Corta cuatro orejas con petición de rabo y sale a hombros con López Simón y David de Miranda en tarde triunfalista
José Tomás - Alberto Díaz
LORENA MUÑOZHuelva
La expectación era máxima cuando rompió el paseíllo. Volvía José Tomás a Huelva, una plaza que no le es ajena en sus cortas temporadas y que volvió a conquistar. No hubo ovación inicial. Se trataba de dar la alternativa a David de Miranda, el torero local, que cortó dos orejas. El público se entregó a la hora de pedir los trofeos, mucho más que durante las faenas. Fue una tarde triunfalista que acabó con la terna a hombros.
El esperado padrino paró al segundo, «Esperón», por ceñidos delantales en los medios. Y lo esperó el público en el quite con tres chicuelinas, la media y la revolera. Tronó la ovación en el brindis y no hizo falta más que un ramillete de estatuarios, con una suavidad extraordinaria en las muñecas. Luego brotaron un par de series con la zurda, largo, con los vuelos, pero sin llegar a cuajar la faena rotunda porque el toro tampoco tuvo continuidad en la embestida. Hubo buenos detalles de José Tomás y una estocada con dos orejas de premio.
El cuarto salió suelto del capote, aunque hubo lugar para que el de Galapagar jugara bien los brazos a la verónica y sobre todo en la media. Tras el buen puyazo de Pedro Iturralde y las banderillas de Ricardo Izquierdo se lo llevó a los medios. Ahora sí llegaron los oles apasionados cuando la faena cobró intensidad en naturales de mano muy baja, arrastrando la muleta, y enganchó un afarolado para dar el de pecho. Tragó el torero, que citó de frente con la diestra y dejó su sello en los pases del desprecio, en los invertidos. Y otras dos orejas con petición de rabo tras el estoconazo fulminante.
Cuando salió «Distante» –número 42 y 495 kilos–, que era el toro de la alternativa, pasaban catorce minutos de las ocho de la tarde, cuatro menos en el reloj de la Merced, que siempre anda retrasado. David de Miranda salió centrado a la verónica y se metió al público en el bolsillo con un quite de ocho saltilleras que hicieron estallar la ovación. Dejó entero al astado, que brindó a su madre. En los medios, por arrucinas y con pases cambiados por la espalda, fue el vibrante inicio de una faena templada, centrada, en cercanías cuando el de Victoriano del Río, justo de raza, dijo que ya no más. Le pegó un derrote seco al cuello al entrar a matar que lo tiró al suelo, pero ya tenía las dos orejas cortadas.
Al sexto le dejó un quite por tafalleras y comenzó por estatuarios, pero el que cerró plaza buscó las tablas cada vez que veía salida. El de Trigueros estuvo digno y valiente. De no pinchar hubiera cortado trofeo.
López Simón sorteó un rajado lote. El tercero tuvo sus complicaciones en la muleta, con movilidad pero echando las manos por delante y queriéndose ir en todo momento. El madrileño se quedó quieto, estuvo dispuesto e incluso en contra de la lógica en circulares que casi le cuestan la cornada. El quinto lo brindó al público y empezó de nuevo por estatuarios cerca de las tablas. Entró en la faena cuando se quitó las zapatillas y ligó los pases en redondo. Hubo otra más con la diestra en los medios con un toro que también salía suelto. Expuso en su toreo de quietud y quiso matar recibiendo, pero dejó el volapié que valía la puerta grande.
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