martes, 24 de mayo de 2016

El regreso soñado por David Mora a Las Ventas

Se gana la Puerta Grande con un gran toro de Alcurrucén, premiado con la vuelta al ruedo

David Mora sale por la Puerta Grande de Madrid
David Mora sale por la Puerta Grande de Madrid - Paloma Aguilar
ANDRÉS AMORÓSMadrid

Todos los aficionados recuerdan la tremenda cornada que sufrió David Mora el 20 de mayo de 2014, en Las Ventas, al recibir a portagayola a su primer toro. Durante muchos meses, se pensó que no podría volver a torear. Con enorme entereza, ha logrado recuperarse y volver a los ruedos, con la misma seguridad y –parece– más gusto y calidad todavía que antes. Lo mostró ya en su reaparición, en Vistalegre, y lo ha corroborado plenamente esta tarde. La fortuna le ha premiado con un toro extraordinario y lo ha aprovechado plenamente: dos orejas y clamorosa salida en hombros. Los Lozano se han quitado la espina de la tarde anterior. Urdiales no ha tenido suerte. Roca Rey se ha sobrepuesto a todas las dificultades, confirmando su categoría.
El primero, dormidito al comienzo, saca luego casta. Con su estilo personal, que aquí tanto gusta, Urdiales levanta un clamor al correr la mano con clasicismo pero el toro vuelve rápido y acaba agobiándolo. El cuarto sale suelto y parado, huye del caballo, corta en banderillas, embiste con la cara alta, vuelve del revés, se va a tablas. Diego se quita de encima al manso.
El segundo, «Malagueño», negro bragado y chorreado, de 563 kilos, luce una bravura excepcional en todos los tercios. TrazaDavid Mora estéticas verónicas; se aplaude al picador Israel de Pedro; quita Roca Rey con el capote a la espalda y replica Mora por el mismo palo. La emoción sube cuando brinda a Máximo García Padrós, el cirujano que le atendió. Como el toro va largo, le cita de lejos, para un pase cambiado, y le arrolla, como si fuera una locomotora: un momento de enorme tensión. Felizmente, sólo lleva el golpazo. El toro sigue embistiendo con mucha clase y David disfruta –y hace rugir al público– cincelando muletazos de gran estética. Crujen los olés mientras el toro continúa, incansable, y el diestro dibuja el mejor toreo. Mata con decisión y el premio es indiscutible: dos orejas para el torero y vuelta al ruedo para un toro que, por ahora, es, sin duda, el mejor de la Feria –y no parece fácil que otro lo mejore–. El quinto es harina de otro costal: deslucido, rebrincado. Gran ovación para Ángel Otero, con los palos. Brinda aMario Vargas Llosa, en una barrera, junto a Isabel Preysler y Jorge Edwards. El toro sale con la cara a media altura y David sólo puede estar correcto.
Mora resultó cogido en el prólogo de faena
Mora resultó cogido en el prólogo de faena- P. Aguilar
Andrés Roca Rey, con solo 19 años, se le recibe ya con la expectación y la exigencia –y, a ratos, la injusticia– de una primera figura. El tercero es complicado, flaquea y pega cabezazos. Lo sujeta por bajo, aguanta y liga muletazos de mérito. Los pititos sueltos y algunas voces no vienen a cuento. Mata a toma y daca, el pitón le rompe el chaleco. Se ha mostrado muy solvente. El sexto, serio, con pitones, muy encastado, añade la dificultad de haberse lesionado y flaquear. Brinda a su paisano Mario Vargas Llosa. El toro es fuerte y agresivo; el joven peruano se muestra segurísimo, con valor sereno: después de los pases cambiados, aguanta parones, logra buenos naturales y mata de una gran estocada. El que no sepa ver el mérito de todo esto... Algunos pitos sueltos confirman su categoría de figura del toreo.
Sale David Mora a hombros, tocando el cielo de Madrid, que se ha ganado. En las noches de dolor y desánimo, soñaría con regresar así al ruedo de Las Ventas. Alguna vez, felizmente, los sueños se cumplen. ¡Enhorabuena, torero!
Postdata. Los festejos taurinos los llevó al Perú el extremeño Francisco Pizarro, al que Vargas Ponce llama «impávido torero». Los limeños presenciaron su primera corrida hacia 1540. Al grito de «¡Viva el Rey!», el Virrey lanzaba la llave del toril, muy grande, de oro macizo. Los doctores de la Universidad de San Marcos habían de costear una corrida, para festejarlo. La Plaza de Achofesteja ahora su 250 aniversario, es poco posterior a la de Sevilla. Hoy, los toros son uno de los vínculos que unen al Perú con la cultura española. Y Roca Rey está avivando esta pasión taurina de los peruanos.

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