El jerezano corta tres orejas y El Fandi consigue un trofeo con la corrida de Fuente Ymbro
Juan José Padilla, a hombros entre la multitud al cruzar la Puerta del Príncipe - Efe
ANDRÉS AMORÓSSevilla -
Con el indulto del gran “Cobradiezmos” y la faena de Morante (el toro era flojo pero no cabe torear más lento), la gente no para de hablar de toros. Si hay polémicas, ¡mejor! Lo malo es la indiferencia. La Feria ha remontado claramente. A pesar de los chaparrones intermitentes, acudimos, cada tarde, con la ilusión renovada de que sigan sucediendo cosas importantes. ¡Vaya si ha habido algo importante esta tarde! Juan José Padilla ha conseguido abrir la Puerta del Príncipe, después de cortar tres orejas: algo que muchos discutirán pero que el público ha exigido con clamor. También ha logrado un trofeo El Fandi.
Los toros de Fuente Ymbro, serios, se han movido: los cuatro primeros han dado escaso juego pero los dos últimos han facilitado el triunfo.
El primero queda corto y rebrincado, sale de varas claudicando. Después de varios tanteos, Finito logra algunos derechazos de mano baja, con clase. Por la izquierda, el toro va peor. Todo lo ha hecho el diestro con conocimiento y torería. ¿Qué ha faltado? Apretar el acelerador. Mata a la segunda de un sartenazo. En el cuarto, ídem de ídem. El toro se viene abajo y el torero, aunque han venido partidarios suyos, tampoco remonta. A mitad de faena, se confía más y dibuja algún muletazo bueno pero la dicha dura poco. Han sido detalles de clase, no suficientes.
El Fandi volvió a ser el líder, por números, de la pasada temporada: toreó 69 corridas y cortó 159 orejas. Es indiscutible su espectacularidad, con los palos, y su oficio; lástima que no depure sus muleteos. En el tercero, que sale suelto, lidia eficazmente con el capote. El tercio de banderillas, muy aplaudido, resulta espectacular peo clava desigual. En la muleta, el toro pega arreones y todo se queda en una porfía voluntariosa. En el último, cumplido ya el éxito de Padilla, El Fandi pone toda la carne en el asador, desde la larga a porta gayola. En banderillas, hace alardes gimnásticos pero vuelve a clavar en escalera. Inicia la faena de rodillas, en tablas. El toro no para de embestir: muletazos rápidos por los lados. Se templa en algunos naturales. Una faena voluntariosa y desigual, que el púbico, jubiloso, premia con una oreja, después de una estocada desprendida.
Desde su gravísimo percance, Juan José Padilla es un auténtico héroe popular. Los públicos valoran sus cualidades humanas, además de las estrictamente taurinas. De las últimas, subrayo que posee abundantes recursos, por haber matado muchas corridas duras. Esta tarde, ha cumplido su sueño, siendo fiel a sí mismo, y ha conectado absolutamente con su público. (No olvidemos que este público del sábado de Feria siempre tiene su peculiaridad: es más populista, en sus gustos, que el de los otros días).
Rcibe al segundo a porta gayola, con una angustiosa espera. (También lo hará en el quinto).El toro sale muy suelto, no quiere caballo, la lidia se hace premiosa. Se arriesga el diestro al banderillear un toro que espera, no lo pone fácil. Ha de recurrir a colocar los palos de dentro a fuera y al violín: así, convierte en éxito lo que era dificultad. Aunque la res tardea, muletea de rodillas; con mucho oficio, logra sacarle derechazos y mata a la primera, con su peculiar estilo: oreja. Todo ha sido voluntad y utilización de recursos.
El quinto es un “Seductor” que hace justicia a su nombre. (“Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido”, decía Antonio Machado). Lo recibe con verónicas ovacionadas. El toro hace floja pelea en varas pero galopa en banderillas y el diestro se luce, tragando mucho: ha sido mejor el aguante que la colocación. Lo llama de rodillas, el toro viene como un tren, aguanta y se produce un clamor.
Adelanta la muleta, conduce bien las embestidas, nobles pero a media altura. Como la noria enloquece, la repite, invertida. Sabe tocar las teclas adecuadas para el toro y para su público. Sale perseguido de la estocada, la muerte es espectacular y el púbico exige las dos orejas. (El triunfalismo lleva también a algunos a pedir la vuelta para el toro).
El éxito de esta tarde es el premio a toda una etapa de superación y esfuerzo. Felicidades, torero. Pero no cabe obviar que el criterio de esta Plaza, en otras ocasiones, ha sido más exigente.
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