domingo, 30 de octubre de 2016

Manuel Martínez Erice: «Nos llena de orgullo formar parte de la historia de Las Ventas»


A punto de concluir su etapa al frente de la Monumental madrileña, hace balance de sus doce años en la primera Plaza del mundo 

Manuel Martínez Erice, en el callejón de Las Ventas
 Manuel Martínez Erice, en el callejón de Las Ventas - Ernesto Agudo

ANDRÉS AMORÓS Madrid

Se respira ambiente de mudanza, en Las Ventas: libros, papeles, fotografías, carteles… ¡Se acumulan tantas cosas en doce años! Ése es el tiempo que lleva al frente de la Plaza Taurodelta. Charlamos con Manuel Martínez Erice, en el despacho del que ya está despidiéndose.
—Sentirás una cierta nostalgia.

—Sí, me da pena, ¿para qué negarlo? En todos los finales hay algo de tristeza; sobre todo, cuando nuestra salida no es voluntaria.

—Os presentasteis al nuevo concurso pero lo ganó Simón Casas. Muchos no recuerdan que él también trabajó con vosotros.

—Entró con nosotros en el último concurso, se implicó mucho en las actividades culturales pero cuando vio que, por motivos económicos, no podía desarrollar su proyecto, decidió dejarlo, renunciando a dos años más.

—Vuestra unión con el mexicano Alberto Baillères fue un golpe que pareció garantizaros el éxito. ¿Quién llamó a quién? ¿En qué términos colaborabais?

—Mi padre era muy amigo de don Alberto desde hace treinta años, cuando apoderaba a Paco Camino. Hace un año, comieron juntos, en Madrid, y, junto a sus recuerdos, surgió la posibilidad de colaborar. Para este proyecto concreto, nos llamaron ellos, hace pocos meses. En la Unión Temporal de Empresas que formamos, íbamos al 50%. Como no logramos nuestro objetivo, quedó disuelta pero eso no supone que no podamos hacer cosas juntos, en el futuro.

—Corren rumores de que él también había tanteado a otros empresarios españoles.
—Yo también lo he oído pero no me consta. Si es así y nos eligió, me halaga. Obviamente, al concurso sólo se presentó con nosotros.
«Aunque hubiésemos sabido que Casas se presentaba, no habríamos elevado la oferta: creemos que era lo asumible»
—En este concurso, ¿predominaban los criterios económicos, era una subasta?
—Desde que apareció el pliego, dije que era asumible, en sus exigencias mínimas, no más: ésa fue nuestra oferta.

—No sabías que se iba a presentar también Simón Casas.

—No: alguien nos hizo creer que íbamos solos.

—Si lo hubierais sabido, ¿hubierais elevado vuestra oferta?

—No. Y Baillères, tampoco. Creemos que eso es lo asumible.

—Eso quiere decir que una oferta más alta, como la de Simón Casas, no os parece asumible.

—Él tiene mucha experiencia para saber lo que le conviene.

—¿Lo has visto últimamente?

—Lo saludé en el callejón de Sevilla, en San Miguel.

—Ahora mismo, ¿te llevas bien con él?

—Siendo apoderado de una figura como Castella, sería tonto que no lo hiciera.

—¿No es raro que a un concurso de esta importancia sólo se presenten dos?

—Nosotros creíamos que se iban a fijar menores exigencias, que iban a poder concursar más empresas.

—¿Lo habíais estudiado mucho, antes de concursar la primera vez a Las Ventas? Al llegar, ¿qué es lo que más os sorprendió?

—Mi padre nunca me había hablado de eso; de los pliegos anteriores, ni nos preocupábamos. Fue su amigo Ramón Calderón el que le empujó. Desde que se ilusionó, puso todo su empeño en lograrlo. Por muy consciente que seas de su magnitud, Las Ventas supera todo lo que podías esperar, aunque hubieras organizado ya miles de festejos. Esta Plaza no se parece a ninguna: todo lo que haces tiene mucha más repercusión, se siente la presión y la responsabilidad.

—De vuestro paso por las Ventas, ¿de qué estáis más satisfechos?

—Simplemente, nos llena de orgullo el hecho de haber llegado a ser empresarios de esta Plaza durante doce años y formar parte ya de su historia.

—El comienzo no debió de ser fácil.

—Sobre todo, porque tuvimos muy poco tiempo. El contrato se firmó en el mes de febrero y hubo que correr mucho para poner en funcionamiento toda la maquinaria y organizar San Isidro.
«La crisis económica fue, indiscutiblemente, causa de la caída de abonos. No es el único caso»
—¿Cuántos abonados se han perdido, en los últimos años?

—En torno a 4.000. El pliego limitaba el máximo número de abonados en unos 17.000. Ahora estamos en 13.000 justos.

—¿Cuáles son las causas de esta caída?

—La crisis económica, indiscutiblemente. Hasta 2011, el número de abonados se mantenía; en ese año tuvo lugar la gran caída, que, luego, ha sido más suave. No es el único caso: en otras Plazas y otras Ferias también ha sucedido lo mismo.

—¿Habéis luchado contra eso?

—¡Por supuesto! Una empresa especializada lleva años intentando captar nuevos abonos, en el invierno. Hemos puesto en marcha los abonos a la carta, para que el aficionado pueda elegir: creo que es una buena idea. Pero no se puede ignorar la dinámica que se está dando en muchos espectáculos: en vez de abonarse, mucha gente elige comprar entradas sueltas, para los días que más le interesen, y sabe que, ahora, puede conseguirlas.
Manuel Martínez Erice, en el ruedo de Las Ventas
Manuel Martínez Erice, en el ruedo de Las Ventas- Ernesto Agudo
—¿Qué atención habéis prestado a los jóvenes?

