Pincha una preciosa faena a un toro de Juan Pedro premiado con la vuelta al ruedo
Enrique Ponce - Fabián Simón |
ANDRÉS AMORÓS Zaragoza
El verbo es feo y poco taurino, ya lo sé. Mejor sería decir que Ponce se inventa una preciosa faena, en el único toro de Juan Pedro que aguanta, llamado «Fabricante». Pincha un trasteo de dos orejas –si no de rabo– pero cierra a lo grande su temporada. El resto de la tarde tiene poca historia: López Simón corta un trofeo y Cayetano emociona, en un brindis.
El primero es muy flojo, levanta protestas. Ponce lo alivia pero el toro se para por completo, es una ruina.
Ni siquiera Ponce es capaz de torear a las pétreas moles de Guisando. A éste lo mata fácil. Resumen: nada, por falta de toro. Felizmente, el cuarto, «Fabricante», colorado, de 536 kilos, se mueve más. Ponce cuida toda la lidia y el toro saca su buen fondo. Lo brinda a su cuadrilla: le consiente, lo va guiando. La faena crece con naturales pausados, cambios de mano milimétricos, el desmayo de los derechazos. Este pasional público zaragozano ruge, puesto en pie, cuando Enrique dibuja el tres en uno, las poncinas y unos naturales muy «rastreros» (así decía Antoñete), iniciados con un abaniqueo, inspirado en la estética de su amigo Javier Conde pero con mucho más mando. Los doblones para cerrar al toro son un modelo de torería. Lo ha «fabricado» tan bien que hasta piden el indulto algunos exagerados. Como tantas veces, Ponce pincha la gran faena pero concluye su temporada al más alto nivel y da una vuelta clamorosa: ¡ahí queda eso!
Con sincera pasión dedica Cayetano al niño Adrián su primera faena [brindis completo], iniciada con una larga de rodillas, casi en el centro, y verónicas de manos bajas. (No debe abandonar la lidia cuando su toro todavía está en el caballo). Saluda Joselito Rus. Comienza de rodillas, entre ovaciones, pero el toro se apaga y la faena, también. Mata a la tercera. En el quinto se luce en largas, y muletazos vistosos pero el toro se para. Ha mostrado decisión y apostura pero le sigue faltando oficio.
En el tercero, muy dócil, López Simón da muchos muletazos, en un trasteo voluntarioso, rematado con una estocada, entrando desde lejísimos, a paso de banderillas: oreja generosa. Luce, en el último, su toreo de aguante, en las cercanías, hasta que el toro se pone a cabecear. Mata a la tercera. Ha terminado la temporada como líder por el número de corridas y de trofeos pero debe buscar un toreo de más calidad.
Me pasan una letra de jota, a la salida: «¡Qué gran torero que es Ponce/ aunque falle con la espada./ Con una hermosa faena/ culmina su temporada».
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