domingo, 10 de abril de 2016

Un gran Ventura pierde la del Príncipe

El rejoneador cortó dos trofeos y Sergio Galán, uno en la corrida de rejones de la Feria de Abril de Sevilla
Un gran Ventura pierde la del Príncipe
Diego Ventura clava una espectacular banderilla ayer en la maestranza de Sevilla, donde cortó dos orejas
Matito

 Patricia Navarro @PatriciNavarro  

 Sevilla. Novena de abono. Se lidiaron toros de Fermín Bohórquez, despuntados reglamentariamente de pitones. 1º, bueno; 2º, noble y a la espera; 3º y 4º, paradotes; 5º, a la espera y complicado; 6º, bueno. Tres cuartos de entrada.

- Sergio Galán, pinchazo, rejón trasero (silencio); rejón (oreja).

- Diego Ventura, rejón de rápido efecto (dos orejas); dos pinchazos, rejón fulminante (vuelta al ruedo).

- Lea Vicens, dos pinchazos, rejón trasero (silencio); tres pinchazos, media, cuatro descabellos (ovación).

Rodó el quinto toro en cuestión de segundos. Fulminante. Ni por un rayo. Lo hizo en dos ocasiones Diego Ventura. Qué precisión milimétrica, sin tiempos de exceso ni agonías. Sólo que en una fue a la primera y le cayeron así las dos orejas y después precedió un doble pinchazo que le cerraba la Puerta del Príncipe. La undécima hubiera sido. En diez ocasiones ha descerrajado el rejoneador el codiciado portón maestrante. En esta ocasión dejaba atrás esfuerzo y talento. Su primero, que en realidad era el segundo toro de la tarde, desarrolló nobleza pero estuvo siempre a la espera, midiendo, cómodo cerrado en tablas. Ahí había que buscarle las vueltas, provocarle y esperarle para que el encuentro fuera posible. Y no sólo logró que fuera, sino que lo consiguió sin perder la armonía y con emoción en los cites y a la hora de clavar. En ese juego de querencias fue prendiendo las banderillas hasta poner el rejón de muerte. El que le hizo vencedor a la primera y ganador así del doble premio. A uno estaba de coger el camino del Guadalquivir para inmaculada trayectoria. El quinto se paró desde el principio. A la espera también y desarrollando matices que complicaban el desarrollo de la lidia a caballo. Pasó por dentro, le cambió los terrenos, le buscó los caminos y logró la faena de enorme mérito en conexión directa con el público de principio a fin y si no hubieran sido por esos dos pinchazos, hubiera cortado un trofeo más, el definitivo, porque el rejón, a la tercera, de verdad de la buena, volcó al toro en décimas de segundo. Una pasada.

Uno paseó Sergio Galán del cuarto. Muy parado el toro también. Todo lo puso el rejoneador, con las banderillas, con las cortas hasta acertar con el rejón de muerte y eso que el de Fermín Bohórquez no se lo puso fácil al llegar a este tercio desentendido. Saldaba las cuentas así del primero, que tuvo mucha clase y con el que Sergio Galán anduvo entonado desde que le recibió a portagayola.

 Transcurrió todo muy despacio y bien, salvo la hora de la verdad que disipó lo argumentado.
A la amazona francesa Lea Vicens se le transparentaron los nervios con el tercero de la tarde que no tardó en pararse y con el sexto, que tuvo movilidad y desarrolló buenas condiciones, lo salvó, pero más por la inercia y la complicidad con el público que por la armonía de lo que ocurría en el ruedo. La tarde, a estas alturas, se había quedado desapacible de veras. Quedaba por ver a Ventura irse a hombros, aunque hubiera cambiado a última hora la del Príncipe por la de cuadrillas.

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