Se colgó el cartel de «No hay billetes» y se le dio la vuelta al ruedo al quinto toro de Cuvillo
ANDRÉS AMORÓSAlicante
Culminan las Hogueras el día de San Juan; en los toros, la corrida más esperada. Después de pasar por Jerez, José Tomás accede a torear en Alicante: de seis diestros que han actuado, en esta Feria, sólo ha dejado de salir en hombros uno. Esta tarde, los toros de Cuvillo son manejables: José Tomás y José María Manzanares también logran salir en volandas.
Recibe al segundo con templadas verónicas y el toro se pega un volatín. Quita por discretas chicuelinas. El toro, muy noble, se mueve, algo rajado. Los muletazos van subiendo de nivel pero no se produce el esperado clamor, con algún enganchón y pocos momentos para el recuerdo. Faena aceptable, sin más, cerrada por las inevitables manoletinas: oreja. Al quinto, recogido de pitones, lo recibe con suaves delantales; el quite es mixto, de navarras y tafalleras. Comienza haciendo el poste, en el centro (el «pase del guardabarreras», decía Corrochano) y el remate por bajo. Traza buenos naturales –lo mejor, no lo más apreciado–; alguno, enganchado. Al final surge el ansiado clamor, cuando hace la estatua. Mata desprendido y puede desatarse el entusiasmo, con los aplausos a un toro que se resiste a caer, suena el aviso y lo levanta dos veces el puntillero: dos orejas y vuelta al ruedo al toro. Otra faena buena, no más, exageradamente premiada (como es propio de esta Plaza y de un mito).
Después del gran éxito de San Isidro, vuelve a su tierra José María Manzanares. El tercero, que se mueve mucho pero, en la muleta, se raja a tablas descaradamente. El conato de faena se concluye con pinchazo y estocada. Dibuja buenos lances en el sexto y quita por chicuelinas. El toro le permite lucir su buena clase en muletazos de gran ritmo y cadencia. ¿Recuerdan la faena de Madrid? Algo así, con menos toro. Una gran estocada, en la suerte de recibir, pone en sus manos las dos orejas y el acompañar en la salida a hombros a José Tomás.
Postdata. Un vecino poeta me entrega este romance del día de San Juan: «¡Quién hubiese tal ventura/ junto a las aguas del mar/ como tuvo en Alicante/ (que ahora llaman Alacant/ por mor de la autonomía/ y el hecho diferencial)/, en esta Feria de Hogueras,/ en el día de San Juan,/ con un público entusiasta,/ el diestro José Tomás!/ Tres orejas ha cortado/ en esta noble ciudad/ y Manzanares, con dos,/ a hombros lo acompañará./ La gente llena la Plaza,/ el abono fue total,/ que los toros sean flojos/ no es ninguna novedad./ A muchos les ha atraído/ esa gran curiosidad/ de ver torear al diestro/ que torea menos, no más,/ porque esa es su estrategia/ y su santa voluntad./ Al público le encandila/su toreo vertical,/ inmóvil, como una estatua,/ cuando ve al toro pasar/ y, con susto, se preguntan/ si, esta vez, lo pillará./ ¡Es lástima que no acuda/ al coso del Arenal,/ ni a Bilbao, ni a Las Ventas,/ del toreo capital!/ José Tomás es así,/ nadie lo puede cambiar; / si torease más tardes,/ ya nada sería igual:/ para unos, es divino;/ para otros, no es mortal./ No hay quien pueda con un mito:/ así es y así seguirá;/ lo escaso siempre se aprecia/ como algo muy especial/ y José Tomás, en eso,/ sí que no tiene rival./ ¡Qué suerte tienen en Huelva!/ ¡Albricias, San Sebastián!/ José Tomás se ha dignado/ ir allí a torear/ y es que, como el conde Arnaldos/ sólo dice su canción/ a quien a sus Plazas va».
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