domingo, 24 de abril de 2016

Un desierto de bravura en la corrida concurso de ganaderías de Zaragoza



Paulita - F. Simón
Á. G. ABADZaragoza  

Las corridas concurso son más bien una ruleta de la fortuna, o rusa, cuando se juntan toros de su padre y de su madre. Y es que si lo que traen los ganaderos como lo mejor de sus campos para competir en bravura son astados que dan la sensación de haber sido poco seleccionados, el conjunto es lo más parecido a una limpieza de corrales, en abril, pero como las que antes cerraban temporada allá por el otoño en muchas plazas españolas.

En eso, siendo benevolentes, acabó la única concurso que cada año se celebra en un coso de primera categoría, en una limpieza de corrales en la que, para colmo, no saltó ningún toro merecedor de llevarse el premio a la bravura que se ponía en juego. Desierto quedó el galardón que había de poner broche de oro a un espectáculo en el que se quiso dar protagonismo al toro, aunque, a final, el toro –el bravo– no apareció por la Misericordia. Eso sí, el ruedo se llenó de rayas que marcaban los metros –hasta los 40– desde donde se soñaba que podían arrancarse los elegidos.

Así, a manera de resumen, para que el lector se centre, un toraco cinqueño el de Bohórquez, feos los de Cuadri y Fuente Ymbro, con dos velas por delante el de Adolfo, lavadito de cara el de Alcurrucén, y muy chico el de Los Maños. Ya se ve que en lo concerniente a morfología la cosa dejó mucho que desear. Pero si nos vamos al comportamiento la cosa no mejoró en nada.

El primero de Bohórquez cumplió en varas sin más y llegó a la muleta de Rafaelillo con poca entrega. Se tragaba el primero, pero enseguida se enteraba de lo que allí se cocía. El torero murciano anduvo facilón en una faena de poco asiento.

El de Cuadri que hizo segundo se dejó torear a la verónica por un decidido Paulita. Enseguida el toro apuntó falta de fuerzas y en el caballo no se empleó. Lo lidió perfecto Iván García (premiado) y aunque le costaba arrancarse en la muleta parecía que iba a dar opciones a su matador, pero la cosa acabó en nada cuando a la salida de un muletazo se lastimó una pata.

En tercer lugar saltó uno de Alcurrucén que no quiso ver al caballo. Una, dos y tres veces que acudió salió huyendo del picador, pero lo cuidaron en la lidia porque apuntaba cosas buenas a la hora de embestir. Y rompió a bueno. Largas las arrancadas que Manuel Escribano hilvanó en series entusiastas que pusieron al público de su parte. Aunque el núñez salía a veces suelto, con amagos de rajarse, fue un buen toro al que Escribano tras una estocada le cortó una oreja.

Con dos pavorosas velas el de Adolfo Martín que hizo cuarto, que fue de menos a más ante el caballo de Juan José Esquivel (premio). Sin embargo sacó carbón en el primer encuentro con la muleta de Rafaelillo ante la que nunca se entregó. Midió mucho y acabó rajado.

El quinto de Fuente Ymbro, grande y feo. Derribó aunque empujó sin clase. Con los palos, Iván García cuajó una gran tercio secundado por Manolo de los Reyes. Y ahí quedó la cosa. Se paró sin que un despegadillo Paulita pudiera hacer más.

Y llegamos al sexto, un santacoloma de Los Maños, ganadero que venía avalado por buenos triunfos en esta plaza y que envió un torete chico, muy protestado, que se movió, cumplió en varas y en su huida ofreció suaves embestidas a Escribano, que no pasó de entonado.

Fin a una tarde que prometía bravura y que quedó en un desierto.

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