Pese a la muy negativa valoración del pliego
Es general el malestar creado en todos los sectores por el contenido del
pliego para el concurso de adjudicación de la plaza de Las Ventas.
ANOET, la patronal, que hasta ahora no se ha pronunciado, tiene
convocada para la próxima semana una reunión monográfica al respecto.
Algunos de sus afiliados creen que ha llegado el momento de plantear un
boicot, para que el concurso-subasta quede desierto y se vuelva a
convocar sobre bases diferentes. Parece a todas las luces la hipótesis
más improbable de todas las posibles. Podrán incluso mostrar su profundo
desacuerdo con la norma dictada por el Gobierno de la Comunidad, pero
al final se impondrá la tesis de que gestionar la plaza de Madrid bien
vale asumir el riesgo de una oportunidad, aceptando las bases de partida
aunque no gusten
Fragmento del acrílico "Plaza de toros de Las Ventas", de Crucita Gutiérrez. | |
A.P.C.
Por
ahora, tan sólo la Federación de Peñas Taurinas de la Comunidad de
Madrid ha dado la cara por el pliego, sacando incluso un comunicado en
el que señalan que observan “notables mejorías en los aspectos económicos para los intereses del colectivo”. Pues el colectivo que dirige Jorge Fajardo añade en su declaración: “nuestra
opinión al pliego es favorable en términos generales, ya que entre
otras cosas puede servir para la captación de nuevos aficionados, que
tanto interesa a nuestro colectivo”. Lo dicho: los únicos que están de acuerdo en algo.
Para
la próxima semana la poco activa patronal ANOET ha convocada una
reunion extraordinaria de su Junta Directiva para estudiar los
contenidos del pliego, con el que todos dicen estar en desacuerdo. Lo
normal es que no salgan alabanzas como las de esta Federación, pero
tampoco parece muy probable que, frente al criterio de algunos
afiliados, de ahí nazca un boicot a la convocatoria, para que quede
desierta y la Comunidad tenga que cambiar las bases de contratación.
De
hecho, se puede afirmar que el boicot es lo único seguro que no va a
ocurrir. En casos como Las Ventas, tan goloso como resulta, el término
boicot no se conjuga ni por activa ni por pasiva. Los empresarios
asociados en ANOET podrán incluso protestar oficialmente y lamentar los
derroteros que ha cogido la Comunidad. Pero si en otras ocasiones graves
nunca movieron un dedo, mucho menos lo harán ahora, cuando lo que está
en juego es sentarse en el primer trono del empresariado taurino.
Sobrarán
candidatos. Unos serán más idóneos que otros; unos tendrán mejor
acogida, mejor imagen, que otros entre los aficionados y la prensa. Pero
en cualquier caso, lo seguro es que así que llegue noviembre Las Ventas
tendrá un nuevo empresario sentado en su despacho.
Es
cierto y verdad que la Comunidad de Madrid ha hecho todo lo necesario
para que todos dieran una espantada como para dejar chica a las que
protagonizaba El Gallo. Pero Madrid es mucho Madrid. Eso es lo que
verdaderamente da margen a que se cometan despropósitos en las
convocatorias. Pero, como diría un castizo, habría que volver a nacer
para que todo eso no ocurriera.
No
se trata de ninguna posición fatalista, que se recrea en lo inevitable.
Es la pura y estricta realidad del toreo y de su historia. En otros
sectores podrían haberse dado más problemas en esta materia, en el de la
Tauromaquia nunca se dieron en la historia cuando en juego estaban
plazas relevantes, en todo caso por algún pueblo perdido. Hace unos años
se dio un pequeño conflicto administrativo en la plaza del Puerto de
Santa María, que al final devino simplemente en un retraso en la
adjudicación.
De
hecho, ya se habla de tres posibles candidatos que irán a la subasta
maquillada de Las Ventas. Se da por fijo que lo intentará la actual
Taurodelta, que hace meses ya avisó que estaba interesada en seguir. En
el mundo del toro desde hace semanas está el rumrum de los hermanos
Pablo y Oscar Chopera, a los que incluso se les adjudica la búsqueda de
socios relevantes que le acompañen en la propuesta. Y nadie espera que
Simón Casas, después de intentarlo tantas veces, ahora renuncie.
Pero
puede haber más. Un clásico en estos concursos ha sido en las últimas
ocasiones Tomás Entero, que de ir a la subasta lo haría en compañía de
otros formando una UTE. Por ponernos a especular, si quisiera puede
acudir hasta la Casa Lozano o la FIT, que mecanismos tienen ambos para
cumplir los requisitos administrativos que se les exigen mediante
acuerdos con otras colegas.
En
el fondo, todo dependerá del grado de riesgo empresarial y económico
que cada cual quiera asumir con tal de hacerse con el control de la
primera plaza del mundo para los próximo cuatro o cinco años, según los
casos. Y es que a estas alturas de la globalización, hay a quienes
incluso les puede interesar un negocio aunque pueda entrar en pérdidas,
porque las compensa dentro de la economía global de sus actividades, que
a su vez ganan en notoriedad que esa otra nueva tarjeta de visita de su
titular.
Por
eso, las maldades del pliego, que no son ni pequeñas ni pocas, no van
retraer a los posibles ofertantes. Habrá donde elegir. Otra cosa bien
distinta será que, además, se acierte con la elección. Por abajo el
listón en negativo lo marca aquella catástrofe de gestión de Canorea y
Martín Berrocal; por arriba se sitúa el listón de la añoranza de los
tiempos de Manolo Chopera y de los Lozano. Pero el pasado es pasado
--habitualmente, además, irrepetible-- y en medio caben muchas opciones.
Con
lo cual, dejemos actuar al libre mercado de la oferta y la demanda,
como en toda subasta, que es en lo que estamos por mor de las
"objetividades". Pero tengamos una cosa por cierta, porque la marcan los
hechos: de darse la catástrofe --que mejor para todos que no ocurra--,
será responsabilidad exclusiva del equipo de Cristina Cifuentes; si la
aventura sale bien, como puede ocurrir, será a pesar del equipo
gubernamental y por méritos exclusivos de los adjudicatarios que
resulten al final, que habrán demostrado capacidad para sortear tantas
dificultades como se les han puesto en el camino.
Un otrosí
Visto lo visto, habría que preguntarse para qué se mantiene en los presupuestos públicos al Centro de Asuntos Taurinos. A la vista de lo que cuentan algunos de sus integrantes, en este concurso no han pintado nada; aunque es una instancia que está pensado para “asesorar”, a la hora de la verdad no se les permite hacerlo y con libertad; solo se les pide que digan sí a todo y guarden silencio. Hay ejemplos de la anterior etapa cuando un miembro del Consejo discrepó y faltó tiempo para su destitución. Con lo cual, en el fondo todo se reduce en este Centro a pagar unas cuantas nóminas y ocupar unos cuantos burladeros del callejón; pero si no sirven para las cosas importantes, mucho menos para la vida diaria. Cuando la mayoría de las funciones --incluidas las culturales y las referidas a los pueblos-- se cargan en la cuenta de la empresa que gane el concurso, para el trabajo que resta por hacer bastaría un par funcionarios, ya en la plantilla de la Comunidad, para garantizar el mantenimiento del inmueble y la gestión del día a día. Lo han convertido en un organismo perfectamente suprimible, una vez que todas las responsabilidades se trasladan a las empresas. Metidos en el ahorro de organismos públicos, como pide el ministro Montoro, aquí hay uno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario