domingo, 3 de abril de 2016

MADRID El sello de Aguado por encima de la tarde

Se lidiaron novillos de Hermanos Sánchez Herrero para Miguel Ángel León, José Ruiz Muñoz y Pablo Aguado, que dio la única vuelta al ruedo de la tarde y escuchó ovación frente al sexto

El sello de Aguado por encima de la tarde
MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Abría la temporada novilleril en Las Ventas con este domingo abrileño, en el que un encierro de Hermanos Sánchez Herrero tras su éxito ganadero del pasado año estaba reseñado para la ocasión. En el cartel, una terna íntegramente sevillana integrada por los jovencísimos Miguel Ángel León, José Ruiz Muñoz y Pablo Aguado.
 
El primer Raboso tenia más pinta de caballo que de toro, despegado del suelo, largo y ensillado, pero se fue para adelante con la cara a media altura y repitiendo en el capote que manejó con soltura Miguel Ángel León. Protestó en el caballo en dos puyazos cabeceando y queriendo quitarse el palo.

 Y así continuó comportándose en la muleta, sin clase ni humillación, tan destartalado en la embestida como en las hechuras. Quiso aportar firmeza León donde no cabía la delicadeza, y se llevó dos trastadas de un animal que arrollada más que tener mala intención. Lo mató de estocada, se atascó con el descabello porque no descolgaba el animal y escuchó silencio tras aviso.

Quiso estirarse a la verónica Ruiz Muñoz con el segundo, amplio y montado, bruto en los embroques con el percal del gaditano, más afanoso que brillante. Midió el suelo el animal con insistencia, y entre las protestas del tendido intentó Ruiz Muñoz meterle mano mecánicamente y sin atender a las necesidades del flojo animal, con lo que se acusaba mucho más su blandura. Medía estocada defectuosa acabó en silencio con el deslucido acto.

En la muleta quiso el novillo más que pudo, y tuvo siempre voluntad de repetir pero nunca el espíritu ni el fuelle para hacerlo. Le dio distancia Aguado, le perdió pasos buscándole la inercia y le ajustó el temple, pero ni así le aguantó nunca una serie completa.  Sólo una tanda diestra, vertical y desmayada, sin pretender que viajase largo, sino dar belleza al embroque, sacó del tedio al tendido.

 Cuando volvió a la zurda hubo más suavidad que conjunción, pero no cabía otra cosa. Por eso se dedicó a proponer su toreo el sevillano, y conectó, aunque no lo tomase el animal como él hubiese querido. Un aviso le sonó toreando sin que desconpusiese su actuación. Lo reventó de una estocada y saludó una ovación tras dos avisos.

A la puerta de chiqueros se iba León en el cuarto cuando le echaron el novillo antes de la cuenta. Otro toraco alto y largo que, sin embargo, humilló con transmisión y repitió con codicia en el percal que manejó con solvencia el sevillano. Dos cambiados por la espalda sirvieron para el inicio de un trasteo que bajó la intensidad cuando el animal acortó el viaje de repente a diestras, con síntomas de no poder con su alma. Afanoso anduvo León para intentar que caminaremos más allá del embroque el utrero, que terminó negándose incluso a pasar, y terminó los muletazos con la cara alta y buscando sobaco. La estocada desprendida que dejó el sevillano precedió al silencio. 

El quinto, largo como un día sin pan, humilló con cierto son en el capote de un Ruiz Muñoz que no terminó de verlo claro para conseguir el lanceo brillante. Fue Alcalareño el que colocó al animal en el penco, dejando el capote con mucho sentido para encelar al animal. Y no fue ni bueno, ni malo, no todo lo contrario.  Fue un animal espeso y vulgarón con el que anduvo mucho rato Ruiz Muñoz para decir más bien poco. Lo mató de estocada efectiva y escuchó silencio. 

A la puerta de chiqueros se fue Pablo Aguado a saludar al sexto con una larga cambiada y un manojo de delantales que tomó desentendido el de Sánchez Herrero, más fijo con las verónicas. Muy firme y con sobrado oficio anduvo Aguado con un animal corto de viaje, deslucido de actitud. Uno a uno, le fue pegando naturales el sevillano con mucha transmisión, sobreponiéndose de nuevo a la escasa condición del utrero. Compuso mucho los trazos, se tomó su tiempo para proponer y fue coherente con su concepto de belleza formal. Pinchó antes de la estocada tendida y escuchó una ovación tras aviso.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Las Ventas. Tercera de la temporada. Novillada con picadores. Unas 4000 personas en los tendidos. 

Novillos de Hermanos Sánchez Herrero. destartalado de hechuras y embestida el primero, flojo y sin clase el insulso segundo, inválido con voluntad el castaño tercero, corto, flojo y deslucido el cuarto,  espeso y vulgar el quinto, de viaje corto y deslucido el basto sexto.


Miguel Ángel León, silencio y silencio.

José Ruiz Muñoz, silencio y silencio. 

Pablo Aguado, vuelta al ruedo y ovación.

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