las embestidas con mando y mata con decisión. El cuarto, que se llama «Turronero», no «canta» nada: sale suelto, es flojo, incierto. El brindis es bíblico: de Esaú a Saúl (Jiménez Fortes). Su voluntad no tiene fruto porque el toro se para y va a morir a chiqueros pero el diestro vuelve a estar seguro con la espada.
Reaparece en Sevilla , después de sus dos gravísimos percances, el malagueño Jiménez Fortes. El público lo recibe con la lógica simpatía y agradece, toda la tarde, su valor estoico. El segundo toro tardea pero no mete mal la cabeza. El matador lo llama de lejos pero el toro no va. Se muestra firme, además de valiente, pero no redondea la faena ni logra evitar enganchones. Acaba, como suele, con un arrimón y mata defectuoso. El quinto, rebrincado, plantea muchos problemas: puntea, engancha las telas, aprende pronto. Fortes, impertérrito, sufre varias coladas, está cerca de la cogida, nos hace pasar miedo. Mata con decisión. Lo mejor: ha salido ileso. Merece respeto su valor pero...
Borja Jiménez, el más joven de los dos hermanos toreros de Espartinas, tomó la alternativa en esta Plaza, el Domingo de Resurrección de 2015, de manos de Espartaco, su maestro.
El tercero sale suelto, pega arreones, con genio. Borja comienza con dos muletazos cambiados, lo embarca, le deja la muleta en la cara... hasta que se para. Se ha justificado, con oficio y valor. Este deslucido toro se llama «Mísero»; si hablara –imagino– lo haría como Segismundo, en «La vida es sueño»: «¡Ay, mísero de mí, ay, infelice! / Apurar, Borja, pretendo / por qué me toreas así / pero soy flojo y entiendo / qué delito cometí». Mata a la segunda, a toma y daca. Al salir el último, pesan ya los chaparrones y el aburrimiento . Borja brinda al público, comienza con estatuarios pero la res se derrumba; luego, se para tanto como los toros de Guisando. Su voluntad se ha estrellado contra un muro.
Mientras se lidia el último toro, con los focos de la Plaza ya encendidos, asoman, por sorpresa, unos rayos de luz, que iluminan los airosos arcos. Parece una metáfora de nuestra afición: por plomiza que haya sido la tarde, simbolizan la esperanza – que nunca se acaba – de que mañana salga el sol.
Postdata. Los manifestantes quieren liberar a Sevilla del baldón de la Tauromaquia. Tienen tarea...
Un ejemplo: la próxima semana, en la Feria de farolillos, miles de sevillanos hablarán de Gitanillo de Triana, Joselito el Gallo, Juan Belmonte, Chicuelo o Ignacio Sánchez Mejías (reliquias, supongo, de un pasado fascista). Habrá que cambiar el lenguaje para cambiar la realidad. Imagino la charla : “Ayer me tomé unos rebujitos en Lince y Comadreja 13”. “Pues no sabes cómo estaba la pringá, en Oso Hormiguero Pigmeo 30”. “Fue guay el flamenquito, en Ché Guevara 23; la penúltima la tomamos en Aleksei Grigoroviev Stajanov 15”... Un nuevo horizonte democrático se abre para la Feria de Sevilla: ¡como lo van a pasar turistas y turistos!
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