Dos orejas para el valenciano frente a una noble aunque descastada corrida de El Pilar
Firme derechazo de Enrique Ponce a un toro de El Pilar. EFE
Dos faenas caligráficas y ejemplares de Enrique Ponce frente a dos toros de El Pilar muy nobles pero muy justos de raza marcaron la tercera de abono en Logroño. Dos faenas superiores del valenciano que
exhibió su temple, su mimo, esa forma tan sugerente de atacar con las
muñecas de poder con la sutilidad del alma. Dos orejas, peticiones de
segundo trofeo en ambos turnos y una estela de magisterio que impregnó
de inteligente elegancia la tarde.
Enrique Ponce cortó una oreja al primer toro tras
un ejercicio de versatilidad y magisterio. Un animal con buena
condición y justa fortaleza frente al que el valenciano obró dos
milagros: sostenerlo en su altura y ligarle tandas bellísimas de
muletazos. Una labor tan creativa como inteligente, propia de un torero
privilegiado. Emoción y dulzura. Aseguró el premio con una estocada a cámara lenta.
Más de lo mismo frente al cuarto, al que volvió a meter en cintura con
cadencia y mando de seda. Puro embrujo poncista frente a otro toro muy
noble pero de escaso fuello. Sacó fondo por la forma de administrarle un
Ponce imperial. Triunfo redondo del valenciano.
No tuvo más historia la corrida de El Pilar. La noble condición no anduvo acompañada ni de raza ni de fuerza. Ni un entonado y metido Manuel Jesús "El Cid" ni un decidido Miguel Ángel Perera tuvieron posibles para elevar la intensidad de sus faenas.
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