viernes, 16 de diciembre de 2016

Paco Camino, el niño sabio que se convirtió en Mozart del toreo

Cumpleaños del maestro sevillano, unas de las figuras más grandiosas de la historia 


Paco Camino, entrando a matar
Paco Camino, entrando a matar - ABC
 
ABC.ES Madrid

 En diciembre de 1940 nacía en Sevilla Francisco Camino Sánchez, un niño al que llamarían sabio por su precocidad en el oficio y que acabaría siendo el Mozart del toreo. Paco Camino, como se anunciaba, es una de las más grandiosas figuras del pasado siglo, un maestro que aunaba arte, valor, majeza y torería.

Hijo del banderillero Rafael Camino, formó quinteto con Ordóñez, Puerta, El Viti y El Cordobés y marcó la época de los 60 y los 70. Paco Camino cuenta en su exitoso currículum con el mayor número de orejas cortadas en Las Ventas.

Había tomado la alternativa el 17 de abril de 1960 en Valencia, de manos de Jaime Ostos y en presencia de Mondeño, con toros de Urquijo. Tal era su sapiencia delante de la cara del bravo que el crítico Gonzalo Carvajal lo bautizó con el sobrenombre de Niño Sabio de Camas.

Confirmó en Las Ventas en 1961, de manos de Julio Aparicio. Tardó tres ferias en entrar de lleno en Madrid, pero lo hizo por la Puerta Grande en 1963 hasta convertirse en el matador con más trofeos en San Isidro. Firmó inolvidables faenas, como la realizada al toro «Despacioso» de Jaral de la Mira. Entre sus hitos, destaca también su encerrona en la Beneficencia de 1970 o la obra que cuajó un año después a «Serranito», de Pablo Romero.

De esa faena -entre otras muchas- habla su biógrafo Carlos Abella: «Camino fue cogiendo confianza con un toro cuya embestida impresionaba y que siempre tomó el engaño con la cara un poco alta, y estuvo poderoso para hacerse con él, profundo en el toreo fundamental y pinturero en el adorno. Citó de lejos, embarcando perfectamente al toro, y toreó con el compás abierto con una y otra mano, llegando a desmayarse en un natural de antología. Lo mató con la extraordinaria pureza que solía, pero el estoque quedó algo caído, produciendo una muerte inmediata, y toda la plaza reclamó para él las dos orejas del toro, al que Camino aplaudió en su vuelta al ruedo». Así lo cuenta Abella sobre un torero que pasó de ser «Niño Sabio de Camas» a «Mozart del toreo», título de su libro

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