—Es uno de los puntos de los que nos sentimos más orgullosos. Al llegar nosotros, se agotaban los abonos especiales para la tercera edad pero sobraban los de los jóvenes: solamente se abonaban 120. Ahora mismo, en la Grada Joven hay 540 abonados.

—Fuera de San Isidro, es muy difícil que las figuras vengan a torear a Las Ventas.

—Así es, no quieren venir en junio, ni en el verano, ni en la Feria de Otoño. Nos hemos esforzado mucho pero, al final, hemos tirado la toalla. Si no quieren torear en un sitio, no se les puede obligar: ni es nuestra forma de actuar ni serviría, porque tienen mucho orgullo, quieren mandar en su carrera. Hemos optado, en Otoño, por traer a otros buenos toreros, muy estimados por los aficionados madrileños más fieles.
«Uno de nuestros logros fue ser los primeros en dar 31 días seguidos de toros. Es un mensaje importante de cara a los enemigos de la Fiesta»
—Habéis conseguido que San Isidro dure todo un mes. ¡Lástima que no coincida con el mes de mayo! Hubiera sido un gran anuncio: «Mayo, en Madrid, igual a toros».

—Creo que es uno de nuestros logros: fuimos los primeros en dar 31 días seguidos de corridas (aunque también hay aficionados a los que les parece excesivo). Tienes razón: hubiera sido más estético que coincidiera con mayo. Lo importante es el mensaje que esto supone, de cara a los enemigos de la Fiesta: la Plaza, prácticamente llena, 31 días seguidos. Es una clara prueba de la buena salud de la Tauromaquia.

—Han actuado aquí novilleros que estaban poco preparados porque habían toreado muy poco.

—En general, hemos buscado a los más preparados pero el número de novilladas ha bajado mucho, fíjate en el escalafón de novilleros.

—En verano, la entrada suele ser muy floja.

—Es un tema muy complicado. Salvo casos excepcionales, no hemos encontrado la solución, y eso que hemos probado casi todo. Las novilladas nocturnas populares funcionaron gracias a Canal Plus. En todo caso, el peor de los días vienen a Las Ventas cerca de 4.000 espectadores: no sé cuántos acuden a ver jugar al Castilla…

—Hablemos un poco de dinero. ¿Cuánto cuesta abrir esta Plaza? Si se llena, ¿cuánto se recauda?

—Los gastos fijos se acercan a 66.000 euros; la recaudación no llega a 600.000 (IVA incluido).

—Con la Plaza llena, ¿el empresario puede perder dinero?

—Así sucede y eso, en cualquier actividad empresarial, no es bueno. Están muy desequilibrados los honorarios de los toreros; la desproporción entre lo que cobran las figuras y los demás es excesiva.
«Están muy desequilibrados los honorarios: la desproporción entre lo que cobran las figuras y los demás es excesiva»
—En un día de festejo, ¿cuántos empleados tiene la Plaza?

—Unos 450, incluidos los discontinuos.

—¿No resulta excesivo, muchas tardes?

—Para atender a 24.000 personas, está bien; para 4.000, es excesivo. Pero eso no depende del empresario.

—¿Qué os ha quedado por hacer?

—Hemos intentado situar a la Plaza en la modernidad: los palcos VIP, el Tendido 11, el Tour… Teníamos intención de instalar wifi. Faltan muchas cosas.

—¿En qué ha quedado la caída de la cubierta?

—Hubo un pleito, para pagar los gastos, y el tribunal los repartió al 50% entre el fabricante y el instalador.

—De cara al futuro, ¿no crees que es fundamental que la Plaza tenga cubierta y asientos?

—¡Sin duda! Sería el edificio cubierto más grande de Madrid y magníficamente situado. Pero, como sabes, eso depende de la Comunidad, no del empresario. En cuanto a los asientos, como se perderían entradas, el momento de hacerlo sería ahora, cuando hay menos abonos.
«Ser empresario de Las Ventas no es un gran negocio, pero sí es negocio. Esta Plaza es lo máximo a lo que una empresa taurina puede aspirar»
—Tú, personalmente, ¿a qué te vas a dedicar, a partir de ahora?

—A seguir con los negocios taurinos, por supuesto. Me gusta ser apoderado de un solo torero: en este caso, Sebastián Castella. Pero también colaboro con los otros que lleva Taurodelta: Manuel Escribano, que sigue recuperándose, y Luis David Adame, que tiene un futuro evidente. Con Matilla, llevo las Plazas de Castellón y Valladolid. Quizá ahora tenga tiempo para intentar llevar alguna más. Y pienso seguir en la Fundación del Toro, que me parece fundamental para el futuro de la Fiesta.

—El empresario de Las Ventas, ¿qué saca, mucho dinero o mucho poder?

—No es un gran negocio pero sí es negocio. En términos económicos, la inversión y dedicación que exige no se corresponde con los beneficios. Ha habido años en los que no ha habido beneficios, quitando los sueldos fijos. ¿Poder? No vinimos aquí buscando poder.

—¿Por qué vinisteis, entonces?

—Dentro de la empresa taurina, Las Ventas es lo máximo a lo que uno puede aspirar.

Le dejo para que firme papeles y recoja muchas cosas. Se va de Las Ventas con nostalgia pero con orgullo, después de doce años de trabajo. Se abre ahora, para la Plaza, una nueva etapa.

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